Diari Més

Sant Jordi inhóspito en Tortosa con calles vacías y la lluvia entristeciendo una festividad inusual

Una comunidad de vecinos del barrio de Ferreries viste los balcones y recrea con disfraces la festividad

Plano contrapicado de un niño disfrazado de caballero Sant Jordi en su balcón engalanado para la Diada en Tortosa.

Sant Jordi inhóspito en Tortosa con calles vacías y la lluvia entristeciendo una festividad inusualACN

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En el Ebre el tiempo se ha teñido de gris para acompañar una diada de Sant Jordi melancólica e inhóspita. Las calles de Tortosa están completamente vacías y las persianas bajadas de librerías y floristerías hacen más doloroso este Sant Jordi confinado. En la calle Sant Blai de Tortosa y todo el centro comercial, donde sería difícil hacerse sitio entre las paradas de libros y rosas, raramente se ve pasar a algún peatón. Transitan con mascarilla y guantes pero sin libros ni rosas en la mano. Desde primera hora, se han ido escapando gotas de lluvia a ratos, pero este año no hace falta estar con el ai al cor porque no hará falta tapar ni recoger ninguna parada.

Si en algún sitio de Tortosa se está viviendo la Diada con mayúsculas, es en la calle la Ràpita, en el barrio de Ferreries, donde un grupo de vecinos han recreado la leyenda en sus fachadas. Han decorado con todos los detalles los balcones, se han disfrazado y han bailado melodías medievales. Maria José Jovaní es una de ellas y le ha tocado ser la princesa del cuento. La iniciativa de este jueves es la continuación de todas las actividades que hacen juntos desde el inicio del confinamiento. Aplausos a las ocho de la tarde, música para todas las edades antes de cenar e incluso una fiesta de disfraces el fin de semana pasado. «Lo hemos hecho con el material que teníamos, y compartiendo los unos con los otros. El sombrero de princesa me lo ha hecho el vecino», ha explicado a ACN. «Los mayores hacemos pasar el rato a los pequeños, recortando, pintando, y ellos contentísimos. Estamos ilusionados y rompemos el aburrimiento y a las ocho de la tardeeso es una fiesta, hasta que nos cansamos», ha añadido. Otra vecina de la calle ha puesto la guinda del pastel regalando a los niños los libros que tenía de sus hijos cuando eran pequeños.

«Es importante y a la vez triste. Hace veinte años que vivo aquí. Nos saludábamos y basta. Nunca en veinte años habíamos hecho algo en común. Y vecinos de los otros edificios, que sólo nos saludábamos, hemos hecho juntos un grupo de WhatsApp y hemos hecho una pequeña familia sin pensarlo», ha destacado. Emocionada, Jovaní ha subrayado que confía en que de estas iniciativas comunitarias creen estrechos vínculos y una solidaridad vecinal que no quiere que se pierda cuando acabe el confinamiento. «Sería triste que lo perdamos. He pedido que una vez al año, por Sant Jordi o por Navidad, cuando sea, hagamos algo juntos. Volveremos a tener prisa, a salir a trabajar y tenemos que poner una fecha para mantener esta unión que nunca habíamos tenido. Te das cuenta de que a tu alrededor tienes gente que vale mucho la pena», ha destacado.

Con esta pequeña excepción, hoy en Tortosa es un Sant Jordi donde se añoran las estrechas aceras con escritores firmando libros y mesas llenas de cubos con rosas de colores. El Ayuntamiento y entidades como Òmnuim o DiLLUMs al Forn han organizado actividades telemáticas con presentaciones de libros, lecturas colectivas de textos de Gerard Vergés – de quiénes se cumplen seis años de su muerte-, así como un concurso en línea organizado por el Museu de Tortosa. También habrá concursos de lecturas en casa en Amposta, uno de relatos y puntos de libro en la Ràpita y uno de microrrelatos en Ascó, entre otros.

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