Diari Més
Cecy Rodríguez

Activista salvadoreña por los derechos humanos de las mujeres, la infancia y la población LGTB

Entrevista

Cecy Rodríguez: «Para mí ser lesbiana va más allá de una práctica sexual, es una apuesta política»

La activista salvadoreña visitará Tarragona para participar en el debate ‘Memoria y resistencia: lesbianas y bisexuales en contextos de represión’, que tendrá lugar hoy a las 19 h en el Casal Popular Sageta de Foc

Imagen del activista por los derechos humanos de las mujeres, la infancia y la población LGTB Cecy Rodríguez

Imagen del activista por los derechos humanos de las mujeres, la infancia y la población LGTB Cecy RodríguezCedida

Marta Omella
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Tarragona

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Hace once años que pertenece al colectivo lésbico Hijas de Safo. ¿Cómo surge este grupo?

«Nos conocimos hace once años. Todas veníamos de procesos feministas, y algunas ya nos identificábamos como lesbianas; otras estábamos en el proceso de asumirlo. Creo que el activismo, como el feminismo, nace de la propia historia. Para nosotras, llamarnos lesbianas ha sido un camino largo, salir de un sistema cisheteropatriarcal que nos impone como tenemos que ser, vestir o amar».

¿Cuál es el objetivo de la entidad?

Dar respuesta a esta necesidad de encontrarnos y comprendernos, pero también de visibilizarnos y decir: ‘Estamos aquí, las lesbianas existimos. Somos maestras, enfermeras, madres, abogadas...’ Queríamos mostrar que podemos vivir con libertad y alegría. Pero también vimos cuánto pesaba la historia de rechazo y la lesbofobia interiorizada. Por eso, además de visibilizarnos, hemos trabajado mucho la sanación y el autocuidado colectivo, creando redes para cuidarnos y compartir aquello que nos atraviesa como mujeres lesbianas».

Se define como ‘lesbofeminista’. ¿Qué quiere decir eso?

«Es una apuesta política y teórica que va más allá de una práctica sexual. No es sólo amar o tener relaciones con mujeres, sino ponerlas en el centro. Es cuestionar el régimen heterosexual como modelo impuesto de vida y, al mismo tiempo, luchar contra todos los sistemas de opresión: patriarcado, racismo, capitalismo, capacitismo...».

Esta mirada, pues, implica una lucha más amplia e interseccional.

«Exactamente. No podemos hablar sólo de feminismo sin tener en cuenta las realidades de las mujeres racializadas, de las mujeres rurales o de las madres. El feminismo tiene que ser inclusivo e interseccional, porque las opresiones no actúan nunca por separado».

Actualmente, El Salvador vive una situación complicada con respecto a los derechos LGTBIQ+.

«La lucha se ha vuelto mucho más intensa. Desde hace un tiempo vivimos una criminalización abierta de las defensoras de los derechos humanos. Desde el gobierno se promueve un discurso de odio que persigue todo aquello que sale de la norma e invisibiliza las identidades disidentes: mujeres, infancias diversas, personas LGTB... Hace poco, por ejemplo, se ha prohibido el uso del lenguaje inclusivo a las escuelas. Es un paso atrás enorme. Todo lo que no encaja con el modelo de ‘familia natural’ es rechazado, y eso deriva en más violencia, tanto institucional como social».

Una violencia que se esconde detrás del discurso de «proteger la infancia».

«Exactamente, y eso ha tenido graves consecuencias. Después de unas declaraciones del presidente Bukele en el 2023, donde dijo que posicionaba ‘contra todo lo que atenta contra la naturaleza’, muchos ministerios se alinearon con su discurso. Sin ningún decreto oficial, retiraron materiales que hablaban de diversidad y prohibieron que las organizaciones ofreciéramos talleres de educación sexual o de prevención de violencia en las escuelas. Directores y profesores dejaron de colaborar por miedo de ser despedidos. También se censuraron obras de teatro y contenidos culturales relacionados con la diversidad, y se despidieron centenares de trabajadores del departamento de Cultura. Es una estrategia clara para borrar la diversidad».

¿Por lo tanto, hay una censura institucionalizada?

«Sí. La nueva Ley de Agentes Extranjeros, por ejemplo, sirve para controlar y criminalizar las organizaciones civiles, ya que exige a las personas naturales o jurídicas que reciben fondos del exterior registrarse como ‘agentes extranjeros’. Este registro prohíbe explícitamente términos como diversidad, aborto o derechos reproductivos. Es una agenda claramente fascista».

¿Por qué es importante que este contexto político se conozca fuera del país?

«Mucha gente no es consciente de que hay personas exiliadas porque es imposible vivir allí sin riesgo. Tenemos compañeras que fueron detenidas por el simple hecho de ser lesbianas y dedicarse al activismo y hace años que esperan juicios. Les prisiones son auténticos centros de torturas, donde ya han muerto más de 400 personas. Lo que vivimos en El Salvador no es una lucha aislada, es una cuestión de derechos humanos. Necesitamos solidaridad y complicidad de otros pueblos. Que nuestra voz no quede reducida al silencio, sino que sirva para recordar que defender los derechos de unas es defender los derechos de todas».

El auge de la extrema derecha tampoco es una amenaza aislada.

«Varios países viven retrocesos inmensos. Recientemente, hemos visto cómo se han atacado los derechos sexuales y reproductivos a países como los Estados Unidos o Argentina. Por eso es importantísimo defender los derechos cada día, incluso los que ya se han ganado. Mientras que haya estructuras de poder que opriman, la lucha continuará».

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