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Identifican por primera vez a una víctima de las fosas de la Guerra Civil a través del banco de ADN de los familiares

Cuatro individuos más podrán ser reconocidos pronto entre los 250 que se han recuperado en Miravet y el Soleràs con el Plan de Fosas de la Generalitat

Algunes despulles dins d'una de la cinquantena de fosses que s'han excavat a Miravet.

Identifican por primera vez a una víctima de las fosas de la Guerra Civil a través del banco de ADN de los familiaresACN

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Los restos de un civil del Soleràs (Garrigues), un hombre de unos 60 años muerto por la explosión de un obús, podrán volver a casa, 80 años después, y descansar con los suyos. Es el primer cadáver recuperado de las fosas de la Guerra Civil que ha dado positivo en el Programa de Identificación Genética -en marcha desde el 2016-, que cruza los datos genéticos de los restos óseos con las de familiares vivos que han participado y han cedido al Banco de ADN. Hay cuatro individuos más recuperados en el Soleràs que pueden ser identificados en breve. Se trata de un soldado republicano de 32 años, de Maldà (Urgell), con una pierna amputada, un soldado del bando nacional de Burgos y dos civiles más muertos en el bombardeo en el Soleràs la Nit de Nadal de 1938. «Vamos tarde. Cada día quedan menos víctimas y menos testigos, pero estamos apretando el acelerador», ha asegurado Ester Capella, consellera de Justicia.

De hecho, en un año, desde la puesta en marcha del Plan de Fosas, se han recuperado en Cataluña cuatro veces más restos de soldados y civiles desaparecidos que en las cuatro décadas que han pasado desde la Transición. De la cuarentena de fosas que se han abierto, sólo en Miravet (Ribera de Ebro) y el Soleràs se han recuperado 261 restos, sobre todo de soldados republicanos, pero también de soldados del bando nacional y civiles. Se trata de las dos fosas mayores excavadas hasta ahora en el país.

En el Laboratorio de Análisis Antropológicos de la UAB un grupo de cuatro antropólogas, coordinadas por la profesora Eulàlia Subirà, se encargan de identificar y documentar los datos físicos y biológicos de los restos y de las muestras de los familiares del Banco de ADN, que se envía a los laboratorios de extracción de ADN de este centro universitario, de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad Pompeu Fabra. «El objetivo de nuestro trabajo se poder devolver los restos a las familias que están buscando a los desaparecidos», ha comentado Núria Montes, una de las investigadoras. «Esta es la parte más importando del trabajo que desarrollamos este equipo», ha añadido.

Los resultados se comparan para ver si se detectan coincidencias con el material disponible del Banco de ADN, a través del cual, desde 2016, se recogen los datos genéticos de los familiares que buscan sus desaparecidos en la Guerra Civil. Las pruebas genéticas se han hecho a 1.265 familiares, aunque el Censo de personas desaparecidas ya cuenta con 5.459 casos inscritos hasta este julio. Todos los familiares del Censo de personas desaparecidas han sido informados de las pruebas genéticas y están invitados a ponerse en contacto con el Hospital Vall d'Hebron para hacer las pruebas, que son gratuitas. Con respecto a las pruebas genéticas de los restos, actualmente hay datos de 61 individuos exhumados.

Los primeros identificados

Montes, responsable del análisis de los despojos procedentes de la fosa del Soleràs, ha explicado que entre los 166 individuos localizados en esta población, se han encontrado esqueletos que presentan muchas coincidencias con hombres desaparecidos durante la Guerra Civil. Uno de ellos ya ha dado positivo.

Se trata de Leandro Preixens Torebadella, un hombre de más de 60 años que se ha localizado en una de las fosas donde había población civil y que presenta varias fracturas perimortem – causado en torno al momento de la muerte- a todo el lado derecho del cuerpo, así ametralla incrustada en el cráneo y en las costillas. La hipótesis con que se trabaja es que podría ser un abuelo de una familia de la zona –actualmente residentes en Juneda- y que perdió la vida cuando cayó un obús, el 25 de diciembre de 1938, cerca de Granyena de les Garrigues. Curiosamente, Leandro había sobrevivido a la Guerra de Cuba.

Una otro individuo que podría ser identificado en breve estaba enterrado con otros soldados republicanos que habían recibido tratamientos médicos en el hospital de campaña del Soleràs. «Hay una familia de Maldà que busca a un soldado de este bando que según el certificado médico perdió la vida después de que le amputaran la pierna derecha», ha explicado Montes. El esqueleto que se identifica es compatible con esta información. «Se trata de un caso que presenta una lesión como esta a la parte superior del muslo de la pierna derecha y parece muy próxima al momento de la muerte porque no hay ninguna remodelación ósea posterior», comenta la experta.

