Diari Més

ACS hinchó hasta el 17% su beneficio para subcontratar y construir las instalaciones del proyecto Castor

El informe del Ministerio de Industria recuerda que las ganancias se tenían que limitar al 5% y relata cómo la constructora se autoadjudicaba las obras sin precio

Un nou pagament eleva el cost de Castor a 1.760 MEUR

ACS hinchó hasta el 17% su beneficio para subcontratar y construir las instalaciones del proyecto CastorACN

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ACS hinchó hasta el 17% su beneficio industrial para construir, a través de filiales del propio grupo, o subcontratar las instalaciones del proyecto Castor. Además, el conglomerado presidido por Florentino Pérez, que desde finales de 2007 controlaba un 66% del concesionario del almacén de gas submarino, Escal UGS, se autoadjudicó sin precio la obra de la planta terrestre. Todo contribuyó a disparar el coste final del proyecto, como pone de relieve el informe del Ministerio de Industria del año 2012 difundido por el programa 'Salvados' y en el cual ha tenido acceso también el ACN. Según el gobierno Español, el beneficio de ACS, que era contratista y contratante al mismo tiempo, no tenía que superar el 5% previsto en el contrato de construcción. Unas instalaciones, valoradas en 1.273 millones de euros –y un coste final de unos 3.420 millones para los consumidores de gas-, que el gobierno español descarta poner en marcha después de que la inyección de gas en el subsuelo provocara un millar de terremotos.

El documento «confidencial» de la Secretaría de Estado de Energía, perteneciendo entonces al Ministerio de Industria, concreta con porcentajes y cifras el ya conocido desenfreno de costes en constante escalada del proyecto Castor. De hecho, según admite el gobierno español, el modelo retributivo de estas infraestructuras potenciaba que un incremento de la inversión suponía para ACS una mayor retribución. Un «incentivo perverso» derivado del sistema de retribución estatal de estas instalaciones y del control pero, sobre todo, del control omnipresente que la constructora tenía en todos los ámbitos del proyecto: el grupo de Florentino Pérez ejerció prácticamente todos los papeles de los aleluyas, siendo al mismo tiempo concesionario contratante del almacén de gas submarino y constructor contratista. «Eso es una fuente de conflicto de intereses dado que la mayoría del consejo d'ESCAL está vinculada mediante una relación contractual con el grupo ACS», certifica el informe.

El contrato de ingeniería, adquisición, construcción e instalación, adjudicado por Escal UGS a ACS en septiembre de 2007, preveía un margen de beneficio industrial del 5% para la constructora. Una cifra pero que en muchos casos se disparó hasta el 17% como comisionista en la subcontratación de una de las partes concretas de las instalaciones, de acuerdo con el plan de inversiones presentado por Escal UGS en agosto de 2010, en el momento de iniciar las obras. Este es el caso de las plataformas marinas de pozos y de procesos –que acabaron costando 97,5 y 542,3 millones de euros, respectivamente. Después de que el gobierno español descartara encargarla a la filial de ACS Dragados Offshore, por el elevado precio que pedía, fue la norteamericana Kiewit quien se hizo cargo. A pesar de eso, y sin hacerse cargo del coste de posibles contingencias en su instalación y los aranceles, la constructora se fijó un margen del 17%. «Si el contratista no asume los riesgos, el margen se tendría que reducir sensiblemente (5%), como si de un trabajo por administración se tratara», indica el informe. Finalmente, las plataformas –que tuvieron que cruzar el Atlántico con una gran grúa- se acabaron encareciendo unos 135 millones respecto del presupuesto original. Dragados Offshore acabó asumiendo un 20% del presupuesto total para acoplar las plantas a Cádiz –con una ganancia de ACS del 5%. Pero el ahorro que tenía que suponer contratar a los Estados Unidos se acabó fundiendo.

La CNE y la falta de transparencia

El caso de la planta terrestre tampoco se queda atrás: la constructora se volvió a subcontratar a ella misma. Concretamente, la obra fue adjudicada por Escal UGS a la UTE formada por Cobra –la misma ingeniería de ACS, que controlaba un 80% de la unión temporal- y Sener. En este caso, el coste total incluyó también un margen del 17% para el grupo constructor como contratista. «Parece lógico que el margen a aplicar tendría que ser el mismo que en el caso de las otras contrataciones dentro del grupo empresarial», razona el informe. Es decir, el 5%. Por si fuera poco, la Comisión Nacional de la Energía (CNE) denunció en un informe de marzo de 2012 que la adjudicación de esta parte del proyecto no siguió un «sistema transparente de adjudicación ni otras ofertas». En otras palabras, fue autoadjudicado sin precio. También en el caso del gasoducto de 29 kilómetros que comunicaba esta planta terrestre con la marina –adjudicado a JP Keane-, ACS aplicó sobre el precio del contrato de construcción un margen del 17% trasladando los riesgos del tendido al sistema gasista. La obra sufrió finalmente un sobrecoste de 9,8 y costó 131,2 millones. También existían sobrecostes de 38,1 millones en partidas de ingeniería y supervisión así como dirección y servicios de proyectos.

