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Sanidad

Válvulas acopladas a máscaras de buceo que salvan vidas

Una empresa situada Cuarte de Huerva (Zaragoza) ha parado su producción habitual para hacer mascarillas

Profesionales del hospital Sant Pau con las mascarillas.

Sant Pau recibe las primeras mascarillas de buceo adaptadas para proteger profesionales que traten con covid-19ACN

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La actividad de la empresa aragonesa Dynamical 3D se centra desde hace dos semanas en fabricar a contrarreloj las válvulas que permiten adaptar máscaras de buceo para la oxigenación de pacientes críticos de COVID-19.

Unidas a una máscara de esnórquel de Decathlon, un filtro de anestesista y una aportación de oxígeno, estas pequeñas piezas pueden salvar la vida de los pacientes que no pueden tener acceso a un respiradero en el hospital.

«Hasta este momento, no tenían ninguna alternativa; los tenían que dejar sin nada y quedaban un poco a la suerte», señala en una entrevista telefónica con Efe Pedro Murillo, al director de esta pyme que ya ha conseguido enviar más de 400 piezas a los hospitales madrileños que lo han solicitado.

Ahora, estas máscaras se han convertido en una «alternativa real y viable» para los pacientes que no pueden ser intubados, después de la selección que tienen que llevar a cabo los médicos para tratar de salvar a los enfermos con más opciones vitales si se dan situaciones extremas.

Y, como relata Murillo, ya han empezado a recibir buenas noticias: «El último hospital al cual le pedimos sondeo nos contó que de 30 máscaras que han incorporado con estas piezas han sobrevivido 26 personas».

Para llegar a producir 1.000 válvulas biocompatibles con la tecnología de impresión 3D de carbón, la fábrica ha lanzado una campaña de micromecenazgo con la cual casi ha cumplido su objetivo de recaudar 20.000 euros para «cubrir el coste mínimo del material sin que la empresa entre en riesgo».

Y es que, desde que estalló la crisis sanitaria, esta empresa situada en Cuarte de Huerva (Zaragoza) ha parado su producción habitual de fabricación de impresoras y de servicios de impresión 3D para poder dar diferentes soluciones a la pandemia.

«Si tenemos la capacidad de hacerlo, creo que tenemos la obligación moral de hacerlo. No sabemos qué pasará con la empresa en el futuro, pero creemos que ahora hay que estar a la altura», señala Murillo, quien destaca que «de los propios trabajadores ha salido también la iniciativa que hace falta estar por todas».

Conforme la situación era más grave, relata, iban teniendo claro que tenían que ayudar de alguna manera. Así que todo empezó con las máquinas de impresión 3D industriales que tenían disponibles, con las cuales crearon más de 2.000 pantallas protectoras.

«Nuestras máquinas pesan 500 kilos y eso nos ha permitido hacer una producción masiva en muy poco tiempo», explica el gerente.

Además, han contribuido al hecho de que la comunidad 'maker' que trabaja desde casa con sus impresoras 3D domésticas disponga de recursos con la donación de 10.000 láminas de PVC y varios centenares kilos de plástico.

Y también a partir de la adaptación de las máscaras de buceo con piezas en medida consiguieron crear cuarenta equipos de protección en material biocompatible y con propiedades adelantadas para los facultativos del hospital zaragozano Rosego Villanova.

A las peticiones de los centros sanitarios se ha unido estos días un goteo constante de llamamientos de personas individuales que solicitan materiales de protección, por lo cual han hecho donaciones que van «de centenares de pantallas hasta tres unidades».

«Nos hemos coordinado para que nadie que nos lo haya solicitado se quede perdido en una hoja de Excel», continúa el ingeniero, a quien reconoce que «pocas veces tienes la oportunidad de poder hacer una cosa tan relevante».

Estas experiencias previas les dieron conocimiento para dar un paso más y fabricar las nuevas máscaras de emergencia para situaciones extremas en los hospitales, a partir de una idea desarrollada en Italia.

En esta situación que requiere de soluciones rápidas, la tecnología industrial ha permitido que ya hayan producido unas 400 de las 1.000 piezas previstas para conseguir disponer de una alternativa a los respiraderos y, en última instancia, salvar vidas.

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