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No nos merecemos a nuestros héroes y heroínas

Regidor del PSC a l’Ajuntament de Tarragona

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La crisis sanitaria nos ha llevado a la mayoría de la población a considerar héroes al personal de centros sanitarios, de residencias, de mercados, de las fuerzas de seguridad, de voluntarios y de muchos otros. ¡Y no es para menos! Puesto que arriesgan su salud y la de su familia en pro del bien común, para que no nos falte lo más básico.

Pero, igual que algunos héroes de cómics, a veces su trabajo no se ve recompensado justamente e incluso aparece quien, por miedo o desconfianza, genera odio y rechazo hacia los que se sacrifican por el resto.

Me centraré en la sanidad pública, un sector desde hace tiempo sobrexplotado, con una ratio de pacientes por trabajador desorbitada, que obliga a los empleados a hacer un sinfín de horas extra y que, a pesar de su enorme esfuerzo, ven reducida la calidad de atención a los pacientes por falta de recursos y de personal, así como un aumento de las listas de espera, generando a su vez un círculo vicioso.

En el caso de Cataluña, la desinversión en sanidad pública llega gracias a Artur Mas y a su conseller de Salut, Boi Ruiz, quien casualmente es el actual director de la patronal de la sanidad privada. A partir de los recortes que propiciaron, desde 2010, la inversión en sanidad pública se ha visto recortada año tras año y nunca ha recuperado los niveles del tripartito.

Paralelamente al declive de la sanidad pública, en Cataluña, vemos un aumento de la sanidad privada, la cual ha ido encontrando un hueco. Convirtiéndose así, en una de las CCAA con menos inversión por cápita en sanidad y a la vez más inversión en la sanidad privada. No me malinterpreten, no estoy en contra de la privada, estoy en contra de un modelo que premia a la privada gracias al descenso de gasto público en sanidad.

Vistos los antecedentes, el president Quim Torra no trasmite ningún tipo de confianza en lo que a sanidad pública se refiere, porque por mucho que los presupuestos aprobados la semana pasada [elaborados bajo unos supuestos caducos, pues son previos a la crisis del COVID-19] prevean un incremento en el gasto público en sanidad, él prefiere lo mediático a lo fiable; él prefiere montar el espectáculo junto a Oriol Mitjà antes que confiar en la cúpula político-técnica del Departament de Salut.

Así pues, mientras el ministro de Sanidad propone poner los recursos de la privada a disposición de la pública, Quim Torra no solo hace oídos sordos sino que paga a la privada 43.000 euros por paciente ingresado en UCI, independientemente de la duración de la estancia, mientas Navarra paga 24.000 euros por paciente por 21 días de hospitalización. Prefiere regalar millones a la privada antes que aceptar ayuda de los poderes públicos, como pasó en varias ocasiones con la ayuda ofrecida por la UME. Y para colmo, exige con todo tipo de aspavientos al Gobierno central que corra con los gastos de la crisis.

Ya avisaban nuestros sanitarios y sanitarias que los recortes matan. Y, mientras la Generalitat sigue invirtiendo en la privada y el MHP aumenta la pensión de los ex-presidents y su propio sueldo, los sanitarios y demás trabajadores esenciales, no ven recompensado su trabajo por parte de la Generalitat. Quizás Torra considere que llevar a cabo este «desgovern» tenga más mérito que soportar toda una sociedad… No nos merecemos a nuestros héroes y heroínas.

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