Diari Més

Medio Ambiente

Decenas de buitres visitan regularmente granjas del Baix Ebre para alimentarse de cadáveres

Los expertos han constatado que actúan en red y se pueden desplazar centenares de kilómetros buscando comida

Plano general de un grupo de buitres en el suelo, observando los contenedores de una granja de Vinallop.

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Se contabilizan por decenas y su presencia no pasa desapercibida en un espacio tan poco habitual, entre fincas de cultivo, viviendas rurales y granjas, en la llanura interior del Baix Ebre y el Montsià. De forma regular, numerosos buitres se concentran cerca de los contenedores que las granjas sitúan en el perímetro exterior de sus instalaciones. ACN ha podido captar imágenes de los carroñeros alimentándose de cadáveres de cerdo cerca de la entrada de una explotación cerca del núcleo de Vinallop, en el término municipal de Tortosa. Un fenómeno que, según los expertos, se está convirtiendo cada vez en más frecuente: a la hora de buscar alimento, los buitres actúan en red y son capaces de recorrer centenares de kilómetros para encontrarlo.

Según el reciente censo de población de buitres en el Estado español, el parque natural de los Ports acoge 185 parejas –un 11,5% menos que el anterior censo de hace una década-, cifra que representa la segunda concentración mayor de Cataluña después de la zona de los Pirineos. Fácilmente identificables por su gran envergadura y su técnica de vuelo planeadora, se ha convertido en una de las aves más características del espacio, donde la población de especies cinegéticas y la ganadería extensiva le había proporcionado tradicionalmente una importante abundancia de alimento. De hecho, durante los últimos tiempos no era fácil ver tantos fuera del macizo, sobre todo en zonas de la llanura con actividad humana y bastante concurridas por vecinos, agricultores y ganaderos.

La implantación de la normativa que desde el año 2002 obliga a los ganaderos a contratar una empresa especializada, lo hacen mayoritariamente a través de una empresa aseguradora, para gestionar los cadáveres de los animales –a raíz de la crisis de las vacas locas- ha limitado el papel que los buitres ejercían como grandes limpiadores de los restos de las explotaciones intensivas tradicionales. Pero aunque las granjas están obligadas a mantener cerrados los contenedores donde depositan los animales fuera del recinto, en algunos casos se encuentran abiertos, permitiendo a los buitres detectar y acceder fácilmente a los cadáveres que se depositan en su interior.

Así lo ha podido corroborar ACN en el caso de una granja situada en la zona de Vinallop. Decenas de buitres, en algunos casos hasta más de una sesentena, acuden habitualmente cerca de uno de los accesos perimetrales o al campo próximo para poder alimentarse de los cadáveres de cerdos que se depositan en los contenedores, algunos de los cuales se encuentran destapados. No se trata de un hecho puntual de los últimos días: los carroñeros vienen acudiendo de forma regular durante las últimas semanas causando la sorpresa de numerosos testigos. El fenómeno ha causado sorpresa entre los vecinos de la zona. Los carroñeros también visitan de forma frecuente el vertedero de Mas de Barberans.

El investigador del CSIC y experto en buitres, Antoni Margalida, constata que los largos desplazamientos a estos tipos de espacios, con actividad humana próxima, se han convertido en bastante habituales. Así, explica que a pesar de disponer del abundante alimento que la ganadería extensiva les proporciona en las zonas de alta montaña pirenaica –la Generalitat permite abandonar los cadáveres de animales muertos, con condiciones, a partir de los 1.400 de altura-, muchos hacen viajes de centenares de kilómetros en busca de los restos que dejan granjas o vertederos donde han constatado que encuentran comida con facilidad. «Si un vertedero, un punto de alimentación o una mortalidad por alud en la montaña atrae concentraciones de buitres, un contenedor lleno de restos también para ellos es atractivo porque saben que regularmente, en el espacio y el tiempo, encontrarán esta comida y les compensa», relata.

Lo demuestran los estudios que Margalida y su equipo han hecho con una veintena de buitres marcados en el Pirineo: el seguimiento vía satélite ha revelado que muchos de los que nidifican en el Alta Ribargorça o el Pallars Jussà bajan hacia el sur, hasta la llanura de Lérida, para alimentarse en explotaciones intensivas de vacas o cerdos de la zona de Balaguer, Alfarràs o Alfés. En algún caso, incluso, se ha detectado un individuo en un vertedero de Zaragoza. Desde otras zonas del Pirineo, apunta, algunos buitres han llegado a Extremadura, el País Vasco o el Macizo Central francés. «Exploran zonas muy grandes para identificar donde hay comida» precisa Margalida. Sobre todo, en el caso de los jóvenes y subadultos, que pueden recorrer toda la península Ibérica buscando alimento y reconociendo espacios para decidir si compensa el largo desplazamiento.

Actúan en red

A la hora de detectar los cadáveres de los que se alimentan, los buitres actúan «en red», a partir de la comunicación visual. Así, por ejemplo, cuando perciben otros individuos dentro de su campo visual que se descuelgan cuando detectan la comida los acaban siguiendo y así lo harán también los que se encuentren en las proximidades. También son atraídos por los movimientos de los córvidos. Todo, explica las importantes concentraciones de aves en espacios donde regularmente tienen un acceso fácil a la comida.

Margalida niega que la acción de estos carroñeros se pueda convertir en un vector para el contagio de enfermedades como la peste porcina africana. Con focos declarados en Bélgica, el Departament d'Agricultura está preocupado por la posibilidad de que, por diferentes vías, pueda acabar llegando a Cataluña y generando pérdidas millonarias en el sector ganadero. «Al contrario, el buitre es un aliado de los ganaderos: evitará las infecciones y la transmisión de enfermedades. No hace de transmisor, sino que hace desaparecer la incidencia», observación.

El «mito» de los ataques a animales vivos

También intenta desmontar el «mito» según el que, durante los últimos años, han cambiado su comportamiento y se han vuelto predadores. «Está magnificado, muchas veces por una falta de información. Se han interpretado mal algunos comportamientos: es una especie que ni morfológica ni evolutivamente está preparada para depredar, no tiene las grifas ni el pico para atacar», certifica, admitiendo que, puntualmente, se han comido algún animal muy débil que se encontraba ya a punto de morir.

Por el contrario, recuerda que a los beneficios ambientales directos de la acción de los carroñeros, haciendo desaparecer los restos de los animales de forma natural, hay que sumar los económicos. Según sus cálculos, en la península Ibérica el coste de la recogida de cadáveres de animales a través de las aseguradoras supone un coste anual de 47 millones de euros y su transporte en plantas específicas emite 77.000 toneladas de dióxido de carbono. La acción de los buitres limpiando los cadáveres supondría un ahorro de 1,5 millones. «Si ponemos sobre la balanza los pros y contras de los servicios ecosistémicos que proporcionan los buitres este ahorro económico y el gasto que pueden evitar hacen que sea una especie muy beneficiosa para la sociedad en general», cierra.

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