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Las niñas ya no podrán estudiar en Afganistán

Advocada i presidenta de la Asociacion DODEPIT

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En estos días hemos conocido por los medios de comunicación que los talibanes han prohibido a las niñas la educación secundaria en Afganistán, al ordenar que las escuelas secundarias vuelvan a abrir solo para niños. Es de todos conocido que recibir una educación gratuita y de calidad es un derecho para todos los niños y niñas. Así lo recoge La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) que es el tratado internacional adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, que reconoce a todas las personas menores de 18 años como sujetos de pleno derecho.

Es el tratado más ampliamente ratificado por los países del mundo. Por tanto, los Estados Parte, incluyendo España, están obligados a respetarlos y hacerlos cumplir sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones, procedencia, posición económica, creencias, impedimentos, nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus representantes legales.

Algo que nos parece tan obvio, resulta que no es así en una parte del mundo. En concreto en Afganistán. Y lo más acuciante es ver cómo todos nos rasgamos las vestiduras ante semejante atropello de libertad y sin embargo, lo estamos contemplando con cierta pasividad. La importancia de la educación de las niñas no solo debe entenderse como una obligación o un requisito previo a una determinada opción laboral o profesional, sino como una herramienta para la formación de personas independientes, autosuficientes y con criterios de actuación propios.

La educación capacita a las mujeres para vencer la discriminación. Las niñas y las jóvenes que han recibido educación conocen mejor sus derechos, y tienen mayor confianza y libertad para tomar decisiones que afectan a su vida, mejorar la salud y las posibilidades de supervivencia tanto propias como de sus hijos. De ahí que las niñas sean un auténtico problema para las mentalidades machistas. Una niña formada es una niña que piensa y actúa y tratará de defenderse y defender cualquier tipo de atropello.

Es muy triste hoy en día, que se condene a una persona por su género, tan solo por haber nacido niña.

La mujer desde los anales de la historia, ha sido considerada como un ser inferior y como la culpable de todos los males del mundo: desde la tentación de Adán y Eva, pasando por Dalila y por toda la mitología en la que nos han educado. Nosotros desde Occidente, desde nuestra democracia y libertad, tenemos el deber moral de actuar ante semejantes atropellos. La sociedad civil occidental debe salir a la calle y entonar gritos de protesta para que los gobernantes de todo el mundo busquen una solución para proteger a todas las niñas afganas, y por ende, a todas las niñas del mundo que están sufriendo discriminación y violencia. No giremos la cabeza ante las injusticias. Porque como dijo Teresa de Calcula, cada gota forma el océano.

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