Después de la última erosión que ha sufrido la barra de arena del Trabucador en el Delta del Ebro, 36 asociaciones y 33 científicos firman un manifiesto contra las «actuaciones humanas» que se han intentado para aumentar la rigidez de la barra. «No sólo han fracasado, sino que han hecho aumentar la vulnerabilidad», critican. Las entidades conservacionistas piden que «la alternativa cero», la de no actuar, «tiene que ser considerada seriamente» y defienden que la actividad salinera que se hace en la Punta de la Banya, «es perfectamente compatible, aunque no imprescindible», con la conservación de los valores naturales que habría que hacer bajo una evaluación ambiental apropiada. En el manifiesto se propone que para el futuro de la actividad comercial de las salinas pasa por «buscar alternativas al acceso por tierra –por ejemplo, por navegación-, cuando la barra del Trabucador se rompe», o en trasladar parte de la actividad industrial fuera de la Punta de la Banya.
En el escrito, rechazan las soluciones aportadas hasta ahora las administraciones públicas en el Trabucador, que valoran como «inefectivas» y que suponen un mantenimiento periódico «insostenible económicamente y a largo plazo». También cuestionan la utilidad de haber extraído 350.000 metros cúbicos de arena de la parte sumergida de la barra, que advierten que «ha debilitado su capacidad de auto-recuperación».
Las entidades conservacionistas apuestan por implementar «la tendencia global» basada en usar elementos de la misma naturaleza para hacer frente a las consecuencias de los fenómenos climáticos extremos. Son soluciones «que aprovechan el funcionamiento de los ecosistemas» y que señalan como «más eficaces en términos económicos y ambientales».