Diari Més

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No se puede obviar que se acercan las navidades, solo hace falta ver algunas apariciones de sus preparativos en redes sociales, aquellos hogares católicos que con una delicada destreza y tradición ya han empezado o finalizado la colocación de sus pesebres, donde no falta detalle del propio ambiente del nacimiento, no tan solo el propio niño Jesús, también sus padres José y María, la adoración de los pastorcillos, los animales que transmiten ese calor de Navidad, como la mula o el buey, sin olvidarnos de la cercanía de las ovejas a sus pastorcillos, aunque la magia para los más pequeños, es la adoración de los Reyes Magos al recién nacido. No olvidemos, y concretamente en Cataluña, la búsqueda de aquella figura del caganer, a veces representada por algún personaje real de actualidad, no sabemos si será Luis Enrique o quizás el propio Pedro Sánchez, aunque este último no haría muchos escrúpulos, por aquello que lo importante es estar. Pero también, la proximidad de las fiestas se puede percibir, en aquellos hogares que, no confesando una práctica cristina católica, no han dudado en adornar espectaculares árboles de Navidad, en cuyas bases no faltan los típicos regalos familiares, envueltos en llamativos colores de papel celofán, con sus lazos que aparte de un adorno, transmiten una seguridad de no vulnerabilidad. Aquí los Reyes Magos, se convierten en Papás Noel, con sus carros llenos de regalos, estirados de preciosos y corpulentos renos.

A otros u otras, no les importa en absoluto adecuarse a todos los tipos de celebración de la Navidad, razón no les falta, es vivir con toda intensidad las fiestas navideñas, incluida la triplicidad de regalos, Papá Noel, Reyes Magos y Tió de Nadal y no digo a los más pequeños de la casa. Compartiendo en todos casos las simbólicas plantas de Pascua, que tienen la peculiaridad que, aparte de dar un toque de belleza natural en los hogares, se alarga en el tiempo, como recuerdo del evento pasado.

También en los grandes, medianos o pequeños municipios, se anuncia la venida de la Navidad, el encendido de luces en sus plazas, avenidas, calles y edificios municipales, no se hacen esperar, con ese sonido musical de fondo de algún conocido villancico que no cesa de sonar. También, las ciudades o pueblos dan un guiño al color político de sus gobiernos, cuando se trata de engalanar sus espacios públicos, para prueba ello, los pesebres, ya sean estáticos o vivientes, ni en la navidad la política se deja aparcar.

Pero lo más importante en las próximas fechas, es lo que conocemos como espíritu navideño, aquel que forma parte de las personas, que no de la gente, aquel que se basa en los sentimientos, donde se mezcla la alegría de reunirse las familias al entorno de una mesa, degustando una tradicional gastronomía navideña, con la nostalgia de observar aquellas sillas vacías de seres queridos que no volverán a ocupar, mientras las calles permanecen vacías con sus luces de colores y música de Navidad, porque la vida se encierra puertas adentro de los hogares en un ambiente familiar, que de ser sinceros, en algunos casos se convierte en un esfuerzo de resistencia de convivencia, pero todo lo justifica la Navidad.

También parece que la Navidad, nos hace más complacientes en la convivencia y tolerancia con los vecinos y sociedad en general, es aquel incansable «feliz Navidad» que, nos ofrece una tregua de felicidad o como menos de tranquilidad. De todos modos, siempre existirá ese deseo de una feliz navidad, que en una mayoría de casos se convertirá en una sincera realidad, en otros menos, no pasa de una simple voluntad.

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