Diari Més

Juicio por el Caso Castor

«Mis hijas todavía tienen miedo de ir solas a algún lugar de casa», relata una afectada por los seísmos del Castor

El informe pericial de Aplaca asegura que la mayoría de casos evaluados reportó afectaciones emocionales graves

Testigos|Testimonios de Aplaca en el juicio del Castor en la Audiencia de Castellón.

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La experiencia vivida con los terremotos causados por el proyecto Castor todavía está bien presente en la familia de María José Cardozo, vecina de Vinaròs. «Mis hijas todavía tienen miedo de ir solas a algún lugar de casa», ha recordado. Ella y tres vecinos más de las Terres del Sènia, miembros de la plataforma de afectados Aplaca, que ejerce la acusación particular en el juicio contra dos exedirectius de la empresa responsable del almacén de gas submarino, han declarado este martes en la Audiencia de Castellón. El informe pericial que han aportado asegura que un 81% del 63 afectados que respondió a un cuestionario específico reportaron afectaciones emocionales «graves y extremas». Un perito psiquiatra de la defensa ha intentado cuestionar las conclusiones.

Cardozo ha explicado que ella y sus dos hijas tuvieron que recurrir a métodos naturales de terapia para reponerse de la situación de «angustia» que vivieron a raíz de los seísmos que a finales de septiembre y principios de octubre de 2013 se sintieron en la costa del Ebre y el Maestrat. Notó cómo el suelo se movía y el piso se balanceaba, con las ventanas de la casa vibrante, ha recordado ante el tribunal que juzga Recaredo del Potro y José Luis Martínez Dalmau por supuestos delitos contra el medio ambiente.

La situación de «mucho miedo» y «incertidumbre de cómo reaccionar» delante de los terremotos tuvo, ha declarado, consecuencias «psíquicas y emocionales» más allá del episodio. Especialmente, en el comportamiento «incontrolable» de sus hijas –entonces de tres a seis años-, que no querían ir a la escuela -«salían corriendo tras de mi cuando las dejaba- ni estar solas dentro de la misma casa. «Me solía despertar antes de los terremotos y no descansaba. Estaba sola con las niñas», recuerda.

A Toni Martín, vecino de Sant Carles de la Ràpita, los seísmos nocturnos también lo sorprendieron con su hija de pocos meses en casa. «Estaba nerviosa. En el comedor se movía una planta y se sentía rumor», recuerda sobre un primer terremoto, la noche y madrugada del 3 de octubre. Poco después, un seísmo todavía más intenso que se alargó según hizo vibrar la vivienda. «Acojona. Me impresionó mucho», ha precisado. Explica que cogieron la cuna con la niña y se refugiaron bajo la mesa del comedor. «No dormimos», cierra.

Desde Vinaròs, Núria Ferrer recuerda también haber vivido los seísmos «con mucho miedo». La gente del pueblo no hablaba de otra cosa, las escuelas organizaban simulacros para sus alumnos y muchos temían que algún «edificio cayera». «Mucha gente que tenían casa en el pueblo se marcharon», apunta. Su hija, que vivía cerca del mar, abandonaba por la noche su domicilio por temor a un posible tsunami. Incluso ella, ha reconocido, se planteó «cambiar de residencia» si el episodio sísmico se alargaba.

El relato de los testimonios aportados por la acusación particular de Aplaca ha vuelto a poner sobre la mesa las emociones e incertidumbres durante los últimos días de septiembre y primeros de octubre a raíz de los más de un millar de seísmos registrados a raíz de las inyecciones de gas en el almacén Castor. La entidad ha presentado un informe pericial elaborado por un equipo de psicólogos, según los cuales, hasta un 81% de los 63 casos analizados presentaban «afectaciones emocionales muy graves o extremas».

Sus autores, Rocío Dalias y Luis Cardona, han explicado que enviaron un cuestionario a los 123 miembros de Aplaca y han extraído los resultados de las que enviaron la respuesta buscando posible sintomatología durante el episodio sísmico y posteriormente. «El objetivo no era hacer una diagnosis clínica», han precisado. Se basaron en la extrapolación de estudios de casos de otros terremotos.

«Miedo e indefensión»

Entre las conclusiones, destacan que los afectados manifestaron «miedo e indefensión» de no saber qué estaba pasando y qué podía pasar. Que la recurrencia de los seísmos y el conocimiento de que detrás de la causa existiera el factor humano contribuía. A posteriori, han remarcado que la visión de la plataforma y las instalaciones del Castor «reactiva» la sintomatología de angustia y les hace revivir esta situación en eun 99,8% de los casos. También que en el momento actual la presencia de los síntomas es de un 1,2 en una escala del 0 al 4.

La defensa de los acusados ha intentado rebatir tan el procedimiento como las conclusiones con un contra informe pericial de un médico psiquiatra, Javier Ladrón de Guevara. Ha sostenido que la pericial de Aplaca no aporta ningún «diagnóstico», no se ha basado en la exploración de los afectados ni ha tenido en cuenta posibles afectaciones previas. También ha cuestionado la validez de la muestra, que considera no representativa ni aleatoria, y que los terremotos, en el caso del Castor, tuvieron una «intensidad muy menor» en la de otros episodios que habían servido de base para calibrar los posibles daños morales. La acusación ha querido remarcar la diferencia entre este último concepto y patologías como el estrés puesto traumático, en las qual se refería el psiquiatra.

Los abogados de del Potro, Martínez Dalmau y la misma Escal UGS no han dudado tampoco a sugerir que la sensación de riesgo percibida por los afectados se habría podido amplificar socialmente y han preguntado constantemente a los testigos por las pretensiones económicas de Aplaca, que pide una indemnización de 15.000 euros por cada uno de sus miembros. Una cifra, han recordado, que ha ido cambiando a lo largo del proceso y que, según ha recordado el presidente de la entidad, Joan Ferrando, es la cifra con la cual los tribunales italianos indemnizaron los daños morales de los afectados del caso Costa Concordia que no sufrieron daños personales.

Las advertencias de la Plataforma del Sènia

Ante la insistente estrategia de no reconocer ningún error de diseño en el proyecto Castor y negar la intensidad de los seísmos que provocó la inyección de gas, el presidente de Aplaca ha recordado que la Plataforma Ciudadana en Defensa de las Terres del Sènia ya advirtió a la empresa de que su actividad podría generar un riesgo sísmico y poner en peligro a las personas. Fue un encuentro en octubre de 2007 en el parador de Peñíscola con los principales dirigentes de Escal UGS –entre los cuales, el acusado del Potro y el difunto Carlos Barat-, «nos Dijeron que no teníamos conocimientos científicos, que nuestra posición era de alarmismo y que el único movimiento que se percibiría por la actividad en la plataforma era como si un camión pasara por la autopista», ha señalado.

El movimiento ciudadano, según ha recordado, intervino en el procedimiento administrativo y llegó a presentar más de una treintena de alegaciones y recursos. Pidieron que se efectuaran estudios específicos sobre la cuestión. Pero nadie los escuchó: «pedimos que el riesgo se gestionara y no fue así».

En la vista oral ha declarado también este martes Juan José Curto, exdirector del Observatorio del Ebre entre 2009 y 2013. Ha reiterado que avisaron del incremento de la sismicidad en la empresa y las autoridades cuando lo detectaron. También ha negado que los técnicos del organismo recomendaran a la empresa del almacén de gas submarino continuar las inyecciones después de rebajar el caudal, tal como preguntaba la defensa.

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