Diari Més

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Después del debate organizado por la Academia de la Televisión, de los presidenciables al Gobierno de las próximas elecciones generales del 10 de este mes, se puede llegar a la conclusión: que la vida política sigue igual y los votantes cada vez están más cansados. Prueba de ello son el millón menos de audiencia del último debate.

Pero entrando en materia podríamos decir, como bien indicaba en uno de mis artículos en este medio, que el eje de la campaña o el campo de batalla de estas elecciones sería Cataluña y a las pruebas me remito. La situación que se está viviendo puede ser vista como un caladero de votos para sacar un buen resultado, tanto en Catalunya como en el resto de España.

Pero veamos el papel que cada uno ha jugado en el debate. A Pedro Sánchez le han caído por todas partes, pero también no le han faltado guiños de pacto o estabilidad de gobierno. Por eso el posicionamiento del Presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez tiene la letra de aquella famosa canción que dice en su letra: «… si, pero no, que no, que no, tu dices que me quieres, pero no…». Por eso su estado continua siendo de tranquilidad como lo ha sido hasta ahora: yo gano las elecciones y aunque no sea por mayoría absoluta, pareja de baile no le faltan, ni tampoco él tiene mucho interés en invitarles al baile.

Los presenten se ofrecieron a ello de buen agrado. Eso sí, algunos poniendo las condiciones de que tipo o clase de letra o música quieren bailar con Sánchez y algunos, no tan solo eso sino para evitarse pisotones, quieren hasta formar parte de la orquesta como es el caso de Pablo de Iglesias, por si acaso. Pablo Casado fue contundente, pero al mismo tiempo moderado, teniendo que defenderse no precisamente de la izquierda, de un lamentable pasado de un Partido hoy renovado. Quizás la izquierda, ante temas de corrupción tenga que hacer un cuerpo a tierra, porque Andalucía no es el mejor ejemplo. Ahora bien, que lo haga el propio Albert Rivera sólo puede significar que está muy desesperado. A Pablo casado no le faltó un guiño al electorado de VOX, cuya gran mayoría no deja de ser antiguos votantes del PP, hablando del «interés nacional ».

Albert Rivera actuó como ya nos tiene acostumbrados, tirando del más puro merchandising político sacándose de la chistera desde un adoquín hasta su mascota Lucas. ¡Solo le hizo falta decir que es fan de Malú! Albert Rivera ha cometido dos errores, que solo la ambición política puede explicar que no justificar. El primero, querer ser el partido a la alternativa de gobierno y rechinando hasta la saciedad un no apoyo a Pedro Sánchez, cuando su Partido es eso bisagra y socialdemócrata y cualquier otra cosa que se añada a sus estatutos. Ahora se queja que no recibe una llamada de Pedro Sánchez o no le coge el teléfono como al President que representa a un sector los catalanes Quim Torra. Santiago Abascal en el más puro populismo de prieta las filas de un partido de derechas radical, que no renuncia volver al pasado, que pasado?

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