Estrategias de desinformación en el ámbito local: el caso de Tarragona

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El independentismo catalán vive un periodo de disputas internas tras el ‘procés’ unilateral. Aliança Catalana ha crecido en el espacio más identitario y Vox ha reforzado su discurso antimigración. Estas tensiones han debilitado a los partidos tradicionales y han generado un terreno fértil para estrategias de baja calidad democrática, como las campañas de desinformación en redes sociales.
Un ejemplo se vio en Tarragona durante las elecciones municipales de 2023. El entonces candidato del PSC, Rubén Viñuales, fue objetivo de una ofensiva digital con bulos y sátira. La cuenta troll @AlcaldeVinuales alcanzó 57,9 millones de impresiones y generó confusión sobre si era auténtica. Su estilo ambiguo le permitió difundir rumores con apariencia de humor político.
Uno de los contenidos más virales fue un bulo que lo vinculaba con una polémica en el Hospital Vall d’Hebron. Ese caso, originado en un vídeo de TikTok, se convirtió en material de confrontación lingüística y acumuló 16,5 millones de impresiones con un alcance estimado de cinco millones de usuarios. El análisis de palabras confirma que los mensajes más compartidos giraban en torno a la lengua, un tema que divide y moviliza a comunidades digitales.
La interacción de la cuenta se repartía entre usuarios locales y regionales. Muchos de los perfiles que participaban estaban próximos a ERC, y varios mencionaban a políticos locales del partido. La biografía indicaba que la cuenta nació en 2022, pero en realidad se creó en 2018 bajo el nombre @TGSocialista. En aquel momento tuvo poco impacto. Su primera etapa de actividad intensa llegó antes de las municipales de 2019, cuando ERC ganó la alcaldía. Luego quedó inactiva hasta finales de 2022. En la precampaña de 2023 recuperó fuerza y llegó a publicar durante dos o tres horas diarias, lo que sugiere una gestión organizada con conocimiento de la política local.
En las elecciones de 2023 el PSC recuperó la alcaldía con Viñuales y ERC sufrió un retroceso en toda Cataluña. Pasó de más de 800.000 votos en 2019 a 518.717 en 2023, perdiendo unos 300.000 apoyos. Tras esos comicios la cuenta redujo su actividad, pero volvió en el verano de 2025 coincidiendo con el Plan 2027 de ERC. Entre junio y septiembre generó 22,4 millones de impresiones, publicó 1.842 tuits y contó con la implicación directa de 952 usuarios.
El análisis algorítmico de las interacciones muestra que la comunidad que giraba en torno a la cuenta estaba formada sobre todo por perfiles independentistas, incluidos dirigentes locales como Pau Ricomà y Xavier Puig. También se detectaron cuentas falsas del entorno secesionista como Tarragoní Tipus, Garlfield o M’agradaTgn. El mensaje más viral de esa etapa fue un retuit con 233.000 impresiones que calificaba de falangista al alcalde. Ese contenido, junto a otros similares, generó dinámicas de odio digital y amplificó la confrontación. Algunos bulos llegaron a espacios como Mantinc el Català, lo que extendió aún más su impacto en la esfera independentista.
Este caso revela una campaña con dos fines claros. El primero, dañar la imagen del alcalde socialista. El segundo, activar a los sectores más radicales del independentismo a través de la cuestión lingüística e identitaria. La coincidencia con las elecciones municipales y con los procesos internos de ERC muestra una motivación política vinculada al calendario electoral.
La investigación sobre propaganda digital ayuda a entender cómo funcionan estas estrategias. Los estudios internacionales identifican tres factores comunes: la infraestructura tecnológica que permite manejar cuentas falsas y amplificar mensajes, el aprovechamiento de divisiones sociales ya existentes como la lengua y el objetivo de condicionar la opinión pública en periodos electorales. El caso de Tarragona reúne estos tres elementos.
Las redes sociales se han convertido en un espacio central en la política local. No solo sirven para informar o hacer campaña, también para desinformar y polarizar. Las campañas como la de @AlcaldeVinuales alteran el debate público y erosionan la confianza en las instituciones. Analizar y documentar estos procesos es fundamental para entender cómo se construye la política digital en el ámbito local y cómo la desinformación afecta de manera directa a la vida democrática.