Diari Més

Espeleología

La Cova Urbana pasa de un año de récord a un número reducido de visitas por el virus

El presidente de la SIET, Josep Lluís Almiñana, dice que desde el final del confinamiento han visitado las galerías sólo tres grupos de seis personas

Acceso a la Sala Rivemar, inundada de agua y la mayor que se conoce de la Cova Urbana.

La Cueva Urbana pasa de un año de récord a un número reducido de visitas por|para el virusJosep Maria Plana

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La Societat d’Investigacions Espeleològiques de Tarragona (SIET) celebrará en 2021 el vigésimoquinto aniversario de la primera bajada a la Cova Urbana. El descubrimiento de este espacio enigmático que hay en el subsuelo de la ciudad de Tarragona tuvo lugar el 16 de noviembre de 1996 a raíz delas obras de construcción de un edificio de nueva planta en la calle Gasòmetre. Seis días más tarde, un grupo de espeleólogos hizo la primera bajada, con la sorpresa que supieron que no eran los primeros. Muchos siglos antes, primero los íberos y, posteriormente, los romanos, intervinieron en la roca con el objetivo más probable de buscar el agua que discurre por algunas de las galerías del entramado subterráneo que configura la cueva, un pozo natural de grandes dimensiones que se ramifica por debajo de espacios como las calles Reding y Fortuny, Rambla Nova o Méndez Núñez.

Los últimos dos años de actividad de los miembros de la sociedad en la Cova Urbana han sido radicalmente opuestos. En el 2019 la SIET batió el récord de visitas guiadas a las entrañas de Tarragona, por la dedicación y medidas adoptadas por el nuevo equipo de gestión. El año pasado fueron un total 390 personas. Este 2020 empezó con una buena dinámica, pero la aparición de la pandemia de la covid-19 rompió todas las previsiones. El presidente de la entidad, Josep Lluís Almiñana, explicó a este medio que «la última visita guiada antes del estado de alarma fue el 8 de marzo y no fue hasta el 8 de agosto que hicimos la siguiente». Desde entonces «han sido tres las visitas y siempre con grupos formados por sólo seis personas, más dos guías». La SIET sigue la recomendación de la federación catalana que los grupos no superen las 8 personas.

Con anterioridad a la pandemia, «hacíamos bajadas los sábados y domingos, y ahora sólo programamos dos sábados al mes», comentó Almiñana. El presidente de la SIET afirmó que, en la situación actual, «se trata de subsistir». «En cada bajada que hacemos realizamos una desinfección del neopreno, como ya hacíamos antes del coronavirus, y ahora también de todo el equipo y de los elementos del vestuario como los bancos, las manivelas de las puertas y el suelo,» dijo.

Una medida sobrevenida a causa de la pandemia ha sido que «durante quince días no entra nadie en el vestuario ni en la cueva para garantizar que no está el virus», añadió Almiñana, a quien remarcó que «la seguridad es nuestra prioridad».

La SIET ha aprovechado el parón obligado por la pandemia para pintar y hacer una limpieza a fondo del vestuario, el último espacio antes que los visitantes se introduzcan en la Cova Urbana. «Durante este tiempo, hemos intentado hacer pequeñas acciones para mejorar las instalaciones», apuntó a Almiñana.

Se mantiene el factor sorpresa

A pesar de las circunstancias que se derivan de la pandemia, hay cosas que no han cambiado. «La gente que entra por primera vez en la Cova Urbana se sorprende de lo que tenemos bajo nuestra ciudad y, después, de la galería romana excavada en la roca y de la presencia de agua, comentó el presidente de la SIET, quien añadió que «a todo el mundo gusta la experiencia de introducirse en la cueva por la espectacularidad de las galerías». «Incluso, hay personas que repiten la visita y nos dicen que la recomendarán a los amigos». Por otra parte, desde 1996, cuando se llevó a cabo la primera bajada, la investigación no se ha detenido. El año pasado se ganaron cerca de 150 metros de longitud nuevos de la Sala Rivemar, la mayor con cerca de 5.000 metros cuadrados conocidos hasta ahora.

La actividad de la SIET va más allá de la Cova Urbana. Almiñana recordó que «el año pasado y este, hasta el confinamiento, hemos hecho más de 150 salidas entre barranquismo y espeleología, además de hacer cavidades importantes en el Pirineo». Almiñana destacó que «reexploramos unas 20 cavidades de nuestras regiones, en las cuales vamos reequipando las instalaciones estropeadas y, en algunos casos, se ganaron algunos metros más de profundidad.»

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