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Finaliza la fallida investidura de Alberto Núñez Feijóo, se inicia la de no se sabe cómo acabará de Pedro Sánchez, puede acabar con un acuerdo, otorgando una amnistía general a todos los implicados en el proceso ilegal de autodeterminación, del 1 octubre 2017, para más tarde en un referéndum de autodeterminación o bien, en una repetición de las elecciones generales. Estoy seguro de que la segunda opción sería la más acertada, para no caer en el peligro de que una minoría independentista, se imponga a una gran mayoría de ciudadanos, poniendo en peligro la igualdad y libertad de todos los españoles, por una obsesión desmesurada de permanencia en el poder del presidente en funciones de Pedro Sánchez.

Nunca mejor dicho que la función terminó, como si de una representación de entretenimiento y diversión se tratase, lo digo por aquellos que demostraron una falta de respeto a la institución parlamentaria del Congreso de los Diputados, en especial el primero que, debería haber dado ejemplo, y no lo hizo, me refiero al presidente en funciones Pedro Sánchez, que se mantuvo refugiado en su escaño, mientras enviaba a la pista parlamentaria a sus escuderos, no sea que de intervenir, pudiese resbalarse en el hilo de la intervención de Feijóo y pegarse un batacazo en el suelo, que mejor que tender un puente de seguridad para no caer en el vacío.

La intervención de Alberto Núñez Feijóo, fue la intervención de un líder político consolidado, arropado por su propio partido, con la experiencia de años en la presidencia de la Xunta de Galicia, un líder político que gana las elecciones generales, ante los ilusionistas que hacen malabarismos, para evitar la realidad de un resultado electoral, pero sobre todo con las ideas claras de la España que ambiciona. No tuvo Feijóo ningún tipo de dificultad, en presentar con toda clase de detalles y nitidez su programa de gobierno, comprometido en impulsar seis pactos de Estado: institucional, por la economía, por las familias, por el estado del bienestar, del agua, un pacto territorial y a cerrar la reforma del artículo 49 de la Constitución, una deuda con las personas con algún tipo de discapacidad.

Cuando se esperaba el turno de respuesta, de Pedro Sánchez, a la intervención del candidato a la presidencia del gobierno de España, de Alberto Núñez Feijóo, cómo hubiera sido lo más correcto y respetuoso al proceso parlamentario, pero no, no dudó en enviar a su escudero diputado por Valladolid, Óscar Puente, al grito acalorado de sus señorías en los escaños de: «cobarde, cobarde, ...», quien con un discurso de garrulo, más propio de unos paisanos, reunidos en una barra de bar, trató, sin conseguirlo, desautorizar la intervención de Alberto Núñez Feijóo.

Si es cierta la brillantez del discurso programático de gobierno, del candidato Feijóo, no fue menos, su réplica a todas las intervenciones de los grupos parlamentarios: rigurosidad, respeto, valentía y convencimiento, han sido los elementos que le han erigido en ser un destacado parlamentario. El fracaso en la investidura, de quien ha ganado las elecciones, me refiero cómo es evidente a Feijóo, no le ha supuesto una derrota, más bien al contrario, un fortalecimiento, en seguir hacia adelante, liderando una oposición contundente. Feijóo ha demostrado que, prefiere ser líder de la oposición, que no presidente de un gobierno, rehén de una minoría independentista o pro etarra.

Ahora se inicia una nueva función, la del malabarista Pedro Sánchez, cuya actuación se centra en conseguir la tan reclamada amnistía y el referéndum de autodeterminación que le exigen los separatistas. Sánchez ofrecerá la amnistía cómo un gran logro, para conseguir la estabilidad política y frenar los conflictos de unilateralidad, abriendo un camino al referéndum. Pedro Sánchez olvida que, ante los logros de la izquierda en temas cómo los indultos, supresión de la sedición, reforma de los delitos económicos, ahora la amnistía y una consulta pactada, la derecha, o centro-derecha, ha ido por delante en la defensa de la igualdad y libertad, en países gobernados por sociales comunistas. Ante la amenaza de los independentistas, de caixa o faixa, es decir, amnistía y autodeterminación o elecciones generales, en las manos de Pedro Sánchez está el futuro de España.

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