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Pasada la resaca política de las elecciones autonómicas a la Asamblea de Madrid, del pasado día 4 de mayo, puede asegurarse, sin temor a equivocarse, que han sido unas elecciones que no han pasado desapercibidas, donde el fenómeno Ayuso ha sido el epicentro de un tornado que ha barrido toda aspiración de éxito de la izquierda. El resultado de estas, ya venia marcado, desde el preciso momento de la convocatoria electoral, es cuando la presidenta Isabel Díaz Ayuso, marca la agenda electoral y lo hace, hasta el último día en las votaciones que la dan una gran victoria.

Han sido unas elecciones que han provocado importantes cambios en el escenario político, no tan solo en la Comunidad de Madrid, sino también a nivel de España, como ha sido el gran batacazo de Unidas Podemos, provocando que su líder y candidato a la presidencia madrileña, Pablo Iglesias, se retire de la política activa, no sabemos si en su salida ha cerrado la puerta o bien ha entrado en una giratoria, lo cierto es, que conservará 9 escoltas y seguirá cobrando durante 13 meses, la nada despreciable cantidad de 5.316 euros, ¿que pensaran aquellos mileuristas que les hizo creer que seria uno más de ellos?. Tampoco se ha escapado del mal resultado el PSM-PSOE y no será por una campaña teledirigida, no desde la calle Ferraz, sino desde la misma sede del Gobierno de España en la Moncloa, campaña que diseña, como ya es costumbre, Iván Redondo, Jefe del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, con un desfile de ministros en todos los actos de campaña y como no, con la actuación estelar del propio Pedro Sánchez, que llego a tapar o arrinconar al titular a candidato a la presidencia, me refiero a Ángel Gabilondo, tanto empeño se puso en conseguir el éxito, que no falto poner en escena al mismo líder nato de la salsa rosa española de Jorge Javier Vázquez, siempre con la estimada colaboración del «gran estadista» José Félix Tezanos, pero ni así fueron capaces de obtener un resultado digno. También se cumplió lo que era ya predecible, la desaparición de Cs en la Asamblea de Madrid, siendo objetivo y haciendo honor a la verdad, presento un buen programa electoral y una campaña basada en la moderación, no muy propia de la que nos tenía acostumbrados Albert Rivera o Inés Arrimada de puro populismo de plato de TV, pero por mucho esfuerzo que se puso por colocar su mensaje en la centralidad, de nada sirvió, sus guiños y complicidades con los socialistas les pasaron factura.

Hablaba en el inicio del artículo del fenómeno Ayuso, ¿pero como podría definirse el éxito del mismo?: Isabel Díaz Ayuso pertenece a esa clase de políticos cercanos a las personas, los que prefieren estar más a pie calle, que no encerrados en despachos fabricando discursos para mítines o conferencias, los que cuando hablan, los ciudadanos rápidamente se sienten identificados con su discurso, son aquellos políticos que no imponen a la ciudadanía sus soluciones, creyéndose poseedores absolutos de la verdad, más bien, crean complicidades con su electorado para juntos encontrar la solución a los problemas reales, aquellos que hacen de la libertad un instrumento de valentía para servir a la sociedad. La presidenta Isabel Díaz Ayuso ha hecho suyas todas las sensibilidades de los madrileños, entendiendo y defendiendo una comunidad autónoma que tiene su propia identidad y forma de vivir, con ese guiño chulesco de ser Villa y Corte de España, de que si no, restaurantes, comercios, bares, teatros y ciudadanía de diversas tendencias políticas la han convertido en su signo de identidad, como una pequeña muestra de esa identidad, es lo que leí hace unos días, en un artículo de una madrileña amiga mía, que hablando de Madrid, en un apartado de su escrito comentaba para ignorantes: «Igual no se entiende muy bien que allí los bares sean mucho más que expendedores de bebida o comida, son elementos imprescindibles en nuestra interacción social; allí se debate, se hacen negocios, se imparte terapia, se liga, se discute, se grita, se canta y se disfruta, sobre todo, se disfruta mucho, ya sea delante de una caña, un tinto, un café o una Coca Cola Zero con dos hielos y una rodaja de limón», es así de simple entender lo que es Madrid.

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