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Tribuna

La verdad sobre la Ciudad Residencial del gobierno Ricomà

Portaveu grup municipal del Partit Popular de Tarragona

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Hace justo un año publiqué un artículo en sobre el anuncio pronunciado en febrero de 2020 por el entonces conseller de Treball i Afers Socials, Chakir el Homrani: la Ciudad Residencial de Tarragona iba a convertirse en el mayor albergue de Cataluña. Se ofertarían, dijo, de 524 camas a 10euros/noche. La Generalitat, empeñada históricamente en obviar nuestra capitalidad, esta vez sí nos había elegido. Pero para convertirnos en… destino turístico low cost. Un anuncio que, por cierto, no vino acompañado de partida presupuestaria. Quedó en mero titular. En aquel momento afirmé que el «turismo de albergue» podía ser complementario, pero siempre y cuando Tarragona hubiera dado un salto cualitativo en su oferta hotelera y hubiera cumplido otros importantes retos. En aquel momento, ya fuimos el único grupo municipal que no opusimos a ese uso. Hoy volvemos a ser, sorprendentemente, los únicos que nos oponemos al reformulado proyecto que ha anunciado recientemente la nueva consellera de Drets Socials. Un anuncio polémico sobre un proyecto ciertamente opaco, que conviene conocer.

Ha prometido una inversión de 15 millones de euros para instalar un albergue juvenil de salud mental y emocional en la Ciudad Residencial de Tarragona. Por supuesto, la administración autonómica debe invertir en atender a las complejas y dolorosas circunstancias derivadas de los problemas de salud mental. Pero lo que ni entendemos ni aceptamos es que este proyecto se nos venda como el «proyecto turístico» que necesita Tarragona, como ha llegado a afirmar el alcalde Ricomà, cada vez más entusiasmado en convertir nuestra ciudad en un pequeño reducto de turismo social y asistencial.

Fruto del desconcierto de los tarraconenses y, en especial, de los vecinos de Levante, en los últimos días se han publicado diversas y contradictorias declaraciones sobre el uso que la Generalitat prevé para este equipamiento. Simplemente me permito remitirles a la propia web del Govern de la Generalitat, donde se describe el futuro equipamiento como un «laboratorio sobre la salud emocional», «un centro de referencia que permita elaborar programas piloto de gestión emocional» que se focalice «en mejorar la atención e integración de personas con factores de riesgo psicosocial”: esta es la verdad sobre la Ciudad Residencial del gobierno Ricomà-Aragonès.

Nos preguntamos: ¿responde esto a un proyecto turístico? ¿es la Ciudad Residencial el lugar adecuado? ¿se ajusta al modelo de turismo que –según Ricomà– encaja en la línea promocional de Tarragona? Nos dejan perplejos las palabras que el propio alcalde pronunció en el Pleno: «El espacio es fantástico para que jóvenes con problemas de salud mental puedan venir de vacaciones a este albergue. Nos tenemos que felicitar porque este equipamiento será una realidad en 2026». Hasta ahora, creíamos que Tarragona debía posicionarse como destino mediterráneo, patrimonial, cultural, gastronómico, deportivo y de congresos, abierto los 365 día del año, que impulse la marca Tarragona y genere empleo. Y, hasta ahora, creíamos que en la Ciudad Residencial debía priorizarse un uso hotelero de calidad y un equipamiento para los vecinos de Levante.

Pero, como vemos, el gobierno Ricomà y la Generalitat de Catalunya tienen otros planes para nosotros. Y nos sorprende enormemente también que al resto de formaciones políticas del consistorio no se opongan también a este proyecto.

Que no nos engañen. Este es un regalo envenenado de una Generalitat que ha encontrado en nuestro gobierno municipal de ERC+ CUP+ Junts el cómplice perfecto para aparcar en Tarragona los equipamientos que otras ciudades no quieren. El único consuelo que nos queda es que seguramente se tratará de un anuncio más y que la Generalitat, de nuevo, no hará nada en Tarragona… ¿O esta vez sí?

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