Según diferentes estudios científicos, el cuerpo humano expulsa restos del virus días antes de que se manifiesten los síntomas; y estos restos acaban en las aguas residuales que se tratan en las depuradoras. Durante unos meses, Ematsa trabajó con un proceso de validación del sistema de análisis y recogida de muestras para poder dar un valor científico al proceso. De hecho, la compañía se integró en dos proyectos internacionales. Uno de ellos está impulsado por la Comisión Europea, agrupa los datos de 90 depuradoras y laboratorios de toda Europa y fija estándares a fin de que los resultados sean fiables y comparables. Las muestras se analizan con técnicas de biología molecular (PCR).
Milan valora que el sistema permite «una cierta capacidad de anticipación», de entre 48 y 72 horas. Los análisis se hacen en la depuradora de Tarragona, a la cual llegan las aguas residuales de toda la ciudad, la Canonja y els Pallaresos. Además, pueden estudiar las partículas por Área Básica Sanitaria, que en cierta manera equivaldrían a barrios. Son ocho: La Canonja y Campclar; Torreforta y Eixample sur; Serrallo, Levante, Sant Pere i Sant Pau; Eixample nueve y norte; Sant Salvador y els Pallaresos; y Part Alta. En algún caso incluso pueden «subsectorizar» cada distrito, hecho que les permite tener «más información». «El objetivo es tener un sistema más robusto de análisis», defiende al gerente de Ematsa.
Con todo, reconoce que en verano han tenido «resultados muy bajos» de covid-19, pero «ahora están subiendo otra vez». «Salud lo procesa como un dato más a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones», señala, y cuando las muestras «indican que se cruza algún umbral peligroso», el departamento actúa.
Herramienta económica y con recorrido
Milan indica que hasta ahora el control y la vigilancia de las aguas residuales para estudiar la salud de una comunidad era «incipiente». «Se controlaban parámetros de consumo de drogas ilícitas o de la polio, pero ahora se están poniendo las bases para consolidar esta herramienta como una herramienta de control de la salud pública», señala. Tal como comenta, el agua residual «da información de manera relativamente barata».
En el caso de la covid-19, además, tiene el valor que detecta los asintomáticos, ya que «también excretan fragmentos de coronavirus». Según el gerente, en las aguas se pueden buscar patógenos, antidepresivos o agentes de resistencia en los antibióticos, entre otros, y adelanta que la Comisión Europa está trabajando con fuerza.