Diari Més

Municipal

El gobierno de Tarragona aprueba el presupuesto de 2021 con el voto favorable de Juntos y la CUP

El PSC, Cs y el PP votan en contra de unas cuentas que prevén 17 millones de euros en inversiones, un 35% más, para hacer frente al impacto de la covid-19

El pleno extraordinario para aprobar los presupuestos se celebró de forma telemática.

El gobierno de Tarragona aprueba el presupuesto de 2021 con el voto favorable de Juntos y la CUPAjuntament de Tarragona

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El Ayuntamiento de Tarragona ya tiene presupuestos por|para el año 2021. Las cuentas municipales se aprobó ayer en un pleno extraordinario que, como es habitual recientemente, se celebró de forma telemática. La fórmula que dio la alcaldía a Pau Ricomà se repitió ayer: Juntos para|por Tarragona y la CUP votaron a favor, sumándose así al gobierno de la ciudad, formado por Esquerra Republicana y en Común Podemos. Los 14 votos favorables superaron las 13 negativas, por parte del Partido Socialista, Ciudadanos y el Partit Popular, que intervinieron durante el pleno con dureza. Hacía días que se conocían las intenciones de todas las formaciones y no se produjo ninguna sorpresa de última hora.

El concejal Jordi Fortuny, quien lideró la gestación de los presupuestos los últimos meses, agradeció el apoyo|soporte y «la altura de miras» de Juntos para|por Tarragona y la CUP en un momento en que había que sumar esfuerzos para alcanzar «cifras reales y seguras». El contexto actual y los errores del 2008, según Fortuny, eran claros: «De las crisis sale adelante con acciones y hechos, no esperando que pasen sin hacer nada». Por otra parte, el concejal de Esquerra Republicana criticó la negativa de los socialistas, Ciudadanos y populares, a quien disuadió «el regateo político de corta mirada» durante la negociación de los presupuestos. Las discrepancias entre los partidos favorables a las cuentas y los contrarios fueron la tónica habitual del último pleno del 2020. Aun así, emplazó a los partidos de la oposición a «cerrar filas» y a seguir trabajando «todo el año para completar las partidas que ahora no están satisfechas».

También desde Esquerra, tanto el alcalde Pau Ricomà como el consejero|conseller Xavi Puig celebraron el acuerdo|entendimiento con los otros dos partidos independentistas. Los dirigentes republicanos veían como los presupuestos, que dependieron del sí de Juntos por Tarragona hasta pocos días antes del pleno, finalmente conseguían aprobarse. Ricomà detalló que era el momento «de atender las necesidades derivadas de la covid-19 y de reactivar la ciudad», hecho clave|clavo|llave para entender la aprobación de las cuentas. Por su parte, Puig hablaba de la necesidad de «cohesión» para aprobar el presupuesto, con el fin de combatir tres crisis: «La política, la sanitaria y la socioeconómica». El consejero|conseller destacó el buen recibimiento de las peticiones de Juntos y la CUP, y puso énfasis en los 17 millones de euros por inversión pública, una apuesta que «hacía mucho tiempo que no se veía».

En Común Podemos, también en el gobierno, mostraba su satisfacción por haber cerrado los presupuestos para el 2021 con éxito. «Pragmatismo, realismo y adaptabilidad» eran las claves|llaves para|por la primera teniente de alcalde, Carla Aguilar. Para|Por los comunes, las nuevas cuentas suponen «un escudo social» en respuesta a la pandemia. El refuerzo de las políticas feministas y animalistas y la conexión de los barrios y la ciudad con la ciudadanía también eran vistos como una consecución por Aguilar. Hermán Pinedo recalcó la inversión de 600.000 euros en conservación del patrimonio y de un millón en la rehabilitación de viviendas, medidas que Juntos y CUP exigieron.

Celebración moderada

La alegría entre las filas de Juntos para|por Tarragona y la CUP era contenida. El contexto excepcional fue el principal motivo para declinarse a favor de las cuentas municipales para el 2021. Ambas formaciones consiguieron incluir partidas a los presupuestos nacidas de sus propuestas, hecho que acabó decantando la balanza.

