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Tribuna

Nos están robando parte del tiempo y de la vida

President de Mare Terra Fundació Mediterrània, de la Coordinadora d’Entitats de Tarragona i de la Red de Escritores por la Tierra

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Me cuesta encontrar la palabra para definir el hartazgo, la frustración y el vacío interior que provocan estos tiempos oscuros que vivimos, en los que retrocedemos en todo tipo de derechos, desde los fundamentales como la libertad de expresión a los laborales. Si 20 años atrás alguien me hubiera dicho este panorama después de tantas luchas para la transformación social le hubiera contestado que es inimaginable y le hubiera tachado de pesimista.

Pero hoy, he entendido que un pesimista es un realista bien informado . Sigo sin encontrar la palabra justa para describir tanta contradicción, pero si una frase: Nos están robando parte del tiempo y de la vida.

Nos roban la vida, el tiempo y las energías a mí y a decenas, centenares de tarraconenses que ven, tan estupefactos como yo, una desidia tras otra, una negligencia tras otra, una falta absoluta de visión a largo plazo y de sentido de ciudad de los que tienen poder de decisión.

Es agotador vivir en el perpetuo día de la marmota, revindicar siempre los mismos puntos, plantear siempre las mismas luchas, repetir, una y otra vez, las mismas reivindicaciones porque nunca pasa nada más allá de sonrisitas, golpecitos en el hombro y palabras muy bonitas pero tan huecas que nunca se traducen en acciones. Y así llevamos tantas reuniones con los mismos resultados que ya no podemos más.

Trabajamos duro para que todos salgamos ganando , pero aquí solo ganan unos y perdemos los de siempre. Todos los activistas sociales estamos en permanente desventaja, puesto que el esfuerzo personal supone un sacrificio para tan escasos resultados y los que tienen poder de decisión cobran miles de euros por hacer oídos sordos.

Es absolutamente decepcionante que muchos de los nuevos miembros de los consejos de administración de las empresas municipales de Tarragona solo se hayan interesado por cuánto cobrarán. Ni una llamada, he podido saber, para familiarizarse con el organismo que pilotarán, ni una visita para conocer a su personal ni una sola inquietud para saber qué pueden aportar. Nada. Solo cuántos euros les reportará y ya.

Lo de las puertas giratorias que existen a nivel local se lo contaré otro día para que no me suba la tensión a medida que escribo estas líneas. Esta desazón, me atrevo a decir generalizada, lleva a muchos abandonos. Sin nada que ganar y mucho que perder, o tiramos la toalla o nos reinventamos.

Las personas acostumbradas a luchar no abandonan tan fácilmente y entre todos, hemos decidido dar una vuelta de tuerca y para poder transformar, de una vez por todas, esta apatía social y desidia política que sufre Tarragona.

Me recuerda la fábula del cerdo y la gallina. A los dos les invitaron a desayunar en un acto de altos vuelos. La gallina estaba entusiasmada, pero el cerdo muy reticente, quería más información antes de participar. Sabía que el desayuno era huevos con jamón. Es decir, que tendría que aportar su propia carne.

Estos distintos grados de compromiso entre las personas que hacen o quieren hacer y las que dicen que harán, pero no hacen aunque tengan poder de decisión, es lo que ha llevado a la Coordinadora de Entidades de Tarragona (CET) a dar ese paso adelante y poner sobre la mesa nuevas estrategias en las que no bloquearemos, como hasta ahora, la acción política. Opciones hay muchas, desde alianzas a avales a nuevas formaciones y también hay tiempo para estudiarlas y desarrollarlas bien. Si hay que poner el jamón, que al menos nos aproveche a todos.
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