La abstención de Junts no fue neutra

La portaveu de Junts, Míriam Nogueras, aquest dimecres al Congrés
La abstención de Junts en el Congreso de los Diputados, durante la votación de la enmienda del Partido Popular a la Ley de Movilidad Sostenible que pedía suprimir las «fechas de cese definitivo» de tres centrales nucleares —Almaraz (Cáceres), Ascó I (Tarragona) y Cofrentes (Valencia)— no fue un gesto neutro ni un matiz técnico: fue un error político que perjudica no solo al conjunto de España, sino también directamente a Cataluña, a sus empresas, a sus trabajadores y a su seguridad energética.
Cataluña cuenta con tres instalaciones nucleares en la provincia de Tarragona, Ascó I, Ascó II y Vandellòs II, que durante décadas han garantizado electricidad estable, síncrona y sin emisiones, proporcionando una parte fundamental de la energía firme que sostiene la industria catalana. La economía catalana depende de esa generación para evitar interrupciones de suministro, mantener activo el tejido industrial, garantizar la estabilidad del sistema y contener el precio eléctrico, con todo lo que ello implica para familias y empresas. Más aún cuando el despliegue del Plan de Renovables se retrasa hasta 2027 y estas instalaciones ocuparían únicamente el 1,2 % del territorio catalán, la mitad de lo previsto inicialmente.
Pese a la desafortunada abstención, Junts estos días ha mantenido un discurso radical, anunciando con firmeza su distanciamiento político con el gobierno central, incluso con descalificaciones por parte de la portavoz en el Congreso de Diputados, Míriam Nogueras, calificando a Pedro Sánchez de cínico e hipócrita. Quizás, los aires europeos de amnistía han contribuido a salvar una votación que el Ejecutivo tenía prácticamente perdida.
Mientras la Unión Europea, Estados Unidos y más de 30 países planifican nuevas centrales o extienden la vida útil de las existentes, la abstención de Junts transmite un mensaje de incertidumbre a las empresas que necesitan energía estable, a los trabajadores de la industria nuclear, a la ciudadanía preocupada por la seguridad del suministro y el incremento del coste del abastecimiento.
La necesidad de garantizar la seguridad del suministro, avanzar en la descarbonización y mantener la competitividad económica sitúan a la tecnología nuclear como un componente relevante. Las centrales nucleares españolas realizan anualmente trabajos de mantenimiento, modernización y actualización que aumentan de forma progresiva sus niveles de seguridad. El Consejo de Seguridad Nuclear supervisa las Revisiones Periódicas de Seguridad (RPS) y las Renovaciones de Autorización de Explotación (RAEX), lo que garantiza un marco técnico y regulatorio robusto.
A nivel internacional, países como Estados Unidos operan reactores hasta 80 años, con el respaldo del regulador estadounidense (NRC). Esta tendencia, cada vez más extendida, está llevando a numerosos países a prolongar la vida útil de sus centrales como herramienta de estabilidad y descarbonización.
El suministro eléctrico necesita un porcentaje suficiente de generación síncrona, capaz de aportar inercia y estabilidad al sistema frente a perturbaciones. En España, solo la energía hidráulica convencional o de bombeo y la energía nuclear ofrecen esta capacidad sin emisiones de CO₂. El apagón del 28 de abril de 2025 mostró la importancia de mantener un equilibrio entre distintas tecnologías para evitar riesgos al sistema eléctrico.
El cierre anticipado de centrales nucleares podría incrementar la dependencia del gas natural, en momentos sin sol y sin viento. Dado que el precio del gas está fuertemente influido por condiciones geopolíticas, una mayor dependencia podría traducirse en costes más altos para los consumidores y menor competitividad para las empresas españolas. España se prepara para acoger grandes centros de datos que, en conjunto, podrían requerir unos 3000 MW adicionales de potencia.
Además, muchas empresas buscan suministros eléctricos libres de CO₂ para cumplir sus objetivos climáticos. La energía nuclear, al ser firme y no depender de las condiciones meteorológicas, es una opción valorada internacionalmente para garantizar una base sólida de electricidad limpia. El despliegue masivo de paneles solares fotovoltaicos puede afectar al sector agrario, y la expansión de parques eólicos genera debate sobre el impacto visual y territorial. En contraste, las centrales nucleares permiten repotenciaciones de alrededor de 1000 MW por instalación, sin ampliar su ocupación territorial.
En octubre de 2025, 33 países han anunciado oficialmente la construcción de 499 nuevas centrales nucleares, de las cuales 70 están ya en construcción,111 tienen planificado el reactor o el emplazamiento y 318 han sido propuestas formalmente. A esto se suman las 439 centrales actualmente en operación en el mundo. La energía nuclear vuelve a crecer como parte de las estrategias climáticas y de seguridad energética. Pero una vez más, el gobierno de Sánchez nos pone en la tesitura de perder un tren, aunque en esta ocasión con unas consecuencias de difícil cuantificación.