El portavoz de Juntos, Dídac Nadal, destacaba la necesidad de aprobar unos presupuestos marcados por la previsión de caída de un 12% del PIB, «la más dura desde la Guerra Civil». El grupo independentista apostó por la reactivación económica, la cohesión de la ciudad, la mejora del espacio público de la ciudad con actuaciones de microurbanismo, la conservación de patrimonio o un plan|plano de choque|shock para salvar la restauración, el turismo y las entidades deportivas y culturales. Nadal explicó que votaban a favor porque|para que sino «no estarían los 17 millones de euros por|para inversiones». El portavoz de Juntos reprochó en PSC, Cs y PP haber hecho «política de mirada baja» y «no hacer ciudad».

Por su parte, la CUP explicaba que daba apoyo a las cuentas para el 2021, pero que el apoyo|soporte al gobierno no era total. «No son los presupuestos de la CUP, pero los aprobamos porque benefician a los tarraconenses», justificó a Laia Estrada, que también se refirió al «contexto de excepcionalidad». Los cupaires se mostraron satisfechos por la rehabilitación de pisos destinados al alquiler social, la apuesta por la educación y el medio millón de euros destinados a los presupuestos participativos. Aun así, los anticapitalistas recordaron que gran parte de los acuerdos de investidura no se estaban cumpliendo y que seguirán extendiendo la mano en el gobierno, pero no a cualquier precio: «Si se quiere hacer efectivo el cambio, la CUP es una aliada, y no una amenaza».

Los reproches marcan el pleno

Partidos favorables y contrarios a la aprobación de las nuevas cuentas se retrajeron sus posiciones continuamente durante el último pleno del 2020. El momento más tenso lo protagonizaron, a tres bandas|lados, Pau Ricomà, Hermán Pinedo i Begoña Floría. El consejero|conseller de los comunes reprochó al antiguo gobierno socialista la nula inversión en preservación del patrimonio. Floría les pidió que fueran «un partido serio», ya que interpretaba que se estaban diciendo|llamando «mentiras». El alcalde Ricomà quiso poner las paces, aunque no tuvo éxito y se acabó enganchando también con la socialista. El alcalde tarraconense señaló la actitud de Floría, mientras que esta se defendía diciendo continuamente que ya se comportaba «como una consejera|consellera».

Precisamente, el PSC fue el grupo más crítico con los votos a favor de Juntos para|por Tarragona y de la CUP, y la consiguiente aprobación de los presupuestos por|para el próximo año. Los socialistas acusaron el gobierno de hacer malabares con las cifras y que, en realidad, la partida destinada a Servicios Sociales había bajado un 4,64% en un momento en que las necesidades habían subido hasta un 40% este 2020. «El aumento del presupuesto es una mentira como una casa de campo», denunciaba a la portavoz socialista, Sandra Ramos. El PSC también lamentaba que el gobierno había fallado en su misión de «negociar no sólo con partidos, sino con todo el mundo», provocando así «un coste de oportunidad terrible» por la ciudad. Ramos también criticó con dureza la falta de iniciativa hacia el turismo y señaló Fortuny: «Usted dijo que esperaban que llegaran turistas, como a quien espera sentado». Los socialistas también pusieron en duda la venta de patrimonio como fórmula para alimentar el presupuesto, un método que los miembros del actual gobierno «antes criticaban tanto y ahora persisten», en palabras de Ramos.

Las críticas también marcaron el discurso de Ciutadans. El hasta ayer portavoz naranja, Rubén Viñuales –su renuncia al Ayuntamiento y su abandono del partido pilló a todo el mundo por sorpresa justo al acabar el pleno– se mostró muy decepcionado con cómo el gobierno tarraconense había negociado los presupuestos: «Cuando|Cuándo nosotros tenemos en las manos cinco folios, mientras Juntos y la CUP tenían un informe detallado desde hacía un montón de tiempo, donde es|está la mano tendida»?. Para|Por Viñuales no hubo «ni responsabilidad, ni altura de miras» y denunciaba la voluntad del gobierno de hacer «una Tarragona de bloques|blocs» entre independentistas y constitucionalistas. Ciutadans también puso la venta de patrimonio en el punto de mira, así como la bajada de inversión en turismo, la no renovación de la flota de autobuses o las insuficientes ayudas para los autónomos, el hosteleria y la restauración.

