El restaurante Vegel, situado en la Calle Major.
Cristina AguilarActualizada 01/11/2022 a las 12:13
«Todo empezó a raíz de la pandemia. No hemos podido remontar. Los precios han subido muchísimo y tengo personal de baja», explica Ángel Martín, propietario de El Vergel. El restaurante abrió al número 13 de la calle Major, en el corazón de la Parte Alta. Era el primer establecimiento de cocina vegana en la ciudad de Tarragona, pero sólo ocho años después, la pandemia y el aumento desbocado de los precios de la energía y de la cesta de la compra ha acabado con el sueño de los que, entonces, eran tres socios.
«Trabajamos a pérdidas desde la pandemia y, en el ámbito personal, me estoy endeudando. Ha habido un gran aumento de costes, sobre todo del precio de la electricidad. Este recibo se lleva el 30% de la facturación, el equivalente a dos salarios. Pero no sólo es la luz, es el gas, son las verduras, los cereales, todo el grano...», dice Martín, que es el único de los tres primeros socios que quedó ante el negocio.
Martín explica que el suyo no será el único negocio que cerrará durante este mes de noviembre. Me consta que hay un par de restaurantes más que bajarán la persiana este mes. Iremos cayendo», cuenta. A pesar de los intentos del propietario de mantener el negocio, el cierre es inevitable e inminente: será el martes. «Hice un incremento de precios casi simbólico hace unos meses, porque no puedes repercutir todos tus gastos, ya que no sólo son los precios de la energía y los alimentos. Han subido los seguros, la sociedad general de autores, la cuota de mantenimiento de los extintores, por ejemplo, entre muchas otras cosas. Todo se ha encarecido», dice. «Por otra parte, se ha notado mucho la caída del turismo y que la gente intenta gastar menos. Hay menos demanda, menos clientela,» añade.
En su corta historia en la ciudad, El Vergel no estuvo exento de polémica. Fue objeto de la crueldad implacable de que son capaces las redes sociales cuando, después de negar a una madre dar leche de biberón en el interior el establecimiento –donde se prohibía la entrada y uso de productos de origen animal– recibió una avalancha de falsas reservas con el fin de boicotear el negocio. Todo fue en marzo de 2017, cuando la denuncia de la madre se hizo viral y el establecimiento tuvo que encajar críticas, pero también muchas muestras de apoyo.
Normal. La carne y el pescado van por las nubes por culpa de la inflación. La culpa es de putin
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