Educación
La educación que viene: Un modelo híbrido y más tecnológico
La actual crisis del coronavirus comportará cambios sustanciales en la manera de enseñar
El director del Centro de Educación y Nuevas Tecnologías de la Universitat Jaume I de Castelló, Jordi Adell, considera que la actual crisis del coronavirus conllevará cambios sustanciales en la forma de enseñar, con la irrupción -forzada- de las herramientas en línea, y quizá también en la escolarización, que podría dirigirse hacia un modelo híbrido presencial-en línea en el que la mayor parte de los contenidos se estudiarían desde casa.
«Las aulas de nuestros colegios no reúnen las condiciones para garantizar la separación de los alumnos, y bajar las ratios no es sencillo, en absoluto», explica este profesor de la Universitat Jaume I de Castellón (UJI) a EFE, convencido de que «las consecuencias de la pandemia se harán patentes también el próximo curso».
«Se ha dicho que este virus afecta menos a los niños, pero no parece una buena idea un desconfinamiento sin distancia física entre ellos. En estos momentos hay mucha incertidumbre al respecto», apunta Adell, quien subraya que «el contacto con el profesor es imprescindible en los niveles obligatorios, y quizá sólo al final del Bachillerato el alumno tiene suficiente madurez como para estudiar por su cuenta y acompañado del profesor».
A su juicio, el regreso debería ser progresivo. «Quizá deberían volver primero a las aulas quienes no han tenido condiciones para estudiar en sus casas», plantea Adell, aunque insiste en que las condiciones para ese regreso son competencia de las autoridades sanitarias.
La situación sobrevenida en la que ha quedado la educación en España «no es enseñanza en línea, sino más bien educación a distancia de emergencia, y es evidente que tanto los docentes -que a su juicio están ‘dando el do de pecho’- como los estudiantes debemos mejorar nuestra competencia digital».
«Estas últimas semanas se ha dado un fenómeno curioso. Muchos docentes que no tienen formación 'online' han intentado trasladar la mundo digital lo que hacen en clase, y hemos asistido al 'megaboom' de las aplicaciones de videoconferencia. Pero eso no funciona, supongo que pronto se han dado cuenta».
Para este profesor universitario y especialista en tecnologías educativas, «la enseñanza a distancia requiere otra forma de planificar el curso, otras actividades, otras exigencias para los estudiantes y otra forma de evaluar, y en eso es en lo que hay que trabajar».
Advierte sobre la denominada «brecha digital»: «si en casa no hay ordenador o tableta y un buen acceso a internet difícilmente se podrá siquiera ver lo que envía el profesor. Hay que tener medios y las condiciones para utilizarlos con libertad, y eso en una casa con dos padres teletrabajando y otros hermanos puede ser complicado».
En muchas ocasiones, esa brecha digital sobre la que llama la atención Adell va asociada a lo que denomina «brecha de actitudes», y es que «en las casas donde hay cierta presión, interés o seguimiento de los hijos es muy posible que el confinamiento tenga menos efectos negativos. En resumen, quien lo está pasando peor son los de siempre».
En su opinión, la teleeducación, igual que el teletrabajo, «llega para quedarse», aunque confiesa: «ciertas cosas de este sistema me gustaría que durasen lo menos posible, como el hecho de tener que estar encerrados en casa».
«La competencia digital es clave para estudiar y para todo lo que viene después, y la lección por la que estamos atravesando nos tiene que ayudar a dirigir inversiones y políticas».
Respecto a las decisiones políticas más inmediatas en materia educativa, este catedrático de Castellón se cuestiona sobre cuál debe ser el papel de la Administración central, si el de dar instrucciones genéricas y «dejar que las comunidades autónomas politicen cada asunto» o adoptar decisiones más concretas.
«Es un problema endemoniado. Haga lo que haga el Gobierno será objeto de críticas. Es el típico problema sobre el cual ni siquiera nos ponemos de acuerdo en su definición».
Con todo, destaca la propuesta lanzada por el secretario autonómico de Educación de la Generalitat Valenciana, Miguel Soler -fue también director del Centro de Desarrollo Curricular del Ministerio de Educación entre 1992 y 1996-, de agrupar todas las asignaturas en dos en primero de la ESO, una científico-técnica y otra lingüístico-social, una opción que se aplica desde mediados de los 90 a alumnos con dificultades y que, en su opinión, «ha ido bien».
«A mi me parece que eso es coger el toro por los cuernos y proponer medidas de corte pedagógico y curricular para paliar los efectos de la crisis», sentencia Adell.