Diari Més

El Observatorio del Ebro registra la temperatura más alta de un mes de agosto en su serie histórica

Los 42,3 grados centígrados de los pasado 4 de agosto es el segundo valor más alto inventariado en los meses de verano en el instituto geofísico

Una mujer intentando refrescarse en una fuente pública.

Un hombre de Barcelona, tercera víctima mortal del calorACN

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El Observatorio del Ebro ha registrado récords de calor en los primeros cinco días de agosto de este año. La ola de calor ha dejado el valor más alto de temperatura nunca alcanzado durante un mes de agosto al instituto geofísico ebrense. En concreto, el pasado 4 de agosto se llegó a una temperatura máxima de 42,3 grados centígrados. Además, es el segundo valor más alto de toda la serie histórica el Observatorio sólo superado por los 43 grados centígrados registrados el 7 de julio de 1982. También las temperaturas mínimas han sido de récord con 26.9 grados centígrados el 5 de agots, el valor más alto para una temperatura mínima de toda la serie del espacio de observación meteorológica. El Observatorio del Ebro ha destacado también que la evolución de las temperaturas entre el 1 y el 5 de agosto deja uno registros por serie con valores extremos inéditos hasta el momento.

El Observatorio del Ebro - Institut Universitari de la Ramon Llull, es una fundación sin ánimo de lucro creada en 1904 y dedicada al estudio de los fenómenos geofísicos y meteorológicos.

Como ha apuntado German Soler, miembro del equipo de observación meteorológica del instituto, cada vez que se superan los 40 grados en Roquetes es un hecho «excepcional» y cada grado que se incrementa todavía más. Tampoco tendría que ser habitual llegar a los 35 grados durante buena parte del verano y con esta tendencia de temperaturas estivales al alza, la situación climática se agrava. De hecho, las series del Observatorio del Ebro evidencian el cambio climático con 9 de los últimos 15 años acumulando las cifras más cálidas de toda la serie histórica del instituto.

La adaptación, insisten, no será fácil: más secadero y más consumo de agua, y más necesidad de vivir en «burbujas» donde aislarse del fuerte calor y más consumo de energía eléctrica. «Será todo un problema», ha apuntado Soler.

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