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Patrimonio

Reconstruyen el Retablo de Santa Anna en la Catedral de Tortosa una vez restaurado

Los trabajos permiten recuperar una cómoda del siglo XVI que había hecho de cimiento de la estructura

El Retablo de Santa Anna de la Catedral de Tortosa.

Retablo de Santa Anna de la Catedral de TortosaACN

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El retablo de Santa Anna vuelve a ocupar su capilla en la Catedral de Tortosa después de un «complejo y laborioso» proceso de restauración y montaje. Es uno de los conjuntos religiosos mayores del país que ha hecho falta desmontar para restaurarlo. La estructura estaba deformada y sufría riesgo de colapso. Se la llevaron en piezas al Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña (CRBMC) a Valldoreix, donde se limpió y recuperó su policromía. El desmontaje puso al descubierto una imponente cómoda del siglo XVI que era la base del retablo. La cómoda servía para guardar trajes litúrgicos en la antigua sacristía, también se ha restaurado. El retablo pero se ha montado sobre un nuevo cimiento de aluminio anodizado.

El director del proyecto de restauración del Retablo de Santa Anna de la Catedral de Tortosa, Boravit Roonthiva, ha destacado que lo más «complejo» del proyecto ha sido el hecho de tener que desencajarlo y trasladar al Centro de Valldoreix. «Se ha saneado toda la estructura que estaba muy mal y que obligó a desmontarlo, aunque es la última opción porque se intenta siempre intervenir in situ», ha explicado el conservador. Los conservadores optan por trabajar de esta forma porque los retablos, sobre todo los de estas dimensiones como el de Santa Anna de Tortosa (de 9x7 metros), se construían directamente en los espacios donde se tenían que mostrar, anclando sus elementos. Cuando estaban construidos, los pintaban y los doraban. «Por lo tanto, todas las juntas de construcción quedaban tapadas y cuando tú desmontas y tienes que ir separando piezas, las juntas se abren y se rompe la policromía pero en este caso era necesario porque había un peligro inminente de colapso», ha apuntado Roonthiva.

La obra ha sido particularmente destacada porque ha sido el primer retablo de estas dimensiones que se ha desmontado en Cataluña y «el gran reto» no era sólo desencajarlo y transportarlo sino volver a montarlo corrigiendo la deformación que sufría antes de la restauración. Los trabajos destaparon que el Retablo de Santa Anna se apoyaba sobre una gran cómoda de madera del siglo XVI que había servido para guardar elementos litúrgicos en la antigua sacristía de la Catedral, estancia que ya no existe.

«Con buen criterio», se decidió restaurarla y sustituirla como cimiento del retablo por una base nueva de aluminio anodizado. «Han hecho falta por lo tanto un estudio y un proyecto de ingeniería para diseñar una estructura que aguante el peso y las tensiones del retablo. Nos ha costado un poco para enderezar la deformación que tenía y dejarlo escuadrado y a plomo», ha explicado el director del proyecto.

Ahora la cómoda, de alto valor patrimonial, preside la actual sacristía de la basílica tortosina. «Es un mueble magnífico y muy interesante porque en el centro nos han llegado pocos muebles del siglo XVI tan bien conservados», ha explicado Roonthiva.

Con respecto al Retablo de Santa Anna, que fecha de 1730, no se había restaurado nunca. Durante la Guerra Civil española se intentó desmontar para quemarlo y desaparecieron los elementos laterales de la parte alta. «No hemos reconstruido nada aunque hay fotografías de cómo era porque hemos considerado que es historia del retablo», ha fijo el conservador. La limpieza, «de suciedad acumulada durante 300 años», ha costado y ha sido un procedimiento lento. En cambio, la conservación y recuperación de las policromías «ha sido más fácil» porque no había sido nunca intervenido y cuando se ha ido limpiando han salido «los colores originales».

«Teníamos que hacerle una base nueva y teníamos un retablo deformado. Hemos tenido que construirlo de nuevo a partir de aquí. Mis compañeros y yo nos hemos sentido como los constructores originales porque hemos ido encajando las piezas otra vez tal como lo hicieron en el siglo XVIII», ha destacado Roonthiva.

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