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Sociedad

El mundo en el 2021: un año de «reconstrucción» marcado por «el agravamiento» de las desigualdades y el «malestar» social

La llegada de Biden a la Casa Blanca, el activismo climático y la recuperación, principales temas en la agenda del 2021

El presidente electo de los EE.UU., Joe Biden, y su número dos, Kamala Harris.

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La covid-19 ha sacudido el mundo en el 2020 pero sus efectos se mantendrán en 2021, año que se prevé que sea el de la «reconstrucción» para definir cómo serán las relaciones como mínimo en la próxima década. Este proceso ha empezado a finales de este año y se extenderá a un 2021 marcado por «el agravio» de las desigualdades y del «malestar» social, alerta el investigador del CIDOB Eduard Soler. «En el 2021 seremos muy conscientes de que el tipo de edificio que construimos será en el que viviremos mucho tiempo. Se pondrán los cimientos de formas de relación entre personas, sectores económico y países que marcarán nuestras vidas en una década o más», dice Soler, que apunta que la «duda» ahora es si se reconstruirá «lo que había antes o algo nuevo».
Después de que la pandemia hiciera que las decisiones a nivel global en el 2020 hayan sido «muy reactivas», dice al investigador del CIDOB, el 2021 será un año «de acción» en que los gobiernos también tendrán que gestionar el «malestar» de parte de la sociedad.

Para Soler, el 2021 estará marcado por «el agravamiento» de las desigualdades por todo el mundo, entre países pero también dentro de las mismas sociedades. «Veníamos de un punto de partida muy malo con desigualdades múltiples», apunta subrayando que «no todo el mundo ha tenido la misma capacidad de adaptación a la pandemia ni ha vivido la enfermedad en las mismas condiciones».

«El problema es si las estrategias de recuperación todavía agravarán más las desigualdades», dice el investigador del CIDOB, que prevé una recuperación en forma de K en qué algunos países y sectores se recuperen más rápidamente que de otros.

«Se puede producir un efecto túnel. Cuando estás cerrado dentro de un túnel mucho tiempo y ves que los del carril izquierdo empiezan a avanzar piensas que pronto te tocará a ti, pero cuando ves que no avanzas es muy fácil dar un volantazo y aquí empiezan los accidentes», explica.

En cambio, la pandemia también ha demostrado que «el cambio es posible» y Soler prevé un retorno con fuerza del activismo climático. «Veremos cómo todo el activismo climático que ha quedado confinado reivindica este poder del cambio e insiste en que lo que hemos vivido no deja de ser un ensayo general para la próxima crisis, que probablemente será la climática,» apunta Soler.

En este sentido, el investigador del CIDOB cree que juega a favor del activismo climático el hecho de que la covid-19 haya mostrado la «vulnerabilidad» y la «interdependencia» como planeta. Además, subraya que la pandemia también ha hecho cuestionar la «capacidad de anticipación» ante las crisis.

La gestión del malestar

En el décimo aniversario de la ola de protestas por todo el mundo del 2011, en el 2021 podría volver a hacer salir a la gente en la calle por el «malestar» colectivo e individual que causarán los efectos de la pandemia. «Las causas del malestar no sólo están, sino que se han agravado», insiste Soler, que cree que la pandemia no ha eliminado «el sentimiento de agravio y malestar, sino al contrario».

«No sabemos como se manifestará, de donde saldrá o si se vehiculará como una ola de voluntad de cambio colectivo a un nivel más global o local. Tampoco sabemos el nivel de confrontación que eso podría provocar», dice mientras alerta del «rearme de los mecanismos de control, especialmente a sistemas autoritarios».

Además, Soler alerta que la pandemia ha llevado a una mayor «radicalización». «El riesgo es que más que hablar de populismo hablamos de cosas peores, de movimientos claramente de derecha extrema, xenófobos y de desconfianza contra las instituciones», alerta.

Según el investigador del CIDOB, la salida de Donald Trump de la Casa Blanca no significa el fin de la «internacional populista». «Tenemos populismo para rato. Hay muchos interrogantes sobre la mesa, pero no nos tendríamos que confiar en que la salida de Trump implique una crisis estructural de la internacional populista», observación.

«El populismo no puede utilizar una hoja de servicios demasiado impecable con respecto a la gestión de la pandemia. Alguien podría pensar que lo debilita, pero tiene una gran capacidad a la hora de utilizar la política del miedo y en el 2021 habrá mucha gente que seguirá estando muy asustada y muy frustrada», subraya.

Llegada de Biden a la Casa Blanca

El 2021 también será el primer año de Joe Biden en la Casa Blanca y Soler cree que «el mundo espera mucho, quizás demasiado» del próximo presidente de los Estados Unidos. Con la expectativa que se aleje de Trump.

Por el investigador del CIDOB, con Biden se prevé un retorno de los Estados Unidos al multilateralismo, a una mayor «confianza» en las instituciones, tanto estatales como internacionales y a una mayor «predictibilidad» en política exterior.

En el escenario internacional, el investigador del CIDOB cree que todavía es demasiado de hora para saber si qué países salen en mejor posición de la que tenían antes de la pandemia. Con todo, alerta de los «debates interesados» que plantean que países autoritarios han gestionado mejor la crisis.

«Es un debate muy interesado, por ejemplo en el caso de China. También hemos visto otros países que salen ello han salido muy bien con sistemas y liderazgos diferentes, como por ejemplo Nueva Zelanda,» remarca. «Tenemos que ser prudentes y dejarnos atrapar por debates que empiezan con una trampa de inicio», añade.

Con respecto a la gestión de los flujos migratorios, Soler dice ser «poco optimista». «Se seguirán gestionando igual o peor», asegura. En cambio, cree que sí que puede haber un cambio en cómo las sociedades tratan los migrantes que viven allí por un creciente «reconocimiento» de las tareas que han desarrollado durante la pandemia.

«Hay condiciones para llevar a cabo este reconocimiento. Son unos colectivos que son un elemento esencial en el engranaje económico y social», añade. Según Soler, la «duda» ahora es saber si este «reconocimiento» del rol de los migrantes en las sociedades puede «abrir rresquicios» en el tratamiento que reciben los migrantes en las sociedades en que viven.

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