Rafael Pérez cree que los comercios tradicionales de videojuegos están abocados a la desaparición.
Gerard MartíActualizada 05/10/2022 a las 20:06
Los motivos que han desembocado en el cierre son múltiples, desde el incremento del importe de las facturas hasta el declive de la venta de películas, un producto que era una fuente de ingresos importante durante los primeros pasos de Hobbymania que ha acabado desapareciendo de sus estanterías. «El DVD murió hace años, pero la pandemia acabó de enterrarlo. El cine se paralizó y no salían novedades», detalla Pérez. Con todo, fue el «factor Fortnite» el que propinó el golpe final.
La popularidad de este videojuego, que salió en el mercado en el 2017, y sus constantes actualizaciones, que permiten controlar personajes basados en personalidades como el streamer TheGrefg, ha provocado que los adolescentes se acostumbren a «pagar y descargar» sin tener que pasar por el establecimiento tradicional.
Este auge de la digitalización de los videojuegos no sólo ha sido propiciada por la evolución del tipo de cliente, sino también por los mismos fabricantes. Pérez comenta que tiene la percepción que quieren que desaparezcan los comercios y que todas las operaciones se efectúen a través de Internet.
El fundador de Hobbymania señala que, en estos momentos, el producto que más vende son los códigos de descarga digital. «Un código de 50 euros, a mí me supone una ganancia de 1,5 euros. Eso del Fortnite ha sido como un 'hasta aquí hemos llegado'», declara.
Un comercio único
Desde que abrió las puertas por primera vez el 17 de abril del 2000, Hobbymania se convirtió en uno de los establecimientos más queridos de Bonavista, compartiendo popularidad con los bares de tapas. Durante su época de bonanza, Pérez intentó abrir un segundo establecimiento en la calle de Soler, pero el proyecto no prosperó por los elevados alquileres del centro de la ciudad y por una serie de problemas de salud del propietario de la tienda.
Aunque la nueva generación prefiere cada vez más optar por descargarse los juegos en línea, el barrio nunca ha dado la espalda a Hobbymania, un comercio «único» en la zona. «Cuando abrí la tienda, era imposible conseguir un local en el centro de Tarragona. Me decidí por Bonavista y estoy muy contento. Acerté de lleno», valora después de 22 años de trayectoria.
«Muchas personas han venido y, cuando les he explicado que cerraré, casi se echan a llorar», recuerda Pérez. El propietario reconoce que el negocio le ha permitido conocer a mucha gente y hacer amigos, motivo suficiente para estar satisfecho. «Me sabe mal, pero ya es suficiente. Punto final», concluye.
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