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... Y el PP se quitó la careta

Senador del PSC por Tarragona

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Es grave. Por primera vez en la Unión Europa la extrema derecha cogobernará una comunidad autónoma. Vox tiene ya la vicepresidencia de Castilla y León y diversas consejerías. Es el mismo Vox que niega la existencia de la violencia de género, que afirma que el machismo «es un invento de las socialistas», que se abraza con los amigos de Putin en Europa, que defiende que la dictadura franquista fue «un periodo de progreso» comparado con el gobierno democrático actual, elegido en elecciones libres y votado por el pueblo. Esto es Vox, no nos olvidemos. Un Vox que ya es gobierno en la Comunidad Autónoma más grande del país.

Y todo ello por obra y gracia del PP. Del «nuevo» PP. Del PP de Feijoo. De hecho, las primeras declaraciones de Feijoo ya son dignas de una antología. Afirma que el nuevo PP no «viene a insultar». Muchísimas gracias, señor Feijoo. Es de agradecer que el primer partido de la oposición se comprometa a «no insultar» (básicamente, lo que han hecho durante estos últimos años). Lo siguiente sería proponer medidas en positivo para lograr que a la gente, a pie de calle, le vaya mejor. Más en estos momentos difíciles, marcados como están por la guerra y los efectos de la pandemia.

Pero el perfil, digamos, moderado no le ha durado ni 24 horas. Después de pasarse semanas asegurando por activa y por pasiva que no querían pactar con Vox el nuevo PP ha validado un acuerdo de gobierno con la extrema derecha en Castilla Y León. Con los que niegan la violencia machista, sin ir más lejos.

Que la decisión es muy preocupante no lo digo yo, lo dice el presidente del Partido Popular europeo, Donald Tusk, quien calificó como una «una triste sorpresa» el abrazo del PP con Vox en Castilla y León. «Esperemos que sea un accidente y no una tendencia de la política española porque el centro derecha no puede tener este tipo de coqueteos con movimientos radicales de extrema derecha como Vox.» Esto lo dice, repito, no el presidente de la Internacional Socialista sino el presidente del Partido Popular europeo, el jefe de filas del PP español en Europa. Lamentablemente, veo que no conoce a sus correligionarios españoles...

Este rechazo no es ninguna casualidad. La derecha democrática europea, a diferencia de lo que hace el PP español, niega cualquier pacto o acuerdo político con la extrema derecha nostálgica del fascismo. Lo hacen porque recuerdan lo que pasó durante los años 30 del siglo pasado, es decir, que ante «el peligro» que les suponía el auge de la izquierda se abrazaron a los fascistas, nazis y autoritarios radicales más extremistas. Y el resultado es conocido por todos. Por ello nunca, nunca después de 1945, ni en Alemania, ni en Francia, la derecha democrática a blanqueado a la extrema derecha. Nunca. En Alemania la canciller Merkel actuó de inmediato desautorizando la constitución de un Gobierno regional en Turingia que incluía la extrema derecha. La llamó «el pacto de la vergüenza» y no duró ni 24 horas. Por dignidad e higiene democrática.

En España lamentablemente, no ha sido, ni es así. Ni Casado antes, ni Feijoo ahora no han tenido ningún problema, ni lo tendrán, para pactar con la extrema derecha y darles lo que quieran para recuperar el poder. Sin escrúpulos. Serían capaces de regalarles el ministerio de igualdad. ¿Os imagináis al señor Abascal de ministro de Igualdad? ¿O gestionando la memoria histórica? ¿O las prestaciones sociales que quiere suprimir? Pues eso.

Por todo ello el gobierno progresista del presidente Pedro Sánchez es ya, también, el dique de contención contra el retorno de la extrema derecha en nuestro país. No permitamos que aquellos que por acción o por omisión quieren retrotraer el reloj de la historia 40 años ocupen el poder. No cometamos el error. O entonces será demasiado tarde para lamentarlo.

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