Por otra parte, Andrea Fernández es la antropóloga responsable de analizar los restos óseos procedentes de las fosas de Pernafeites de Miravet. En la Ribera de Ebro se conoce que se enterró mucha población civil que perdió la vida después de los bombardeos que se produjeron en la zona pero también que a pocos kilómetros del pueblo, estaba ubicado el hospital de campaña de la 43ª División Republicana que velaba por la defensa de la línea de frente en este punto.

Entre los individuos desenterrados, también se ha localizado el esqueleto de un joven de entre 14 y 16 años con un impacto en el coxis y restos de metralla en la zona del abdomen. Según ha apuntado Sergi González, director de esta excavación, a falta de las comprobaciones genéticas, en este yacimiento se ha encontrado algún menor de 20 años pero la mayoría de personas exhumadas en Miravet tendrían más de 25 años.

De hecho, desde el laboratorio señalan que, como el estado de conservación de la mayoría de cuerpos es «muy buena», se puede determinar la edad y el sexo del 98% de los individuos analizados. Con todo, el proceso es lento porque hace falta medir los huesos, hacer un estudio macroscópico de las patologías que presenta casa caso y documentarlo fotográficamente. «Necesitamos una semana entera para poder llevar a cabo el análisis completo de un individuo», afirma la antropóloga. Se prevé que el proceso de revisión de todos los restos de Miravet y El Soleràs acabará el mes de diciembre de 2018.

Las dos fosas mayores abiertas hasta ahora

La fosa del Soleràs estaba subdividida en ocho fosas diferentes dentro del recinto del antiguo cementerio del pueblo, abandonado a principios del siglo XX. La mayoría de las 155 exhumaciones corresponden a soldados republicanos que murieron en un hospital de campaña instalado en el pueblo. También se han encontrado 25 soldados del bando nacional y algunos civiles. Gracias a testimonios orales, se sabe que el hospital estaba en un edificio próximo a la fosa|foso y que los mismos vecinos se hacían cargo del traslado de los soldados muertos al cementerio viejo. El traslado se hacía de noche con un carro arrastrado por una mula. Las víctimas eran vertidas desde el carro.

El Soleràs es un pueblo ubicado a medio camino entre el frente del Ebro y el frente sur del Segre. Fue un punto logístico importante entre los meses de julio y diciembre de 1938, periodo en el cual se instalan varios puntos sanitarios de atención a los soldados heridos del bando republicano. No obstante, en enero de 1939 la zona cae en manos del ejército nacional, que aprovecha el mismo espacio para enterrar a sus soldados muertos a la Batalla de Les Garrigues.

Por otra parte, al yacimiento de Miravet, conocida como la Fosa de Pernafeites, había 51 fosas con despojos de 106 personas, muchos soldados republicanos muertos durante la Batalla del Ebro. La mayor parte de los soldados correspondían a la 43ª División del ejército republicano, aunque también había hombres de la 11ª División, conocida como la División Lister, caídos durante la defensa de la Sierra de Caballos.

La búsqueda de los descendientes

«Sabía que mi madrina y mi madre, aquí -en la fosa del Soleràs-, llevaban flores», ha apuntado a Josep Maria Ruestes, vecino de Juneda y neto de Leandro Preixens Torebadella. Ruestes decidió iniciar todos los trámites para compartir su ADN y poder compararlo con los restos que pudieran aparecer cuando se abriera la fosa. Otro familiar también ha hecho ahora una donación para poder estrechar todavía más las coincidencias genéticas. Ahora el abuelo materno de Josep Maria podrá ser enterrado con su mujer y su hija, y con otra hija de su mujer, que rehízo la vida. «Murió en un bombardeo en Granyena cuando hacía un refugio», había oído explicar su nieto. «La onda expansiva de un obús lo estropeó, pobre,» ha detallado.

También un joven soldado de 32 años, vecino de Maldà y muerte, según un certificado de defunción, en el hospital militar del Soleràs, con la pierna derecha amputada, podría descansar pronto al lado de la mujer y los hijos. Su nieto, Josep Maria Farré había visitado la fosa común del cementerio viejo del Soleràs con su padre, en busca del abuelo. «No lo pudieron salvar y sabíamos que estaba enterrado por aquí pero la gente del pueblo no sabía demasiado bien donde estaba,» ha dicho. Con el Plan de Fosas sevolvieron a mover» y ahora están «esperanzados» con recuperar a aquel joven soldado que dejó a unos niños pequeños huérfanos demasiado pronto. «Mi padre tenía 3 años. La madrina siempre habló, de qué hacía y qué significaba. Se decía Josep. Mi padre no lo recuerda pero ha estado siempre muy presente», ha explicado Josep Maria. Darle una «sepultura digna» es el único motivo que los ha movido.

