Diari Més

Protesta

Los barrios se movilizan por el «deficiente» servicio en los CAP después del estado de alarma

Critican las consultas telefónicas, la falta de personal y la supresión de las 24 horas de urgencias y temen que el nuevo modelo se perpetúe

Imagen de una de las concentraciones de protesta delante del CAP de la Granja promovida por un grupo de vecinos.

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El sistema de atención a los pacientes a los cuales se ha instaurado en los Centros de Asistencia Primaria (CAP) después del fin del estado de alarma está provocando una oleada de críticas en la mayoría de barrios de Tarragona, algunos de los cuales ya se han empezado a movilizar. Un nuevo servicio de atención telefónica al paciente que demora las consultas y los análisis, la falta de personal y la supresión de las 24 horas de urgencias son algunas de las deficiencias comunes que destacan en la mayoría de barrios de un nuevo modelo sanitario –instaurado después del estado de alarma–que los vecinos temen que se vuelva «permanente».

«Nos han sacado el servicio de 24 horas de urgencias. No cogen el teléfono y las listas de espera se alargan y hay menos personal facultativo», explica la presidenta de la asociación de vecinos de Bonavista, Loli Gutiérrez, dónde un grupo se ha estado concentrando en la rambla cada jueves para denunciar las carencias del CAP. «Están haciendo el mínimo del mínimo. Sólo se hacen algunas consultas presencialmente o las hacen por teléfono, pero dudamos de que la consulta telefónica sea suficiente como para, por ejemplo, saber si una persona tiene faringitis u otra patología. Como no hay urgencias las 24 horas, nos envían al CAP de la Granja o al hospital a Joan XXIII, pero las personas mayores no tendrían que desplazarse», añade Gutiérrez.

El AAVV de Bonavista acumula 66 reclamaciones de usuarios del CAP que ya intentó presentar al departamento de Salut, pero se les pide que cada queja se haga a título individual, con lo cual, siguen recogiéndolas.

En el barrio de la Granja, un grupo de vecinos se ha estado concentrando cada viernes en las puertas del CAP para reclamar mejoras en el servicio de atención a los usuarios.

«Están trabajando con muchos recortes. Falta personal. No hay especialistas, como por ejemplo de ginecología. Ahora atiende la comadrona. Se supone que tienes que pedir cita por teléfono, pero llamas y nadie lo coge. Hay muchas personas mayores a las cuales se le están demorando las pruebas o las visitas. La gente espera en la puerta y cada vez va menos gente. Nos dijeron que hoy (ayer para el lector) dejarían entrar», explica Manuel Corujo, miembro de la comisión de los barrios de Ponent. Corujo asegura que del servicio 24 horas de urgencias se ha pasado a un horario restringido, a partir de las ocho de la noche. «Antes estaba aquí la ambulancia, pero lo han sacado», añade. «Ha pasado un mes largo desde que finalizó el estado de alarma, como continuará eso», finaliza Corujo, quien también teme que el nuevo modelo haya llegado para quedarse.

Temor a un diagnóstico telefónico

Toni Chacón, presidente de la Asociación de Vecinos de la Albada, no dudó a decir que el malestar en el barrio «es generalizado» y, de manera muy especial, «entre las personas mayores, que toman muchas pastillas y cuando les recetan una nueva después de una consulta telefónica piensan que el remedio puede ser peor que la enfermedad: no se quieren arriesgar». Chacón lamentó el hecho que «en el CAP la Granja, que es lo que corresponde a los vecinos de la Albada, sólo te dan respuesta telefónica y recetan medicamentos sin visitar a la persona». Chacón explicó el caso de un familiar que le afecta directamente. «Desde el confinamiento sufre de ansiedad, se medica, pero aún es hora que le visite un médico», dijo. Según apuntó Chacón, «si comentas al profesional que la medicación recetada no funciona, te receta otra».

El presidente de la entidad remarcó que «los vecinos nos comentan que el servicio que ofrece este CAP no funciona». «Si llamas por teléfono, el contestador salta y si tienes suerte y te atienden pueden pasar días sin que el médico te llame».

Por su parte, Roser Barrio, secretaria de la Asociación de Vecinos Parc Francolí, comentó a esta redacción que las personas residentes en esta zona de la ciudad y que dependen del CAP Tarraco «no se quejan», pero lamentó que hace unos días llamó porque pensaba que sufría una tendinitis. «No me atendieron y sí que recibí la llamada de un médico que me recetó unos inflamatorios». Esta situación «me generó dudas, porque por una conversación telefónica no se puede saber si es o no una tendinitis». Barrio apuntó que «entiendo que por la situación sanitaria que vivimos no quieran que haya mucha gente en el CAP, pero podrían dar cita previa».

La secretaria de la asociación también comentó la situación de su marido. «Durante el estado de alarma fue al CAPla Granja porque le había salido una verruga que iba creciendo y, después de que lo visitara un dermatólogo, este le dijo que le tenían que sacar pero que no lo podía hacer por la covid-19». El caso se solucionó «yendo a un especialista de pago, que lo trató en la misma consulta», remarcó Barrio. Finalizado el estado de alarma «volvió a llamar en el CAP y le dijeron que lo ponían en una lista de espera y todavía no han llamado». «Fue por este motivo que decidieron de pago», dijo.

En el CAP de Sant Pere i Sant Pau las visitas también están restringidas. Muchos vecinos del barrio denuncian que «no hay manera que te cojan el teléfono y aquí viven 20.000 personas».

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