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Un año de prisión para|por un tortosino para intentar cerrar un hotel de Sants en la huelga general del 2012

La sentencia admite que el acusado no cometió directamente los hechos, pero sí el grupo en lo que estaba, y la defensa ha recurrido ante la Audiencia de Barcelona

El jove tortosí, Andreu Curto, durant el judici.

Un año de prisión para un tortosino por intentar cerrar un hotel de Sants en la huelga general del 2012acn

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Un juzgado de lo penal de Barcelona ha condenado a un año de prisión a un joven tortosino por haber roto cristales, tiestos y cenizas y haber tirado dos bengalas en un hotel del barrio de Sants de Barcelona durante la huelga general de marzo del 2012. Andreu Curto ha sido condenado por los delitos de daños y contra los derechos de los trabajadores, en la modalidad de coacción por el seguimiento de una huelga, con el atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas. En cambio, ha quedado absuelto de desórdenes públicos y deslucimiento de bienes. También tendrá que pagar 800 euros de multa y 1.270 de indemnización en el hotel.

El fiscal pedía por estos hechos cuatro años de prisión, bajo las acusaciones de delito de daños, de coacción en relación a los derechos de los trabajadores y por desórdenes públicos. La defensa ya ha presentado un recurso ante la Audiencia de Barcelona.

Según considera probado el juez, el acusado participaba en un piquete de huelga para «obligar a otras personas a secundar la huelga en contra de su voluntad». Hacia las 11.45 horas del 29 de marzo, el piquete se detuvo delante del hotel Vincci Arena, cerca de la plaza Espanya. Allí, el acusado y otros miembros del piquete no identificados tiraron dos petardos dentro del vestíbulo del establecimiento, rompieron los dos cristales exteriores de la puerta de acceso y rompieron dos ceniceros metálicos situados al lado de la puerta, así como dos grandes tiestos. También pintaron el lema 'huelga general' en una de las puertas de cristal.

Acto seguido, el acusado se habría dirigido al responsable del hotel y lo increpó exigiéndole a él y al resto de trabajadores que cerraran el hotel y dejaran de trabajar. El gerente dijo que no podía dejar sin alojamiento a los clientes y un miembro del piquete le respondió: «Volveremos, eso no quedará así».

El acusado explicó durante el juicio que el 29 de marzo del 2012, en el marco de la huelga general, se concentró en las 8 de la mañana en la plaza de Sants con dos amigos y unas 300 personas para hacer a un piquete informativo. Pasearon por todo el barrio y, hacia las 11.45 horas, llegaron delante del hotel Vincci Arena, cerca de la confluencia de las calles Consell de Cent y Tarragona. Según él, el piquete era pacífico y sólo informativo, y delante del hotel habló con uno de los responsables, que salió, para informarlo de la huelga e instarlo a cerrar el establecimiento. La conversación duró menos de un minuto porque, según Curto, llegaron cinco o seis encapuchados y tiraron al suelo y rompieron ceniceros, tiestos y los cristales de la puerta, además de hacer pintadas a favor de la huelga general y tirar algunos petardos y bengalas dentro del vestíbulo del hotel.

En todo caso, el chico negó que él fuera el autor de los desperfectos, y aseguró que estos encapuchados fueron criticados y echados por el resto de miembros del piquete. Sobre la conversación con el trabajador, dijo que no lo increpó ni le dijo la frase 'Volveremos, eso no quedará así'. Cuando los encapuchados se hubieron marchado, el piquete también se desplazó y el hotel siguió abierto.

El responsable legal del hotel en aquel momento era el único testigo de la fiscalía y explicó que miembros del piquete hicieron destrozos en la fachada del establecimiento, rompieron cristales y tiraron al menos una bengala en el vestíbulo, cosa que lo llenó de humo y cosa asustó a algunos clientes que estaban desayunando en el bar.

A preguntas de la fiscal, dijo que el piquete, de más de 50 personas, tenía una «actitud violenta, no amigable» y que cometió «actos vandálicos». Como él estaba en la puerta, salió a hablar con el acusado, que encabezaba el grupo y se habría enfrentado al trabajador. Según el testimonio, el chico participaba en los hechos, sin concretar cuáles, y mantenía un «tono altivo, no amigable», ya que lo acusó «de esquirol».

Días después el responsable del hotel pudo identificar al joven en una rueda de reconocimiento y recordó que el día de la huelga llevaba una camiseta del Barça. Este detalle, así como pecas de la cara y la forma y el tamaño de la oreja izquierda, hizo que los Mossos pudieran identificarlo para que a través de fotografías de medios de comunicación, colgadas a internet, de los propios Mossos o a través de las cámaras de seguridad se lo reconociera en otras acciones de aquel piquete y llegaran a determinar la identidad. De hecho, el piquete vio cómo los jóvenes violentos hacían un ataque con botellas de vidrio a un supermercado y otro a un taller de reparación de neumáticos. No obstante, la defensa del joven alegó que las fotos para identificarlo no se sabe de quien son y tampoco hay ningún lugar de los hechos o que se lo vea haciendo algún daño material.

Curto fue arrestado dos meses después de la huelga y pasó 22 días en prisión preventiva. Eso generó una campaña de solidaridad que ha contado con la adhesión de particulares, entidades y políticos, como el Ayuntamiento de Tortosa, que aprobó una moción en defensa suya.

Según su abogado, Eduardo Cáliz, «esta sentencia condena a Andreu por el simple hecho de participar en un piquete informativo, sin atribuirle ninguna acción delictiva más allá de formar parte de un piquete informativo. La sentencia supone una peligrosa involución en los derechos de las clases trabajadoras y una restricción del derecho de huelga y de manifestación. No es propio de un estado democrático y de derecho condenar a prisión a una persona por participar en un piquete informativo atribuyéndole una responsabilidad penal con respecto a hechos realizado por terceros. Esta sentencia materializa el derecho penal de autor condenando a Andreu por lo que es, una persona movilizada por los derechos laborales y sociales, y no por lo que» ha «hecho».

En su recurso, el abogado recuerda que no hay ninguna prueba directa de la participación de Curto en los daños concretos contra el hotel, y que la fotografía para identificarlo no ha sido autentificada.

Según su grupo de apoyo, la sentencia es «antijurídica y de marcado carácter político», ya que, según un comunicado, «durante el juicio ninguno de los testigos declararon ni siquiera insinuar que Andreu causas los supuestos daños (romper dos ceniceros y tirar dos petardos)». El juez llega a afirmar literalmente en la sentencia que «resulta irrelevante que el acusado fuera o no la persona que materialmente hizo el lanzamiento de bengalas o los tests|tiestos». Además, ha habido varios hechos que han causado una situación «de indefensión jurídica grave», como el hecho que el juez no resuelve en la sentencia la impugnación de que realizó la defensa respeto diversas de las pruebas presentadas por la fiscalía, o que los Mossos d'Esquadra no aportaron al expediente judicial una grabación de las cámaras de seguridad del hotel donde se podía observar la secuencia completa de los hechos objeto del juicio.

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