Los testimonios orales

Para localizar las fosas, un trabajo que ha asumido la Universidad Rovira y Virgilio (URV), también han sido claves los pocos testimonios orales que quedan. En Miravet, a partir de una de estas historias vivas, se buscó la fosa cerca de «la caseta del Eusebi», donde se sabía que se estableció el hospital de campaña de la 43ª División Republicana. «Hacían selección de los heridos. Los leves eran evacuados a la retaguardia, pero también hacían intervenciones quirúrgicas», ha relatado Sergi González, el jefe de la excavación de Miravet.

También en el Soleràs, Adelaida Guiu, mantiene intactos unos demoledores recuerdos, a pesar de era una niña pequeña de 3 o 4 años. Explica con detalles como pasaba cada día «el carro de los muertos», cómo fue atendida en el hospital de sangre del pueblo porque la atropelló un vehículo, o cómo un herido de guerra murió en la entrada de su casa, donde se alojaba el médico. «Le vi los intestinos como cuando matas un conejo», detalla entre otras anécdotas. «No hay nada más pesado que hermanos con hermanos se tengan que pelear. Está cordero que salga la memoria histórica porque se aclaran las cosas», ha apuntado.

El testimonio material

Pistas, también se encuentran dentro de las fosas, en forma de objetos personales o de higiene. En Miravet, los arqueólogos han recuperado una anillo, con la cruz y el martillo comunista gravados en rojo, y dos iniciales. Una es claramente una «A» y la otra podría ser una «R» o una «B». Este tipo de anillo los llevaban los comisarios políticos del bando republicano.

Con estas pistas, se iniciará un rastreo para tratar de identificar si alguna de aquellos jefes del frente republicano está entre las víctimas de la fosa de Miravet o si, simplemente, alguien de los enterrados allí se lo habría podido apropiar. Como ha apuntado González, se hará una investigación documental para encontrar los nombres de los comisarios políticos de la 11ª, 43ª, y 46ª Divisiones del Ejército Popular de la República. «Son las que tenemos constancia que pasaron por allí y sabiendo los nombres podemos tratar de estirar el hilo», ha dicho el director de la excavación.

En las fosas de Miravet también han aparecido otros objetos como botones, mecheros, peines de pelo, una cuchara, un cinturón, una pluma, minas de lápiz y algunos anillos de boda. Ninguna conserva la inscripción.

Mucho trabajo por hacer

Los arqueólogos han exhumado los restos de 155 individuos del Soleràs y 106 en Miravet. Son las dos fosas excavadas mayores hasta ahora. Localizadas hay 505 y se han abierto 38 hasta mayo del 2018. De estas, 14 se han abierto a partir del verano del 2017, cuando se desplegó el Plan de Fosas, se han hecho 281 exhumaciones. Eso significa que más de una tercera parte de las excavaciones de los últimos 19 años se han hecho en un año. Entre 1999 y el 2018 se habían hecho 339 exhumaciones. Se calcula que en Cataluña hay alrededor de 20.000 personas enterradas en fosas.

Los datos se han dado a conocer durante el acto de conmemoración del 80º aniversario de la Batalla del Ebro, que ha contado con la presencia del presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, la consellera de Justicia, Ester Capella, y el alcalde de Corbera d'Ebre, Antonio Àlvarez. El acto, que ha contado con la presencia de testimonios de la Batalla del Ebro, se ha celebrado en la Iglesia Vieja de Sant Pere, en el Pueblo Viejo.

«Con sólo un año, hemos multiplicado por cuatro el número de personas desenterradas desde la Transición. Estamos en deuda con estas personas. Las tenemos que recuperar, dignificar y recordar. Lo tenemos que hacer para coser las heridas colectivas y cerrar su luto», ha defendido a la consellera Capella.

Diversos arqueòlegs treballant per obrir les fosses de Miravet.

Identifican por primera vez a una víctima de las fosas de la Guerra Civil a través del banco de ADN de los familiaresACN

Una fossa amb un cadàver enterrat amb una llitera, al jaciment de Miravet.

Identifican por primera vez a una víctima de las fosas de la Guerra Civil a través del banco de ADN de los familiaresACN

L'esquet d'un home a qui van amputar la cama localitzat en una fossa a El Soleràs.

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