Diari Més

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Hace pocos días fallecía, a los 68 años, el vilanoví, Josep Piqué Camps, padre de tres hijos, que tuvo de su primer matrimonio con Margarita Montaner, extraordinaria mujer, también igual que Josep Piqué, de Vilanova i la Geltrú. Tuve el honor de hacer una buena amistad con ella, en los años de la presidencia de Josep Piqué en el PP de Cataluña y que conservamos hasta la fecha de hoy. Josep Piqué era un gran político, un destacado intelectual y una gran persona, me siento muy honrado, de haber tenido la oportunidad de trabajar codo a codo con él, durante cinco años, en calidad de Secretario General del PP catalán, bajo su dirección y liderazgo, a su lado, aprendí un nuevo estilo de hacer política, basada en el diálogo que no en el enfrentamiento, una persona con una visión clara de las necesidades de Cataluña, de aquellas que hacen próspero un territorio, alejado de aislamientos y fronteras, muy al contrario, sabía muy bien que si Cataluña iba bien, España iría mejor. Nadie podía poner en duda su catalanidad, su compromiso con una Cataluña dentro de España.

El presidente José María Aznar, tenía muy claro cuando en el año 2007, envió a Josep Piqué a Cataluña, no tan solo para contar con una persona de confianza, que le facilitará la estabilidad política con CIU que, en aquellos momentos, le garantizaba el gobierno de España, sino también, la creación de un PP catalán, comprometido en un proyecto en común con España, un estilo a UPN, lo que Josep Piqué repetía como: «Un partido que forme parte del paisaje de Cataluña y no se nos vea como algo de fuera». También es cierto, que su elección respondía a un líder político, alejado de cualquier conflicto o influencia interna del partido, muy propio en cualquier organización política. En ese proyecto no dudó en rodearse de personas válidas, algunas nuevas y otras, con experiencia interna en la propia organización.

La presidencia de Josep Piqué en Cataluña, no estuvo ajena de conflictos, más bien, venidos desde fuera, que no propios del territorio, que también los hubo, como la reforma del Estatut de Autonomia, me refiero a las manifestaciones por el conflicto de Irak, que se encontró por diversos rincones de Cataluña, nunca le acomplejaron, ni tampoco ante ellos demostró debilidad o cobardía alguna, recuerdo en un acto en un municipio del Baix Llobregat, donde se concentró una manifestación, con el propósito de evitar la salida de los asistentes del inmueble donde se realizaba el evento, a petición de la que fue consellera de interior de la Generalitat de Catalunya, Montserrat Tura, que se desalojase por la parte de atrás del edificio por seguridad, Josep Pique se negó, aludiendo se le pusiera a disposición la seguridad suficiente, para salir por la puerta principal, como así fue e hizo.

Nadie ha podido poner en duda la capacidad intelectual de Josep Piqué, en sus conferencias, reuniones o intervenciones parlamentarias, con una brillantez indiscutible, guardo con mucho cariño, unas notas que había tomado a mano de la reunión del grupo parlamentario y que nadie más que él sabía lo que querían decir, de su intervención en el debate de política general del Parlament de Catalunya y que después, de ser publicado su discurso en el diario de sesiones del Parlament, parecía una copia exacta de un discurso escrito, preparado meticulosamente por un equipo de asesores. Siempre recordaré, desde la humildad y el aprendizaje, un almuerzo en Barcelona con Josep Piqué, José María Aznar, Pedro Arriola y Gabriel Cisneros, una lección magistral de experiencias, conocimientos y análisis políticos, o bien aquel Congreso del PP de Cataluña que en la ponencia política, intervinieron él y Alejo Vidal Quadra, dos titánicos de la política, cada uno con sus propias convicciones, que provocaron una escasa presencia de compromisarios en el resto ponencias.

Josep Piqué también era una gran persona, cercana, muy humana, con una gran capacidad de saber escuchar, al mismo tiempo que podría estar interviniendo en el discurso de una graduación universitaria, sabia estar y se encontraba a gusto, en cualquier municipio de Cataluña, rodeado de su gente, le encantaban las tertulias después de una buena comida y compañía. Muestra de su cercanía y humanidad, enterado en una de sus visitas a un municipio del territorio catalán, que una señora admiradora de él, sufría una grave enfermedad, me pidió hablara con sus familiares para visitarla en su domicilio, cosa que hizo y que todavía recuerdo la cara de felicidad de la mujer y de agradecimiento de sus hijas. A Josep Pique, solo se le tenía que haber dejado el tiempo suficiente, para que su proyecto político hoy fuese una realidad de éxito.

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