Los vecinos de los edificios hundidos de Tortosa recogen objetos personales a la espera de volver a casa en unos días

Algunos de los 23 vecinos que fueron desalojados después de que se hundieran dos edificios deshabitados en el casco antiguo de Tortosa, en la calle Montcada, han podido acceder, este lunes por la mañana, a sus domicilios para recoger objetos personales mientras esperan que los arquitectos municipales hagan las comprobaciones pertinentes y les digan cuándo pueden volver a casa. No está previsto que puedan hacerlo en los próximos días. Uno de los vecinos afectados, propietario de una casa adyacente, Manel Margarit, ha lamentado cierta falta de previsión, ya que los edificios se tuvieron que apuntalar. «Eso es la dejadez de actuación en el casco antiguo, que es notoria», ha criticado. Mientras tanto, está previsto que las máquinas empiecen este lunes a desescombrar.

Este lunes por la mañana algunos vecinos afectados por el derrumbe se han acercado a la calle Montcada para poder acceder brevemente, acompañados de técnicos y bomberos, en sus viviendas y recuperar algunas pertenencias o animales. De los 23 vecinos desalojados preventivamente, sólo una ha tenido que ser realojada en el centro de acogida municipal. El resto esdtan con familiares. También han acudido hasta el lugar propietarios con propiedades próximas que han resultado dañadas por la caída. Manel Margarit, abogado que reside en Barcelona, ha podido comprobar in situ los destrozos que le ha provocado en el balcón de su piso. Los escombros han entrado por la misma apertura en el interior.

Cree que el Ayuntamiento tendría que haber actuar con antelación, ante una situación evidente de riesgo de derrumbe desde hacía tiempo. Eso se podía prever que pasaría. Hace tres meses que el edificio de delante estaba apuntalado. Suerte que ha sido de noche y no pasaba gente, porque es una calle muy concurrida», argumenta. «Entiendo que es por la dejadez de actuación de la alcaldía en el casco antiguo, en este caso en la calle Montcada. Se habría podido prever», insiste, recordando la «infinidad de inmuebles» situados en calles próximas de los barrios del Rastre y del núcleo histórico que pueden acabar sufriendo la misma suerte.

La alcaldesa de Tortosa, Meritxell Roigé, defiende, en cambio, que el consistorio ya actuó e hizo todo lo que estaba en sus manos para evitar el derrumbe. «Hicimos un requerimiento a los propietarios de las dos viviendas, que tenían la obligación de actuar. Tenían que hacer las obras que los dijimos desde el Ayuntamiento», ha declarado. Más allá del apuntalamiento, el consistorio tenía conocimiento de la intención de la propiedad de iniciar trabajos en los inmuebles. Pero no hay constancia que las actuaciones hubieran empezado ni dispusieran de la preceptiva licencia municipal. Ahora, apunta Roigé, tendrán que hacerse cargo del coste no sólo de sacar los escombros, que de entrada asumen el consistorio, sino también del cierre y la estabilización las partes que hayan quedado y los muros contiguos con los edificios vecinos.

«Cualquier vivienda puede ser peligro en cualquier lugar. En los centros históricos, con las calles estrechas, se agrava el peligro. Por suerte no había nadie en la calle en aquel momento y no se tienen que lamentar víctimas», ha concluído la alcaldesa.