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Tribuna

Adversario o enemigo político

Exdiputat i senador

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Se comenta que al inicio de una sesión del Parlamento Inglés, se sentó un joven diputado al lado de quien fue Primer Ministro de Reino Unido, me refiero al mítico político Winston Churchill. Pues bien, el joven parlamentario, tremendamente emocionado se dirigió a Churchill diciéndole: «Señor, es un verdadero honor para mí, poder estar sentado a su lado, teniendo en frente a nuestros enemigos», refiriéndose a sus rivales políticos, los laboristas, ante el comentario, el Primer Ministro no dudo contestar, con su ironía habitual: «No se equivoque joven, ahí enfrente están nuestros adversarios, los enemigos los tenemos aquí junto a nosotros», en este caso, en la misma bancada de los conservadores.

En esa misma dirección apuntaba el primer canciller alemán, Konrad Adenauer, cuando se refería a que: «Hay tres tipos de enemigos: los enemigos a secas, los enemigos mortales y los compañeros de partido» o bien, otro líder político europeo, en este caso el italiano, Giulio Andreotti, cuando comentaba: «En la vida hay amigos, conocidos, adversarios y compañeros de partido». Razón no les falta a los comendatarios europeos. En la política como en todo, son muchos más los compañeros de viaje, que no, amigos personales, porque de caer en ello, que a veces ocurre, se convierte en guetos cerrados de favoritismo político, que solo beneficia a unos pocos en detrimento del resto y del propio proyecto político.

En mis 43 años de militancia política, 26 como cargo electo, suscribo las palabras de los antes mencionados mandatarios europeos. La experiencia demuestra que la adversidad política va dirigida a otras formaciones políticas, ya sea en unas elecciones electorales o a la hora de defender proyectos políticos, algunas veces, con enfrentamientos acalorados, pero la gran mayoría, recayendo en el debate de las ideas, programas o proyectos políticos. No con ello, en algunas ocasiones, la adversidad puede transformarse en enemiga, cuando responde a la mediocridad de sus autores, en la defensa de sus pobres convicciones, entonces es cuando recurren al ámbito personal, lanzando ataques y descalificaciones, para así, tratar de anular las brillanteces del adversario, porque les puede más, el sentimiento personal de fracaso que no, el razonamiento de los planteamientos.

Como se puede observar, no resulta nada fácil, convertir en enemigo el adversario de otras formaciones políticas, ya que se están debatiendo modelos de sociedad, no es así, cuando nos referimos a la propia actividad interna de las organizaciones políticas. Los conflictos internos en los partidos políticos, responden en una gran mayoría a la ambición personal, que no deja de ser una cuestión sana, cuando se pretende liderar un proyecto político, ocupando un lugar de salida en las listas electorales, para poder defender y ejecutar el programa electoral. Lo que sucede en más de una ocasión es que, cuando no se consigue lo anhelado, por la vía del diálogo, el entendimiento y el debate de las ideas, se puede convertir en una obsesión personal, convirtiendo su adversario en un enemigo potencial, no teniendo ningún tipo de escrúpulo ético, para maquinar cualquier acción destructora con el fin de derribarlo. Esta actitud es propia de personas inseguras, con frustraciones y limitaciones personales, son el Maquiavelo de la política, simplemente por su enfermizo y ambicioso ego personal.

Estos comportamientos, podemos observarlos cada día en nuestra clase política, ya sea en forma de debates, en los que los adversarios políticos, discuten que tipo de gestión se debe aplicar en la gobernabilidad. También dentro de los propios partidos políticos, sin excepción alguna, donde algunos miembros convierten a sus adversarios en enemigos, dianas donde poder lanzar todo tipo de dardos para poderlos anular, sin darse cuenta o sabiéndolo, que sus acciones pueden causar un daño personal y cuando no, a la propia organización política, causando confusión, división y desgaste, debilitando así sus aspiraciones políticas de poder llegar a gobernar. Amigos pocos, enemigos algunos y compañeros todos.

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