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Una generación perdida

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No hace muchos años, la crisis del 2008, motivada por la especulación de una burbuja inmobiliaria, conllevó a un desempleo que se duplicó prácticamente en año y medio, situándose a finales del mismo año, en una tasa del 13,79%, el número de parados pasó de 1.773.200 personas a mediados de 2007 a 3.206.800 a finales de 2.008, casi el doble. Azotando de forma significativa al segmento juvenil de la población, en el segundo trimestre de 2.008 el paro juvenil se situaba en el 23,6%, la cifra más alta de los países de la UE. Una generación preparara en su gran mayoría, ya sea por su formación universitaria o profesional, generación que se había preparado para ser los mejores en el mundo laboral, convencidos en la voluntad de sus padres, en que la mejor inversión para su futuro era su formación laboral, para ello no regatearon en dar lo mejor de sí mismos para conseguirla. Pero todas las esperanzas e ilusiones puestas, con el tiempo se iban frustrando, no encontrar aquel puesto trabajo por el que se habían formado, no poder independizarse de sus padres, sin poder adquirir o alquilar una vivienda propia, tampoco en montar su propio negocio o quizás con dificultades para formar una familia. Todo ello, ocasionó el inicio de un peregrinaje buscando oportunidades en otros países, como así, lo hicieron muchos españoles en el pasado o bien la frustración de incrementar las listas del paro juvenil.

Cuando se fue capaz de evitar el ser rescatados por los hombres de negro de la UE, volviendo pausadamente a una recuperación económica, por lo tanto, a la creación de puestos de trabajo, es cuando surge la crisis sanitaria de la pandemia del coronavirus. Vuelve de una forma drástica y brutal a afectar nuestra economía, con el cierre de empresas y perdida de puestos de trabajo, la crisis más grave de lo que va de siglo, con una caída del 11 % del PIB, la peor de la OCDE y la más grave conocida después de la Guerra Civil.

Esta crisis vuelve a cebarse duramente en los más jóvenes, que todavía no habían levantado cabeza de la crisis del 2.008. En España el paro juvenil encabeza la lista de los países más desarrollados, la tasa de desempleo juvenil sigue siendo la más alta de la UE, según los datos de Eurostat del pasado mes de julio, los menores de 25 años parados en nuestro país representan un 43,9%, mientras la media europea se situó en un 17,6%, sin contar los expedientes de regulación de empleo (ERTE) en la zona euro. El propio presidente del gobierno Pedro Sánchez, en su intervención en el Foro Económico Mundial, tuvo que reconocer a duras penas que el paro juvenil en España es «inaceptablemente alto», no podía decir otra cosa, ante la realidad de las estadísticas de desempleo.

Es cierto si se quiere ser objetivo, que la crisis del 2.008 de la burbuja inmobiliaria, como la actual del coronavirus 2.020, han venido sobrevenidas y sus causas no son precisamente de una inadecuada gestión económica, pero también nos tiene que hacer pensar, porque nuestro país, en las dos crisis mencionadas, ha liderado el desempleo juvenil de los países más desarrollados. El profesor de Economía en el IS Bussines School, Rafael Pampillón, reconoce que «podemos hablar de una generación perdida», avisando de que el desempleo juvenil es tan alto que el mercado laboral «no va a ser capaz de absorberlo». Los aspectos de no ajustes entre la demanda y la oferta, hay muchos jóvenes buscando trabajos que no encuentran, pero también, empresas solicitando perfiles profesionales que tampoco el mercado laboral les abastece, la prueba más palpable de todo ello, la dificultad en estos momentos de contratar profesionales de la sanidad, cuando algunos de ellos por cuestiones laborales ejercen en el extranjero. La perdida de motivación, por la propia frustración, al observar como no hay salidas profesionales, provoca el abandono de los estudios. La temporalidad de los contratos laborales, creando una inestabilidad e incertidumbre. Falta de programas de prácticas, compatibles con la propia formación, entre otros.

Todo lo mencionado, se agrava con la crisis económica que estamos padeciendo, obligando a tomar medidas urgentes para dar una solución a los problemas mencionados, con el fin, de que el tránsito a una mejora de la ocupación juvenil sea lo más corto posible y eficaz en el tiempo. Los fondos de recuperación de la UE, son un buen instrumento para ayudar a los programas de empleo juvenil, siempre que estos no hubieran quedado al libre albedrío o antojo del gobierno, lamentablemente no ha sido así, por la abstención de Vox y el apoyo de Bildu en el Congreso de los Diputados, al decreto de gestión de los fondos de la UE, del gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez.

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