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«La búsqueda de españoles que pasaron por Neuengamme está muy avanzada»

La investigadora ha documentado la presencia en el campo de concentración de Hamburgo de José Epita Mbomo, un español con una vida de película

La investigadora Alicia Pérez Comesaña en una imagen reciente.

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De los más de 100.000 prisioneros que pasaron por el campo de concentración de Neuengamme (Hamburgo, Alemania), sólo se habían documentado hasta ahora siete personas de raza negra, ninguna de ellas española. En su investigación, la doctoranda de la URV ha confirmado la presencia de una octava persona, José Epita Mbomo, nacido en 1911 en la isla de Corisco, colonia española de Guinea, que el año 1927 se fue a vivir a Murcia. Como republicano derrotado se exilió a Francia, donde se alistó en la resistencia y aprovechó sus conocimientos de electricista para sabotear la Wehrmacht, las fuerzas armadas alemanas.

—¿Quien fue José Epita?

—Sobre todo y, según los relatos que han llegado sobre él, José Epita fue un buen hombre. Mecánico aeronáutico de profesión, refugiado español republicano en Francia, miembro de la resistencia contra los nazis, deportado en el campo de concentración de Neuengamme, superviviente de la tragedia de la bahía de Lübeck y un gran padre después de la guerra.

—¿Cómo llega a sus manos su historia?

—Fue mientras investigaba a través de los Arolsen Archives (el mayor archivo de documentación nazi del mundo situado en Alemania) el paso de los españoles por los campos de concentración alemanes y de internamente franceses, los motivos de sus detenciones, los cambios en su estatus jurídico con el paso de los años... Me encontré con su ficha de prisionero donde figuraba como español. Su nombre también aparecía en los listados de la misión francesa de posguerra en busca de los nacionales, así como en documentos del campo de concentración de Neuengamme, donde lo tenían registrado como ruso. La cuestión de determinar la nacionalidad de los deportados a veces es muy compleja. No obstante, conectando esta información con la documentación existente en los archivos franceses, donde aparecía tanto su segundo apellido, Yoni, como su última residencia en Merignac (Burdeos), encontré el hilo para descubrir esta impresionante historia vital.

—¿Cómo fue su paso por el campo de concentración?

—Llegó a Hamburgo en mayo de 1944, con otros 200 españoles deportados desde el Frontstalag 122 de Compiegne, Francia, después de un viaje en condiciones inhumanas. El motivo de deportación de todos ellos fue político, por colaborar o ser miembros activos de la resistencia o bien por ser comunistas. Las condiciones del campo eran pésimas, pero sobre todo eran víctimas del hambre y el trabajo extenuante.

—¿En su caso, ser negro fue un problema añadido?

—Si bien no era una condición especialmente perseguida, eso no eximía de sufrir inhumanas experiencias por ser considerados seres de una raza inferior e impura. Los que formaban parte de la comunidad afroalemana, provenientes de las colonias y fruto de relaciones mixtas, eran en numerosas ocasiones esterilizados, pero también fueron eliminados, encarcelados o enviados a campos de concentración como divertimentos exóticos.

—¿Qué pasó cuando el campo se vació?

—Cuando las SS abandonaron el campo en abril de 1945, destruyeron todas las pruebas incriminatorias que pudieron. José Epita fue, junto con más de 9.000 prisioneros más, evacuado del campo en las marchas de la muerte hacia la bahía de Lübeck. Allí se les amontonó en los compartimentos de carga de los barcos Cap Arcona y Thielbeck, que hacían de prisiones flotantes. Muchos murieron de hambre y sed, otros por enfermedades sin tratar. Durante el ataque aéreo británico del 3 de mayo de 1945, unos 7.000 antiguos prisioneros de Neuengamme murieron quemados o ahogados. Sólo consiguieron sobrevivir unas 450 personas, entre estas, gracias a su condición de buen nadador, Epita Mbomo. Después de la liberación volvió a Burdeos e hizo vida familiar, trabajando para una empresa de electricidad, pero apenas mencionaba estas experiencias tan traumáticas. A pesar de todo, en su grandeza, hablaba de perdón.

—¿Su trabajo ha sacado a la luz otros españoles hasta ahora no identificados?

—Sí. Una de las últimas, por ejemplo Petra Folch, de Castellfort, Castellón, comunista refugiada en Francia y conocida posteriormente como Pierrette Doize, a causa de su matrimonio. Fue deportada en Ravensbrück en 1944, dependiente del campo de concentración de Neuengamme en un momento posterior y, aunque fue liberada, murió poco tiempo después. La búsqueda relativa a los españoles que pasaron por Neuengamme desde la URV está ampliamente documentada y muy avanzada. En esta tarea se persigue, además de la aproximación jurídica, conocer sus raíces y descubrir cuál fue su itinerario vital para que su condición de víctimas del nazismo no quede en el olvido.

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