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El análisis de las aguas residuales de Tarragona detecta el aumento de contagios de covid-19 con dos o tres días de antelación

Ematsa colabora desde hace meses con Salud para detectar rebrotes en la ciudad y barrios

Imagen de archivo de la sede de EMATSA

EMATSA inicia la renovación de los pozos Renau y Soler Bas

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El análisis de las aguas residuales de Tarragona está permitiendo detectar el aumento de casos de covid-19 en la ciudad con dos o tres días de antelación. Desde la empresa de aguas Ematsa empezaron a buscar restos del virus SARS-CoV-2 a abril y desde hace unos meses trasladan los resultados dos veces por semana al Departamento de Salud, con el cual se reúnen cada quince días para tratar la situación. El gerente de Ematsa, Daniel Milan, explica aACN que hay una correlación entre los datos de las analíticas y la evolución de los contagios que se acaba constatando desde Salud. El muestreo también se hace por barrios, hecho que permite las autoridades sanitarias trabajar con más precisión a la hora de tomar decisiones.

Según diferentes estudios científicos, el cuerpo humano expulsa restos del virus días antes de que se manifiesten los síntomas; y estos restos acaban en las aguas residuales que se tratan en las depuradoras. Durante unos meses, Ematsa trabajó con un proceso de validación del sistema de análisis y recogida de muestras para poder dar un valor científico al proceso. De hecho, la compañía se integró en dos proyectos internacionales. Uno de ellos está impulsado por la Comisión Europea, agrupa los datos de 90 depuradoras y laboratorios de toda Europa y fija estándares a fin de que los resultados sean fiables y comparables. Las muestras se analizan con técnicas de biología molecular (PCR).

Milan valora que el sistema permite «una cierta capacidad de anticipación», de entre 48 y 72 horas. Los análisis se hacen en la depuradora de Tarragona, a la cual llegan las aguas residuales de toda la ciudad, la Canonja y els Pallaresos. Además, pueden estudiar las partículas por Área Básica Sanitaria, que en cierta manera equivaldrían a barrios. Son ocho: La Canonja y Campclar; Torreforta y Eixample sur; Serrallo, Levante, Sant Pere i Sant Pau; Eixample nueve y norte; Sant Salvador y els Pallaresos; y PartAlta. En algún caso incluso pueden «subsectorizar» cada distrito, hecho que les permite tener «más información». «El objetivo es tener un sistema más robusto de análisis», defiende al gerente de Ematsa.

Con todo, reconoce que en verano han tenido «resultados muy bajos» de covid-19, pero «ahora están subiendo otra vez». «Salud lo procesa como un dato más a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones», señala, y cuando las muestras «indican que se cruza algún umbral peligroso», el departamento actúa.

Herramienta económica y con recorrido

Milan indica que hasta ahora el control y la vigilancia de las aguas residuales para estudiar la salud de una comunidad era «incipiente». «Se controlaban parámetros de consumo de drogas ilícitas o de la polio, pero ahora se están poniendo las bases para consolidar esta herramienta como una herramienta de control de la salud pública», señala. Tal como comenta, el agua residual «da información de manera relativamente barata».

En el caso de la covid-19, además, tiene el valor que detecta los asintomáticos, ya que «también excretan fragmentos de coronavirus». Según el gerente, en las aguas se pueden buscar patógenos, antidepresivos o agentes de resistencia en los antibióticos, entre otros, y adelanta que la Comisión Europa está trabajando con fuerza.

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