Todo provocó que el proyecto Castor acabara sufriendo fuertes desviaciones de costes respecto de las cifras iniciales. Si bien el Ministerio toma como referencia de partida el presupuesto inicial presentado por Escal UGS en mayo de 2007, por valor de 894,5 millones de euros, la empresa había plasmado en el BOE del 2 de enero del mismo año, en el anuncio de precalificación del contrato constructivo, una estimación|estima 481 millones. Con todo, las primeras referencias sobre el proyecto Castor en informes corporativos de la matriz canadiense Dundee Energy lo valoraban, el año 2003, en 300 millones de dólares -unos 250 millones de euros al cambio de la época. A finales de 2007, una vez firmado el contrato con ACS, el importe total se elevó a los 1.163 millones de euros, cifra que se mantuvo hasta marzo de 2010, cuando el concesionario presentó otro plan de inversiones por 1.272,9 millones. Este es el tope reconocido el año 2011 por el entonces ministro de Industria socialista Miguel Sebastián a pesar de las dudas que el incremento de costes había generado en el gobierno español. Este importe no incluía otras partidas adicionales, como el gas colchón, cuyo coste Indústria estimaba en 185 millones de euros y que acabó adquiriendo Enagás; 213 millones en gastos financieros hasta la presumible puesta en marcha; así como 37 millones por las investigaciones y exploraciones efectuadas durante los cinco años anteriores a la concesión. Más de 1.700 millones, en total –gastos en estudios, hibernación y mantenimientos posteriores no incluidos.

Un contrato a medida

La clave de todo este dispendio, abunda el documento ministerial, empieza a explicarse desde el momento de la firma del contrato constructivo que Escal UGS adjudicó a ACS septiembre de 2007. Un concurso que, aunque siguió «las prescripciones legalmente establecidas», parecía hecho a medida para los ingresos del grupo constructor: se pedía como requisito experiencia en cinco proyectos energéticos al Estado español –impidiendo el acceso a empresas internacionales que no operaran en el Estado- así como un volumen de ventas superior a los 4.000 millones. El cumplimiento de estas condiciones permitió eliminar cualquier tipo de competencia y sólo ACS se acabó presentando. El contrato era del tipo «clave en mano» –que incluye la asunción de los proyectos, los trámites y la construcción- sin precio final fijado. También preveía, sin embargo, la subcontratación de determinadas partidas correspondientes a las diferentes instalaciones, un procedimiento con el cual se incrementaba entre el 12% y 20% el coste final de la operación. El círculo se cerraría dos meses después de este contrato, cuando la sociedad liderada por Florentino Pérez se convertía también en accionista mayoritaria del concesionario del almacén de gas submarino. De esta manera, el grupo asumía el control total del proyecto, con dos terceras partes del accionariado la empresa que le acababa de adjudicar las obras.

El informe, revisión de un primer documento redactado en septiembre de 2010 –bajo el mandato del PSOE- pero que no ha trascendido a la luz pública hasta hace pocos días, podría haber sido la base de los argumentos que el exministro de Industria del PP, José Manuel Soria, utilizó la primavera de 2012 para dar por muerte e inviable desde el punto de vista económico el proyecto Castor. Pero a pesar de haber intentado denunciar el contrato ante el Tribunal Supremo, cuestionando la legalidad de la cláusula por la cual el concesionario se garantizaba el retorno de la inversión aunque se hubiera producido luto o negligencia por parte d'Escal UGS, el exministro acabó claudicando. Así, si bien rebajó la rentabilidad financiera del proyecto Castor, también acordó alcanzar de cinco a 25 años el periodo para que la empresa pudiera renunciar a la concesión recuperando la inversión. Una prerrogativa a la cual se acabó acogiendo ACS para percibir la indemnización de 1.350 millones de euros en noviembre de 2014.

Más de 1.760 millones cobrados

Entonces, el gobierno español del PP tampoco utilizó los argumentos económicos de este documento para evitar o reducir el pago. En realidad, Escal UGS ha percibido, hasta estos momentos, 1.760 millones de euros por el proyecto Castor, incluyendo las remuneraciones anteriores a 2012 y las pendientes hasta la renuncia de la concesión. El documento, además, adquiere una nueva dimensión a la luz del informe de la Massachusetts Institute of Technology y la Universidad de Harvard, certificando que las operaciones de inyección de gas en el almacén fueron la causa directa de los más de un millar de terremotos registrados a partir de septiembre de 2013. Según varios expertos consultados por el ACN, una errónea definición de los modelos geológicos y la falta de una valoración adecuada del riesgo sísmico se encontraría en la base del fiasco técnico.

En este ámbito, de hecho, Escal UGS había adjudicado también a la UTE ACS-Cobra el contrato de operación y mantenimiento del almacén de gas submarino, por|para el cual la constructora confiaba en obtener 4.838 millones de euros a lo largo de 30 años –incluidas las amortizaciones de la infraestructura. Una operación en la cual el entonces gobierno socialista intentó incluir el operador del sistema gasista, Enagás, que con la entrada de ACS en Escal UGS el año 2007 se comprometió a adquirir una tercera parte de las acciones una vez el proyecto se pusiera en funcionamiento. La compañía, sin embargo, nunca vio clara la viabilidad del proyecto. Prueba de eso, según el informe, es que el representante de Enagás que asistía a los consejos de administración d'Escal UGS dejó de hacerlo después para discrepar con las decisiones de la empresa y para no disponer de la información detallada que se presentaba.

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