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La pandemia suma incertidumbres en la búsqueda de un futuro laboral y personal de los jóvenes migrantes no acompañados

La DGAIA afirma que ha aumentado la «preocupación» por las posibilidades de encontrar un trabajo y regularizar la situación

Tres menores migrantes en un centro de acogida de Badalona

La pandemia suma incertidumbres en la búsqueda de un futuro laboral y personal de los jóvenes migrantes no acompañados

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La búsqueda de un futuro mejor es el principal motivo que hace que algunos jóvenes abandonen su país de origen y viajen solos hacia el Estado español y Cataluña. Los centros que acogen estos migrantes no acompañados los guían en todo el proceso. Lo siguieron haciendo durante la pandemia y ahora adaptándose a la nueva realidad. Una realidad que ha traer mayor incertidumbre y «preocupación», especialmente para el futuro laboral, según ha explicado a la ACN la directora de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), Ester Cabanes. La directora del centro Sírius de Santa Coloma de Queralt, Meritxell Roman, añade que tienen que gestionar la impaciencia por unos tempos administrativos que se han «ralentizado» con la pandemia.
La covid también ha modificado el día a día de los centros de menores migrantes no acompañados de Cataluña. El confinamiento obligó a readaptar los centros y a organizarse para una vida más telemática y con más tiempo libre, ya que había actividades en el exterior que se tuvieron que suspender. Entre estas, las de formación ocupacional, que se tuvieron que detener durante el confinamiento más estricto. Cabañas destarea pero que estas horas se sustituyeron en muchos casos por trabajos relacionados con la pandemia y vinculados a ayudar a la sociedad, como por ejemplo la confección de mascarillas. «Buscaron la manera de ocupar el tiempo y ser útiles», explica.

Reconoce que en el ámbito psicológico y social sí han detectado «mucha preocupación» por su futuro y por el hecho de no poder continuar con las tareas que les tienen que permitir encontrar un trabajo. «Los jóvenes tendrán difícil encontrar un trabajo, una vivienda... Cualquier joven pero si estamos hablando de que además es un joven que ha pasado la infancia en un centro de la DGAIA, lo tendrá todavía más difícil porque su cinturón de seguridad es más reducido», reflexiona la directora.

Del confinamiento a la readaptación

El centro Sírius de Santa Coloma de Queralt tenía 25 jóvenes cuando estalló la pandemia. Tanto ellos como los educadores vivieron «de muy cerca» el confinamiento de la Conca d'Òdena y se vieron directamente afectados porque se detuvieron de golpe todas las actividades que allí hacían. «Tanto los chicos como los educadores lo vivieron muy mal», explica Roman.

Entre otros, los jóvenes no pudieron ir a varios comercios del pueblo que les acogen y ayudan a que adquieren las competencias básicas para poder encontrar un trabajo en el futuro. Eso les hizo «perder su rutina». Con el fin del confinamiento estrictie, poco a poco se han ido recuperando las actividades que se hacían entonces, aunque hay muchas formaciones que siguen siendo en línea y eso dificulta un poco la organización de los educadores.

La directora explica que la covid también les ha hecho cambiar la manera de funcionar, ahora con dos grupos burbujea, e introducir nuevos protocolos. Además, en el primer momento tuvieron que dotarse de los medios tecnológicos necesarios para evitar que los jóvenes desconectaran del todo de sus actividades. En eso tuvieron que sumar enseñarlos a hacer uso de las nuevas tecnologías.

Roman reconoce que tanto el centro como los jóvenes están «muy bien acogidos» en el pueblo y, aunque también hablan sobre las dificultades para encontrar un trabajo, confían al tener oportunidades en la zona. En cambio, afirma que hay mucha preocupación por el tema de la documentación ya que la pandemia lo ha ralentizado todo mucho. «Tenemos que gestionar su frustración», afirma.

Además, apunta que otro de los problemas es la falta de recursos para acoger y atender a los jóvenes que llegan a la mayoría de edad. «No podemos pedir a un chico de 20 años que sea completamente autónomo cuando la juventud autóctona no puede pagarse un alquiler, salir de casa de los padres y todavía se está formando», reivindica. Además, cree que, aunque se ha adelantado, todavía queda trabajo a hacer a nivel comunitario ya que reconoce que a veces «cuesta mucho» conseguir por ejemplo un piso compartido por estos jóvenes.

En este sentido, Cabanes recuerda que la situación normativa actual en el Estado dificulta la situación de aquellos migrantes que alcanzan la mayoría de edad. Y es que una sentencia del Tribunal Supremo establece la necesidad de cobrar unos ingresos mínimos, y que no provengan de ayudas, con el fin de renovar el permiso de residencia. La directora de la DGAIA afirma que esta interpretación está dejando jóvenes tutelados que llegan a la mayoría de edad «en la indigencia». Lo dice en términos estrictos, ya que añade que desde la Generalitat se facilita que puedan seguir residiendo y haciendo formación en sus recursos. «Se supone que no has estado preparándolos para la vida de adulto y que no la puedan sacar adelante para un papel», lamenta. Por eso, insta al Estado a acelerar todas las acciones que han anunciado que harán para evitar esta situación.

Descenso en la llegada de menores, un centenar entre enero y febrero

La pandemia también ha provocado un descenso en la llegada de menores migrantes no acompañados a Cataluña. El año pasado llegaron 808, mientras que en el 2019 fueron 2.222, según datos del Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias. Entre enero y febrero de este año han llegado un centenar, mientras que en el mismo periodo del 2020 fueron más de 400.

Cabanes desconoce qué puede pasar en el futuro y destaca que se ha preparado un sistema «que pueda ir absorbiendo» los que puedan llegar. En el conjunto del sistema hay unos 5.000 atendidos, entre menores y jóvenes extutelados.

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