El último de los grupos que votó en contra de la aprobación de los presupuestos fue el Partit Popular. José Luis Martín mostró el descontento de los populares y lanzó que Ricomà era «el peor alcalde posible en el peor momento posible». El PP denunció el mantenimiento de las subidas fiscales como el IBI, la plusvalía o los impuestos sobre la basura|maleza y el agua. En la misma línea que el PSC y Ciudadanos, Martín criticó la incoherencia con respecto a la venta de patrimonio y la insuficiencia de las partidas por el comercio, restauración y turismo.

163 millones de presupuesto

De esta manera, el gobierno tarraconense confirmó ayer la luz verde para sacar adelante los presupuestos por|para el próximo año, marcados severamente por la crisis sanitaria, económica y social derivada de la pandemia. Las cuentas, que alcanzarán los 163,3 millones de euros de presupuesto, prevén un incremento del 35% de las inversiones públicas con respecto al 2020, llegando así a los 17 millones en este ámbito.

El Ayuntamiento de Tarragona ya tiene presupuestos para el año 2021. Las cuentas municipales se aprobó ayer en un pleno extraordinario que, como es habitual recientemente, se celebró de forma telemática. La fórmula que dio la alcaldía a Pau Ricomà se repitió ayer: Junts per Tarragona y la CUP votaron a favor, sumándose así al gobierno de la ciudad, formado por Esquerra Republicana y En Comú Podem. Los 14 votos favorables superaron las 13 negativas, por parte del Partit Socialista, Ciutadans y el Partit Popular, que intervinieron durante el pleno con dureza. Hacía días que se conocían las intenciones de todas las formaciones y no se produjo ninguna sorpresa de última hora.

El concejal Jordi Fortuny, quien lideró la gestación de los presupuestos los últimos meses, agradeció el apoyo y «la altura de miras» de Junts per Tarragona y la CUP en un momento en que había que sumar esfuerzos para alcanzar «cifras reales y seguras». El contexto actual y los errores del 2008, según Fortuny, eran claros: «De las crisis sale adelante con acciones y hechos, no esperando que pasen sin hacer nada». Por otra parte, el concejal de Esquerra Republicana criticó la negativa de los socialistas, Ciutadans y populares, quien disuadió «el regateo político de corta mirada» durante la negociación de los presupuestos. Las discrepancias entre los partidos favorables a las cuentas y los contrarios fueron la tónica habitual del último pleno del 2020. Aun así, emplazó a los partidos de la oposición a «cerrar filas» y a seguir trabajando «todo el año para completar las partidas que ahora no están satisfechas».

También desde Esquerra, tanto el alcalde Pau Ricomà como el conseller Xavi Puig celebraron el acuerdo con los otros dos partidos independentistas. Los dirigentes republicanos veían como los presupuestos, que dependieron del sí de Junts per Tarragona hasta pocos días antes del pleno, finalmente conseguían aprobarse. Ricomà detalló que era el momento «de atender las necesidades derivadas de la covid-19 y de reactivar la ciudad», hecho clave para entender la aprobación de las cuentas. Por su parte, Puig hablaba de la necesidad de «cohesión» para aprobar el presupuesto, con el fin de combatir tres crisis: «La política, la sanitaria y la socioeconómica». El conseller destacó el buen recibimiento de las peticiones de Junts y la CUP, y puso énfasis en los 17 millones de euros por inversión pública, una apuesta que «hacía mucho tiempo que no se veía».

