Diari Més

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Una de mis películas favoritas es Dirty Dancing, recuerdo que la semana del estreno fui tres veces a verla. Eran otros tiempos y otros precios. Hay una escena que me gusta especialmente, la de antes del baile final, cuando Patrick Swayze entra y le dice a Jennifer Grey, «no permitiré que nadie te arrincone». Últimamente he oído muchas críticas al respecto, de la película y de ese momento en especial, porque es un chico rescatando a una chica. De hecho nadie debería rescatar a nadie, porque en teoría deberíamos tener herramientas para rescatarnos solos. Pero… ¿siempre es así?

Hay adultos por la vida que necesitan que les recaten porque no han desarrollado o no les han propiciado las herramientas para poder salvarse por sí solos. Y ya no hablemos de la infancia. Deberíamos enseñar y educar para que crezcan niños valorados y sabiendo que el respeto te lo mereces ya de entrada, porque si no te escuchan cuando hablas, si se ríen cuando dices algo en clase, si te hacen el vacío… no te están respetando. 

Y a veces hay niños que les falta fuerza para hablar, y para pedir que les traten bien, y si por suerte hay alguien cerca que les defienda, de entrada ya tienen una amortiguación de vida. Después ya vendrá el trabajo de conseguir que por sí solos lo hagan, pero cuando no pueden o no saben cómo hacerlo necesitan a alguien que les ayude.

Muchas actividades en el colegio se hacen en círculo, y si os fijáis a veces hay niños que dejan a otros detrás que les cierran como si no estuvieran. Yo siempre les digo, si os sentáis y cerráis entre dos a un niño atrás, es como que le estáis diciendo «Tú, estás fuera». 

Si miráis y veis, sabréis de qué hablo. Y el trabajo ahí está tanto con el niño que deja a sus compañeros fuera, como con el que se queda fuera que sepa decir, perdona pero me estás dando la espalda y este es mi espacio. Poco a poco aprenden a reclamar su sitio dentro del grupo.

Hoy en día no cesan las noticias en torno al acoso escolar. Y se habla de víctimas y de agresores, poca importancia se da a los espectadores, a los que ven pero no hacen ni dicen nada. ¿Sabéis que son justo los espectadores los que tienen más fuerza para poder acabar con eso? A veces no lo hacen por miedo, a veces porque como a mí no me lo están haciendo… Motivos hay varios, para cada uno de los roles que se ocupa en las situaciones de acoso, pero os aseguro que cuando los espectadores se manifiestan, la cosa cambia.

Pensamos que las habilidades sociales vienen instaladas de serie, pero no es así. Lo bueno es que se pueden aprender, y por lo tanto las deberíamos enseñar. Hay personas preocupadas del aprendizaje, o de si el niño sabe leer mejor que su primo que es de la misma edad, o si ya escribe con letra ligada, y el de los amigos que va a otro colegio aún va por letra de palo. 

Y ahí no va incluido uno de los valores más importantes para las personas. El de respetar y hacerse respetar. Poco importa lo que sepas escribir, leer, o si eres un fenómeno con los números, si luego no eres capaz de tratar bien a los demás. Pensad que lo que les enseñamos de pequeños es lo que tendrán para utilizar cuando sean adultos.

Y si no pueden arreglarlo por sí solos, deben aprender a pedir ayuda wa un adulto. Porque si aprenden el cómo gestionar sus conflictos, llegará el día en que no necesiten pedir ayuda, y puedan resolverlo por sí mismos. Pero mientras aprenden o mientras reclaman su espacio en el círculo, creo que necesitan ayuda de algún adulto, o de algún igual que les diga… tú no estás fuera y no permitiré que nadie te arrincone.

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