Estos son mis principios. Si no les gustan tengo otros
Salvador Illa nos ha humillado a todos los catalanes. Acude a la entrevista con el prófugo Puigdemont como presidente de la Generalitat, y lo hace precisamente evidenciándolo, en la sede de la Generalitat en Bruselas. No es un encuentro al márgen de su cargo, es un encuentro en el ejercicio de su cargo, para rehabilitar a quien huyo de la acción de la justicia.
Ya no es el gobierno de todos, es el gobierno de ellos, con este gesto ha traicionado a una parte importante de los catalanes. Además, por si ello fuese poco, la reunión ni siquiera es por los intereses de Cataluña, es única y exclusivamente en defensa de los intereses de Pedro Sánchez, el cual ha convertido a Salvador Illa en el correveidile necesario para mantenerse en el poder.
Desde la discrepancia política siempre había considerado a Salvador Illa como un político coherente, que decepción. El primer aviso de que el actual presidente de la Generalitat había caído en el más puro Sanchismo, fue cuando paso del «Ni amnistía ni nada de eso», a convertirse en el más ferviente defensor de la impunidad.
Basta recordar sus declaraciones este verano en relación con la aplicación de la amnistía al delito de malversación, manifestando que «la última palabra la tienen los ciudadanos, no los jueces», afirmación esta exactamente igual a la que pronunciaban reiteradamente los independentistas en el 2017 ante los recursos que el propio Illa interponía contra las decisiones del Parlamento de Cataluña. ¿Recuerdan?, decían los independentistas que los tribunales no podían modificar la voluntad del pueblo de Cataluña que era plenamente soberana para decidir lo que le viniera en gana.
Illa defendía que los tribunales sí eran quien debían interpretar las leyes y su adecuación al ordenamiento jurídico, ¿qué le ha pasado ahora? Solo una cosa, Pedro Sánchez necesita los 7 votos de Junts, y ante ello ha renunciado a los principios que defendió. Es el tacticismo que ha caracterizado al Sanchismo, definido espléndidamente por Groucho Marx con la célebre frase: «Damas y caballeros, estos son mis principios. Si no les gustan tengo otros»
En democracia, los Tribunales son los únicos que tiene la facultad de interpretar y aplicar las leyes, no quieran echar las culpas al Tribunal Supremo a un error en la redacción de la ley de amnistía que por inutilidad de sus redactores deja fuera la malversación, la culpa Sr. Illa no es del Tribunal Supremo es de la enmienda que conjuntamente su partido, Junts y ERC presentaron en el Congreso para intentar salvar una posible sentencia contraria de los Tribunales Europeos al ser la malversación regulada por diferentes normas de la UE.
Y lo tienen muy fácil, si quieren que la malversación esté incluida en la amnistía, modifiquen la ley, quiten la exclusión en los supuestos de propósito de enriquecimiento propio y tendrán la aplicación de la amnistía a cualquier supuesto de malversación.
Con la visita institucional al prófugo, Illa ha vuelto a cambiar de principios, de criticar que el primer acto oficial de Torra en la apertura del curso político, fuera visitar a Puigdemont, a hacerlo él mismo, pero con una circunstancia agravante, lo hace en las instalaciones oficiales de la Generalitat en Bruselas.
Se dan cuenta de lo que significa que quien se encuentra fugado de la justicia española sea recibido institucionalmente en la sede de una administración pública española por el representante de una comunidad autónoma española, y todo por 7 votos. Cómo queda con esto la justicia española, y todos los ciudadanos españoles ante Europa.
Sr. Illa no justifique su visita con la sentencia del Constitucional, esta nada tiene que ver con la aplicación a la malversación a pesar de la amnistía, el Sr. Puigdemont sigue siendo un prófugo de la justicia española. Sr Illa la foto del encuentro le perseguirá toda su carrera política.