En Comú Podem, también en el gobierno, mostraba su satisfacción por haber cerrado los presupuestos para el 2021 con éxito. «Pragmatismo, realismo y adaptabilidad» eran las claves para la primera teniente de alcalde, Carla Aguilar. Para los comunes, las nuevas cuentas suponen «un escudo social» en respuesta a la pandemia. El refuerzo de las políticas feministas y animalistas y la conexión de los barrios y la ciudad con la ciudadanía también eran vistos como una consecución por Aguilar. Hermán Pinedo recalcó la inversión de 600.000 euros en conservación del patrimonio y de un millón en la rehabilitación de viviendas, medidas que Junts y CUP exigieron.

Celebración moderada

La alegría entre las filas de Junts per Tarragona y la CUP era contenida. El contexto excepcional fue el principal motivo para declinarse a favor de las cuentas municipales para el 2021. Ambas formaciones consiguieron incluir partidas a los presupuestos nacidas de sus propuestas, hecho que acabó decantando la balanza.

El portavoz de Junts, Dídac Nadal, destacaba la necesidad de aprobar unos presupuestos marcados por la previsión de caída de un 12% del PIB, «la más dura desde la Guerra Civil». El grupo independentista apostó por la reactivación económica, la cohesión de la ciudad, la mejora del espacio público de la ciudad con actuaciones de microurbanismo, la conservación de patrimonio o un plan de choque para salvar la restauración, el turismo y las entidades deportivas y culturales. Nadal explicó que votaban a favor porque sino «no estarían los 17 millones de euros para inversiones». El portavoz de Junts reprochó a PSC, Cs y PP haber hecho «política de mirada baja» y «no hacer ciudad».

Por su parte, la CUP explicaba que daba apoyo a las cuentas para el 2021, pero que el apoyo al gobierno no era total. «No son los presupuestos de la CUP, pero los aprobamos porque benefician a los tarraconenses», justificó a Laia Estrada, que también se refirió al «contexto de excepcionalidad». Los cupaires se mostraron satisfechos por la rehabilitación de pisos destinados al alquiler social, la apuesta por la educación y el medio millón de euros destinados a los presupuestos participativos. Aun así, los anticapitalistas recordaron que gran parte de los acuerdos de investidura no se estaban cumpliendo y que seguirán extendiendo la mano en el gobierno, pero no a cualquier precio: «Si se quiere hacer efectivo el cambio, la CUP es una aliada, y no una amenaza».

Los reproches marcan el pleno

Partidos favorables y contrarios a la aprobación de las nuevas cuentas se retrajeron sus posiciones continuamente durante el último pleno del 2020. El momento más tenso lo protagonizaron, a tres bandas, Pau Ricomà, Hermán Pinedo y Begoña Floria. El conseller de los comunes reprochó al antiguo gobierno socialista la nula inversión en preservación del patrimonio. Floria les pidió que fueran «un partido serio», ya que interpretaba que se estaban diciendo «mentiras». El alcalde Ricomà quiso poner las paces, aunque no tuvo éxito y se acabó enganchando también con la socialista. El alcalde tarraconense señaló la actitud de Floria, mientras que esta se defendía diciendo continuamente que ya se comportaba «como una consellera».

Precisamente, el PSC fue el grupo más crítico con los votos a favor de Junts per Tarragona y de la CUP, y la consiguiente aprobación de los presupuestos para el próximo año. Los socialistas acusaron al gobierno de hacer malabares con las cifras y que, en realidad, la partida destinada a Servicios Sociales había bajado un 4,64% en un momento en que las necesidades habían subido hasta un 40% este 2020. «El aumento del presupuesto es una mentira como una casa», denunciaba a la portavoz socialista, Sandra Ramos. El PSC también lamentaba que el gobierno había fallado en su misión de «negociar no sólo con partidos, sino con todo el mundo», provocando así «un coste de oportunidad terrible» para la ciudad. Ramos también criticó con dureza la falta de iniciativa hacia el turismo y señaló a Fortuny: «Usted dijo que esperaban que llegaran turistas, como quien espera sentado». Los socialistas también pusieron en duda la venta de patrimonio como fórmula para alimentar el presupuesto, un método que los miembros del actual gobierno «antes criticaban tanto y ahora persisten», en palabras de Ramos.

