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El último videoclub de Tarragona resiste aunque cada vez se alquilan menos películas

El próximo febrero, el último videoclub de Tarragona, situado en la calle Pere Martell, celebrará 33 años

Cerón fa gairebé 33 anys que regeix el Videoclub Imperial i ha viscut de primera mà el declivi del lloguer de pel·lícules.

El último videoclub de Tarragona resiste aunque cada vez se alquilan menos películasGerard Martí

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ElCyber Monday fue un día atípico en el Videoclub Imperial. La propietaria del local, María Pilar Cerón, no estaba más de diez minutos sola: ya tenía otro cliente entrando por la puerta. «Es el efecto del Black Friday. La gente hizo muchos pedidos, pero de alquiler, nada de nada», comenta con una sonrisa melancólica. El próximo febrero, el establecimiento de la calle Pere Martell celebrará 33 años. Es el último videoclub de Tarragona. Nació en el 1990 fruto del amor de Cerón con su marido, Àngel Vilà, y la pasión compartida por el cine. «Al principio, eso era abrumador. Cada semana llenábamos las estanterías con las novedades. Hoy día, es un aburrimiento. Hay días en que no alquilas ninguna película; y otros, una», lamentala propietaria. Y es que este es el día a día en el Videoclub Imperial. Cyber Monday fue un oasis en el desierto.

La primera película de Pokémon (1998) comparte mueble con Bullet Train (2022), una de las más recientes incorporaciones en el inventario del Videoclub Imperial. Cerón explica que, en la actualidad, aunque intenta renovar semanalmente el stock, las novedades llegan con cuentagotas porque las mismas productoras optan por estrenar los filmes en Internet en lugar de sacarlos en formato físico.

«Netflix, Amazon, HBO y las grandes plataformas nos han matado», aseverala propietaria. «Si saliendode la pandemia la cosa estaba mal, ahora está peor. El vídeo ya no funciona», añade Vilà. «Sólo nos quedan los grandes amantes del cine, que vienen a buscar dos o tres títulos para pasar el fin de semana», remata Cerón. Ni siquiera Walt Disney sigue proveyendo de horas de alegría y de entretenimiento a los clientes del matrimonio.

El lanzamiento de Disney+ ha dejado en la penumbra los filmes de animación que tan populares habían llegado a ser. Vin Diesel, Bruce Willis y Dwayne Johnson son las estrellas que conforman el paseo de la fama honorífico del videoclub. Los filmes de acción, suspense, miedo e intriga son los pocos que, todavía, permiten generar beneficios.

Hace años que el negocio dejó de ser rentable para el matrimonio, sin embargo, estoicos, Cerón y Vilà se niegan a rendirse. «Aguantamos porque ya falta poco para jubilarnos. ¿Qué tenemos que hacer ahora?», argumenta la propietaria. Tampoco quieren dejar atrás el local que tienen en propiedad donde han vivido tantas anécdotas.

«El alquiler de películas está en su mínimo histórico, ¿pero qué pones, aquí? ¿En qué puedo invertir ahora? ¿Qué hago yo si están cerrando locales por todas partes y de todo tipo?», reflexiona Cerón. En la misma calle Pere Martell, justo al lado de donde sobrevive el Videoclub Imperial, hubo un local vacío durante más de tres años hasta que alguien se decidió a alquilarlo.

Vilà se jubilará en el 2023 y Cerón todavía no tiene claro qué hará. «Ya veré si continúo en el negocio o no. De momento, aguanto porque vivo el cine, pero llegará el día en que ya habré tenido suficiente y bajaré la persiana. Ya he cotizado bastantes años», concluye.

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