Diari Més

Sant Pere

La alpargata voladora, nuevo invento de los Cóssos

El torneo de los Cóssos volvió a contar con un ambiente festivo y competitivo y con una nueva prueba, el lanzamiento de alpargata

Fotografía del torneo de los Cóssos del 2025 en plaza del Mercadal en Reus.

Fotografía del torneo de los Cóssos del 2025 en plaza del Mercadal en Reus.Tjerk van der Meulen

Miquel Llaberia

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Una hora antes de iniciar el torneo de los Cóssos la plaza del Mercadal ya empezaba a reunir algunos de los equipos participantes y sus grupos de animación, junto con peatones curiosos que tenían ganas de ver, por qué, no algún trompazo. Desde la calle de Jesús accedieron a plaza la Colla Gegantera de Reus con los Gegants Manotes que, después de ofrecer un baile que lanzó alguna colleja a más de un despistado, se hicieron su lugar entre el público. Por su parte, los representantes de la Dansa de Mossen Joan de Vic llevaron un gran muñeco que, como un títere, sacudía frenéticamente las extremidades para animar a sus participantes y el Ball de Diables hicieron estallar algunos petardos. Por otro lado, los Xiquets de Reus exhibieron pancartas con algunos de sus representantes estrella por los Cóssos de este año.

Una vez más, el concejal de Innovación y Conocimiento del Ayuntamiento de Reus, Josep Baiges, se deshizo del traje y la corbata, se colocó el pañuelo y con micrófono en la mano condujo la competición. Con su voz forjada en la radio, saludó a los presentes e inició el torneo con el acompañamiento musical de la tradicional Banda dels Cóssos. Las pruebas eran las habituales como las carreras de sacos y de cintas o el temible palo enjabonado, pero había una novedad; la alpargata voladora. Esta consistía en lanzar una alpargata a hombros intentando acertar en una diana pintada en el suelo. El encargado de inaugurar esta prueba fue Xavier Pàmies, propietario de ADN Sistaré, que hizo el servicio de honor.

Entonces, se soltó la competición. Las carreras de sacos, cortas pero frenéticas, acababan con finales reñidos y trompazos en la línea de meta. Por otro lado, por segundo año consecutivo la Ganxeta se apuntó a participar en la carrera de cintas. Con un bastón de diablo, el participante intentaba, también con algún trompazo por el medio, pillar las cintas con la punta puntiaguda del bastón. Y, finalmente, la prueba más temible; el palo enjabonado. Algunos participantes casi no eran capaces de elevarse medio metro y se marchaban con la cola entre las piernas, mientras otros se subían como si fueran monos, desafiando la ley de la gravedad.

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