Las críticas también marcaron el discurso de Ciutadans. El hasta ayer portavoz naranja, Rubén Viñuales –su renuncia al Ayuntamiento y su abandono del partido pilló a todo el mundo por sorpresa justo al acabar el pleno– se mostró muy decepcionado con cómo el gobierno tarraconense había negociado los presupuestos: «Cuando nosotros tenemos en las manos cinco folios, mientras Junts y la CUP tenían un informe detallado desde hacía un montón de tiempo, ¿donde está la mano tendida»?. Para Viñuales no hubo «ni responsabilidad, ni altura de miras» y denunciaba la voluntad del gobierno de hacer «una Tarragona de bloques» entre independentistas y constitucionalistas. Ciutadans también puso la venta de patrimonio en el punto de mira, así como la bajada de inversión en turismo, la no renovación de la flota de autobuses o las insuficientes ayudas para los autónomos, el hosteleria y la restauración.

El último de los grupos que votó en contra de la aprobación de los presupuestos fue el Partit Popular. José Luis Martín mostró el descontento de los populares y lanzó que Ricomà era «el peor alcalde posible en el peor momento posible». El PP denunció el mantenimiento de las subidas fiscales como el IBI, la plusvalía o los impuestos sobre la basura y el agua. En la misma línea que el PSC y Ciutadans, Martín criticó la incoherencia con respecto a la venta de patrimonio y la insuficiencia de las partidas por el comercio, restauración y turismo.

163 millones de presupuesto

De esta manera, el gobierno tarraconense confirmó ayer la luz verde para sacar adelante los presupuestos para el próximo año, marcados severamente por la crisis sanitaria, económica y social derivada de la pandemia. Las cuentas, que alcanzarán los 163,3 millones de euros de presupuesto, prevén un incremento del 35% de las inversiones públicas con respecto al 2020, llegando así a los 17 millones en este ámbito.

Con la aprobación de los números para el 2021, el Ayuntamiento hará frente a los estragos causados por la covid-19, con el fin de reactivar la ciudad y cumplir con una serie de demandas históricas de los diferentes barrios tarraconenses. Algunas de las acciones previstas son la rehabilitación de viviendas, la creación de zonas ludicoesportives en Sant Salvador y Torreforta, la instalación de cámaras de videovigilancia en Llevant, el soterramiento de las líneas eléctricas del Serrallo, la transformación para peatones de las calles Canyelles y López Peláez, la creación de la biblioteca pública de Sant Pere i Sant Pau, la intervención a fondo en el patrimonio histórico, la creación de carriles bici, la instalación de semáforos en la Savinosa o el acondicionamiento de varios equipamientos deportivos. Todo teniendo en cuenta la supresión de las reglas fiscales para el 2020 y 2021, que regulaban el cumplimiento de los objetivos de estabilidad, de deuda pública, el gasto y la utilización del remanente de la tesorería, aspecto clave de los comptes. El próximo pleno del Ayuntamiento de Tarragona será ya el próximo año, en el 2021.

Luz verde a la adjudicación del servicio de mantenimiento de la vía pública

El pleno extraordinario de ayer en el Ayuntamiento de Tarragona también sirvió para aprobar la adjudicación del servicio de mantenimiento de la vía pública en Acsa Obras e Infraestructuras y en EMATSA. El precio de la externalización del servicio subirá hasta los 889.200 euros anuales, y el contrato durará cuatro años. Fue aprobado por los 12 votos a favor de Esquerra, En ComúPodemy Junts per Tarragona. Socialistes, Ciutadans y populares sumaron 13 abstenciones, mientras que se registraron dos votos en contra por parte de la CUP. José Luis Martín, portavoz del PP, pidió «un poco de coherencia» a Pau Ricomà. El popular disuadió las palabras del alcalde al inicio de la legislatura, cuando aseguraba que era «un servicio que el Ayuntamiento podía asumir». Por su parte, la cupaire Laia Estrada criticó la inconcreción de las sanciones en caso de incumplimiento del contrato por parte de las empresas y reclamó «un estudio a fondo de qué servicios se pueden prestar de forma directa».

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