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Religión

Crónica: Fe y devoción entre palmas y laureles

Tarragona da el pistoletazo de salida a la Semana Santa con la tradicional bendición de ramos

L’arquebisbe de Tarragona, Joan Planellas, beneint les palmes, palmons i llorers de les persones que es van apropar a l’església de l’Ensenyança

L’arquebisbe de Tarragona, Joan Planellas, beneint les palmes, palmons i llorers de les persones que es van apropar a l’església de l’EnsenyançaGerard Marti Roig

John Bugarin
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Palmas, palmones y laureles coloreaban de amarillo y verde el tramo final de la calle de las Cocas. Muchos tarraconenses se reunieron ayer en los pies de la iglesia de la Enseñanza para celebrar la tradicional bendición de ramos. 

Bajo la atenta mirada de los asistentes, el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, salía por la puerta del santuario y pronunciaba estas palabras: «Desde el principio de la Cuaresma hemos purificado nuestro corso mediante la penitencia y las obras de caridad. Hoy, nos reunimos para empezar la celebración del misterio pascual de nuestro señor Jesucristo».

Como es habitual, el Domingo de Ramos fue un día familiar. Un día en que la tradición se transmite de padres y madres a hijos. El repertorio de palmas, que eran verdaderas obras de arte de cestería, era muy variado. Diferentes trenzados, con lazos de todos tamaños y colores, también dulces colgante... Incluso, había alguna teñida completamente encarnado o lila.

Tampoco faltaban los tradicionales laureles entre el público. Esta alegre celebración, que estuvo iluminada por un solo radián, dio el pistoletazo de salida a los días más solemnes del año, en los cuales se conmemora la pasión y la muerte de Cristo.

La Semana Santa es el momento más importando del año litúrgico cristiano y, el día de ayer sirvió para recordar con «fe y devoción» la entrada «salvadora» de Jesús al pueblo de Jerusalén. Así lo explicaba Planellas antes de proceder a la bendición de los ramos. El arzobispo tiraba el agua consagrada desde las escaleras de la iglesia de la Enseñanza mientras la multitud alzaba sus palmas y las hacían vibrar.

Después de la lectura del Evangelio, las autoridades eclesiásticas, políticas y civiles se preparaban para empezar la procesión hasta la Catedral de Tarragona. El arzobispo invitaba a la ciudadanía a seguirlos: «Disponemos nuestro espíritu con fe, con ganas de continuar adelante y de ir todos tras nuestro señor y redentor, con el fin de poder llegar a la Pascua con un corazón renovado». «Somos peregrinos de esperanza, imitamos el pueblo que clamaba a Jesús y andamos en paz», exclamaba Planellas, que presidió a la comitiva hasta el pla de la Seu, con el repique de las campanas de fondo.

La procesión acababa con la entrada triunfal en la Catedral —«la casa madre de nuestra Iglesia diocesana»-, imitando la llegada de Jesús a Jerusalén antes de que lo arrestaran el Jueves Santo y lo crucificaran el Viernes Santo.

Una vez en el interior de la basílica, se procedió a celebrar la misa pontifical de un Domingo de Ramos que continuó con la procesión de la entrada de Jesús en Jerusalén y el Vía Crucis de la Sangre. Así, Tarragona se adentró de lleno en la Semana Santa, que acabará con el Domingo de Resurrección.

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