Diari Més

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Hace pocos días nos dejó una gran persona, un significativo hijo y vecino del Pallars Sobirà, me refiero a Xavier Gabriel Lliset, a la edad de 66 años, después de una larga enfermedad que siempre, digo siempre luchó contra ella, sin dar la tregua, plantándole cara, con un convencido optimismo y es que la lucha, el sacrificio y la superación, formaban parte de Xavier, era un luchador nato. Era el hijo del estanquero, del municipio montañés de Sort (Pallars Sobirà). Como muchos jóvenes de los diversos pueblos del pirineo catalán, se desplazaban a conseguir fortuna a la capital, para cursar estudios o emprender su actividad laboral. Xavier lo hizo en la Caja de Crédito para la Vivienda, que más tarde fue el Banco de Navarra, para acabar en la desaparecida Banca Catalana, lo hizo a la temprana edad de 16 años, con la categoría de botones, acabando siendo su director.

Vivir en la capital quizás no era lo suyo, ya en 1986, con 28 años, decide abrir una administración de loterías en su pueblo natal de Sort, al principio con el nombre de «Estel», más tarde «Stop», con el propósito que la gente parase a comprar décimos, pero la verdad es que lo confundían con una autoescuela. Su nombre actual de éxito, «Bruixa d'Or», surgió paseando la familia por el municipio costero de Cambrils de la provincia de Tarragona, donde observaron una tienda que exhibía unas simpáticas brujas.

La decisión del negocio de loterías, no era nada fácil, teniendo en cuenta la escasa población de Sort, ya que por aquellos años, para mantener una administración de lotería, exigía el Estado al propietario, vender como mínimo 250.000 pesetas, lo que serían unos 1.500 euros, pero Xavier, junto a su esposa, lo consiguieron, una vez más se cumple aquello que, detrás de un gran hombre siempre existe una gran mujer, en este caso, Rosa Galí, que siempre fue su gran apoyo en la familia, negocios y vida.

Llega 1994, tuvo la suerte a la recompensa de su trabajo, la Bruixa d'Or entrego un premio de 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros), en el primer premio del Sorteo del Niño, en el número 08.036. Xavier era avanzado a sus tiempos, sabía que la mejor ventanilla de venta de décimos, eran las nuevas tecnologías, lo que hoy es un hecho consumado en la venta de toda clase de productos. En el año 2006, la Bruixa d'Or, ya vendía el 86% de sus décimos por internet, con una facturación superior a 100 millones de euros al año, situando la administración, en el número uno de toda España, en venta online. Pero también ese éxito fue un reclamo para el propio municipio de Sort, miles de personas que cada año pasan por su establecimiento, colas interminables de visitantes que buscan la suerte, que al mismo tiempo aprovechan para visitar y conocer el territorio, Xavier se las ingeniaba, para que las esperas fueran entretenidas, con creativas y divertidas actividades festivas. Xavier era una persona tremendamente imaginativa y creativa, siempre pensando en grande, actitud esta que alguna envidia despertaba. También fue, un visionario en la implantación de los deportes de aventura, en su propio territorio, en especial el rafting, hoy representa uno de los ingresos más importantes en la zona, conjuntamente con el esquí en invierno. Para ello creó una empresa para la promoción y práctica del mismo, siendo hoy diversas las empresas locales que explotan dicho negocio de aventura. En una de nuestras conversaciones, cuando iba a verle aprovechando que subía a Sort, hablando de negocios, me comentó, que un día le dijo a su madre que, de las piedras, haría dinero y así fue, recogió algunas piedras de canto rodadas del río, les pintó la Bruixa d'Or, el resultado, los clientes se las quitaban de las manos en su establecimiento. Colaboró con entidades deportivas significativas de Cataluña, intervino en universidades de prestigio, donde compartía sus experiencias como empresario, escribió libros, hizo todo aquello que su instinto le indicaba, corriendo todos los riesgos habidos y por haber, también es cierto, que no todo fue un éxito empresarial en su vida, alguna derrota también encontró en el camino, donde no dudó un solo segundo en remontarse, era consciente que había que tener ilusiones, pero no creérselas, por si acaso.

El ser un empresario de éxito, no significaba ningún obstáculo para ser una buena persona, sirva como ejemplo, en el sorteo del Niño de 1994, correos le devolvió a la Bruixa d'Or, un sobre con unos décimos que, habían sido agraciados con el primer premio, pero no abonados por los consumidores, legalmente eran propiedad de la administración, concretamente el importe era de 317 millones de pesetas, unos 2 millones de euros, Xavier no dudo el día siguiente del sorteo, en devolver los décimos a los interesados, ejemplo de aquel dicho que dice: «Las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran».

Haber conocido a Xavier y tenerlo entre tus amigos, no te deja indiferente, tenía una personalidad muy propia, no era un estándar común en el comportamiento, su hijo Xavier, para los amigos Goyo, lo define muy bien en el prólogo del libro de su padre, El gran libro de la inspiración, cuando dice de él: «En realidad es un niño mayor, eso significa que es puro instinto, atrevimiento e innovación constante, es decir, completamente impredecible», yo añadiría que, también travieso.

Un hombre enamorado de su familia, de su trabajo, del territorio, de los animales, en este último caso, de su extraordinaria mascota, Simba, que compartimos experiencias con la mía, Bruno. Su virtud de ser muchas veces políticamente incorrecto, decir lo que piensa, le llevo ganarse algún que otro enemigo que, nunca lo fueron para él. La frase que regaló a su hijo un día, lo define claramente: «No sé si soy valiente o inconsciente, solo sé que tengo respeto a todo y miedo a nada».

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