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Chartreuse quiere volver a Tarragona para envejecer su licor y construir un museo

Según ha podido saber el Diario Más, la firma francesa así lo ha propuesto a la Generalitat de Catalunya

Monjes cartujanos elaborando el Chartreuse en Tarragona, en una fotografía histórica.

Monjes cartujanos elaborando el Chartreuse en Tarragona, en una fotografía histórica.Desconocido

John Bugarin
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Chartreuse quiere volver a Tarragona. Según ha podido saber el Diari Més, la firma francesa ha propuesto a la Generalitat de Catalunya la creación de un museo en la fábrica del barrio del Puerto donde los monjas cartujanos destilaron, entre 1903 y en 1989, este emblemático licor. No sólo eso, sino que la empresa se plantea volver a envejecer su producto en estas instalaciones y embotellarlo como Chartreuse de Tarragona.

El Ayuntamiento es consciente y lo ve con buenos ojos. «Es una compañía que tiene interés en potenciar y cuidar esta vinculación que tiene con la ciudad», afirman desde el consistorio. Este medio se ha puesto en contacto con la empresa, pero sus responsables no han querido pronunciarse al respecto.

Actualmente, ya existe un espacio de divulgación dedicado al Chartreuse en la ciudad de París, así como un museo sobre la historia de este elixir en la localidad francesa de Voiron y otro en Saint-Pierre-de-Chartreuse

La fábrica del Chartreuse está catalogado como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) por su importancia en la historia tarraconense. Los orígenes del edificio se sitúan en una antigua fábrica textil de vapor —la única que hubo en la ciudad—, que se inauguró el año 1857 con el nombre de La Fabril Tarraconense. Esta cesó su actividad en 1869.

Posteriormente, el complejo se convirtió en una destilería y almacén de botellas, dada su proximidad a la fábrica del empresario francés August de Muller, dedicada a la elaboración y exportación de vinos y alcoholes. En 1882, la orden monástica de los cartujanos compró el edificio con la voluntad de fabricar licores fuera de Francia, pero hubo un incendio y se tuvo que reformar el edificio. No fue hasta 1903 cuando se pudieron instalar y empezaron a destilar Chartreuse hasta 1989, cuando cerró la fábrica.

Sin embargo, el vínculo entre el licor y la ciudad nunca se rompió y, de hecho, está más vivo que nunca. En las casas de los tarraconenses es habitual encontrar botellas de Chartreuse; así como a los bares, locales y restaurantes, en formato de cóctel o también digestivo. Este vínculo entre el presente y el pasado se hace todavía más evidente durante la celebración de Santa Tecla con la bebida típica de las fiestas: la mamadeta, una combinación de granizado de limón y Chartreuse amarillo y verde que enamora. Además, los ejemplares del Chartreuse de Tarragona tienen un gran valor y son de los más deseados entre los coleccionistas.

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