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‘Punk is not dead’: 3 días de rebelión en el Parc de la Festa

El festival Pintor Rock permitió disfrutar y reflexionar con las canciones de grupos como Sons of Aguirre, KOP o Non Servium

The Locos fueron los segundos en subir al escenario del Pintor Rock, durante la jornada del jueves.

The Locos fueron los segundos en subir al escenario del Pintor Rock, durante la jornada del jueves.Gerard Martí Roig

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Eterna fue la espera. Con las baterías cargadas y pura adrenalina compartida, el Pintor Rock —y su querido Rocky— regresó como el Mesías del punk tras tres años de silencio. Lo hizo en una nueva casa, el Parc de la Festa. Y el público respondió con un grito unánime. Miles de personas se congregaron allí durante los tres días de festival, demostrando que el rock, el ska y el oi! no están muertos.

El evento comenzó pisando el acelerador a fondo y sin perder el tiempo. Con la voz de Berta Roqué (Periferia) como guía, decenas y decenas de seguidores iban llegando a la carpa el jueves. Eran unos afortunados: otros hacían cola tratando de superar las largas retenciones de la avenida de Riudoms, buscando aparcamiento o preparándose para la acampada. El relevo lo tomaron The Locos. Entrando con la melodía del Inspector Gadget, se ganaron al público al instante. De estética extravagante, no desaprovecharon la ocasión con un estilo irreverente y adictivo, con temas como Don’t worry, be happy o su versión de Niño soldado, de Ska-P. «¡Vamos a montar una fiestecita aunque sean las cuatro de la tarde!», proclamaban. Dicho y hecho.

La rudeza de Non Servium, la llama de Soziedad Alkoholika y la cruda poliedricidad de Sons of Aguirre hicieron saltar, bailar y gritar al recinto al unísono. Uno de los grandes protagonistas del Pintor Rock apareció en escena el viernes por la noche. Con boina, americana roja de cuadros y el rostro pintado, El Noi del Sucre se vació bajo los focos en el último concierto de su proyecto. Aunque era un día propicio para entonar los versos de La Llorona, decidió que su despedida fuera una fiesta. Miles de voces corearon un último Ni Dios, ni amo. Aun así, quiso que su altavoz no fuera solo para él. Lorenzo Morales, la persona detrás de El Noi del Sucre, dedicó cinco minutos de su vals final a promover la reflexión sobre Palestina y sobre «todo lo que está ocurriendo en otras partes del mundo». «Pensad: ¿cuánta gente puede morir en dos miserables minutos?», preguntó.

Y es que el Pintor Rock fue también un lugar para pensar, clamar y rebelarse: contra las catástrofes humanitarias, las injusticias, el sistema, las autoridades. Juantxo Skalari escribió Tres veces rebelde para su hija, pero el sábado quiso compartirla como símbolo frente a las desigualdades sociales. Los mensajes directos y contundentes de Inadaptats y KOP no dejaron lugar a interpretaciones.

La convivencia del festival con el entorno fue objeto de un minucioso análisis; debate y redebate. Ya el primer día, la música se escuchaba hasta la avenida dels Països Catalans, pero un limitador de decibelios redujo su impacto más adelante, a costa de la acústica de la carpa. Con las latas integrándose en el paisaje urbano, el Ayuntamiento de Reus emitió un comunicado expresando su «malestar» y reclamando medidas «para revertir los actos de incivismo provocados por algunas de las personas asistentes». «El Ayuntamiento se replanteará la continuidad futura del evento si no se produce un cambio significativo y una mejora en la gestión», concluía el texto. La organización activó patrullas de sensibilización y equipos de limpieza para minimizar el impacto. Aun así, los asistentes insistían en que reinaba el buen rollo, sin incidentes graves. De fondo, corría el rumor de que se trataba de un mensaje con trasfondo político.

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