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Educación

Las matriculaciones en los jardines de infancia privados bajan un 30% en Tarragona

El descenso de la natalidad y los efectos económicos de la covid han obligado a cerrar alguna, como la Baobab de la Vía Augusta

La guarderia Baobab no ha reabierto este septiembre después de acoger niños durante 41 años a la Vía Augusta de Tarragona.

Las matriculaciones en los jardines de infancia privados bajan un 30% en TarragonaGerard Martí

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Los jardines de infancia privados están iniciando este septiembre un nuevo curso en una situación bastante delicada. Se trata del segundo año consecutivo con un descenso pronunciado de las matriculaciones, que en la demarcación se ha extendido de forma general en torno a un 30%. Son diversos los factores que han encendido las alarmas del sector los últimos meses. A la continuada bajada de la natalidad se tienen que sumar los efectos socioeconómicos derivados de la covid-19, que han afectado tanto a los jardines de infancia como a las familias. En contrapartida, las matriculaciones en hogares públicos han empezado a rondar las cifras del 2019. En este contexto, algunos centros privados han tenido que bajar la persiana. Es el caso, por ejemplo, de la Baobab de la Vía Augusta, uno de los jardines de infancia más conocidos de la ciudad.

«La bajada es de un tercio en general, aunque en algún hogar es de la mitad y todo», aseguraba a Mercè Artigau en declaraciones en DiariMés. La presidenta de la Asociación de Jardines de Infancia del Campde Tarragona detallaba que la bajada fuerte fue el curso pasado especialmente. La pandemia llegó con el curso 2019-2020 empezado y obligó a pararlo. De cara a septiembre del año pasado, «la gente era muy reticente porque cogió miedo a pesar de las medidas anticovid», que ya se sumó «a la bajada de la natalidad». El último curso se superó con bastante normalidad. Artigauaseguraba que tuvieron «muy pocos casos».

Aunque se han superado muchos miedos, ahora los padres sufren los efectos socioeconómicos de la covid-19. «No ha habido demasiado descendida con respecto al curso pasado, pero todo se ha agravado con los ERTE, hay mucha gente en paro... Si no pueden asumir los gastos, se quedan en casa con la criatura», decía Artigau, que incidía en el hecho de que «la gente quiere ajustar mucho». Con respecto al descenso de la natalidad, la presidenta de la demarcación lamentaba que «la escuela pública se esté planteando llenar plazas cogiendo niños de P2 y nos quedaríamos sin niños. No podríamos tener un jardín de infancia abierto para tan pocos alumnos». En más, los jardines de infancia lamentan de lo que han recibido bastantes ayudas.

Primeras víctimas

La suma del descenso de la natalidad y de los efectos de la pandemia ya se ha cobrado alguna víctima. Es el caso de la Baobab de la Vía Augusta, una de las más emblemáticas de la ciudad. «Somos una víctima de la covid y de la bajada de niños. Las administraciones no se hacen cargo. Sobrevivir se hace imposible», explicaba Puri Izquierdo, que hasta el curso pasado era la directora de este centro con 41 años de existencia. Han podido mantener, cuando menos, abierta la Baobab del Vall de l'Arrabassada. «La pandemia nos ha rematado del todo», explicaba Izquierdo, que recordaba que «antes de la covid-19 estábamos bien». La exdirectora se mostraba crítica con los hogares públicos: «La oferta municipal es muy grande, ya nos hicieron mucho daño en su día cuando abrieron cerca de nosotros sin tenernos en cuenta». El curso pasado todavía había una treintena de niños a la Baobab de la Vía Augusta. Después del cierre, Izquierdo mostraba su tristeza: «Es una pena. En 41 años ha pasado una cantidad inimaginable de niños por aquí. Mucha gente que vino después ha llevado a sus hijos».

Otros jardines de infancia de la ciudad han esquivado, de momento, el cierre, pero es el segundo curso consecutivo con menos matriculaciones. «Tenemos un tercio con respecto a hace un año», detallaba Enriqueta Ortiz. La directora del Niuet apuntaba a los mismos argumentos y añadía, entre otros, que «han subido los permisos de paternidad y maternidad y los niños entran más tarde». «Antes de empezar la pandemia tenía la escuela llena», recordaba Ortiz. Por su parte, Paqui Camerino reconocía que el curso pasado «ya fue fatal». La directora de la Yo-ni lamentaba las dificultades económicas: «Estamos al límite».

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