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Vivienda

La URV afirma que los alquileres seguirán encareciéndose los próximos meses por la covid-19

Sergio Nasarre pronostica que las viviendas turísticas no se reconvertirán en alquiler residencial

El director de la cátedra Unesco de vivienda de la URV, Sergio Nasarre.

La URV afirma que los alquileres seguirán encareciéndose los próximos meses por la covid-19ACN

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El director de la cátedra Unesco de vivienda de la Universidad Rovira y Virgilio (URV), Sergio Nasarre, considera que los precios de los alquileres seguirán subiendo en los próximos meses a causa de la covid-19. En declaraciones en el ACN, Nasarre señala que con el incremento del paro y la imposibilidad de las familias con rentas bajas y medias para comprar viviendas, habrá un incremento de la demanda de los pisos de alquiler, hecho que hará subir el precio. También apunta que «el alquiler turístico está muerto» y pronostica que estos pisos no se reconvertirán en alquiler residencial porque la duración de la pandemia no se prevé larga. «Quien tiene estos pisos quiere cobrar 1.000 euros por semana, no 800 euros en el mes durante cinco años,» argumenta.
Nasarre adelanta que en los próximos meses se vivirá una problemática social vinculada a la vivienda. Según indica, con el estado de alarma se han parado los desahucios, pero prevé que de aquí unos meses se reactiven con fuerza. «Si la gente no puede comprar y los precios de alquiler suben, empezarán los desahucios otra vez», considera.

De cara a finales de año también cree que se puede producir un incremento de la ruralización. Es decir, personas se marchan de las ciudades para ir a vivir en entornos rurales. Un fenómeno que estaría reforzado desde dos vertientes. Por una parte la de las rentas más bajas, que se tienen que marchar de las ciudades por razones económicas y pueden encontrar trabajo en el sector agrícola. «Si vivir en el área metropolitana cuesta unos 1.400 euros y con el paro no te llega, tu profesión no permite el teletrabajo y hay una renta mínima, quizás será el momento de hacer un replanteamiento», indica. De la otra, las personas con unos ingresos más elevados que pueden trabajar desde casa. «El teletrabajo hace que quizás no sea tanto necesario vivir en las ciudades, que quizás no serán tan seguras -por las aglomeraciones y miedo a contagios- ni tan atractivas», razona.

El mercado de compra, hundido

El catedrático critica que desde las administraciones «se ha incentivado el alquiler y se ha despreciado la propiedad», y recuerda que después de la crisis del 2007 las familias han tenido muchas dificultades para ahorrar el 20% del precio de los pisos nuevos para poder acceder a las hipotecas. Una situación que, según prevé, empeorará con la recesión derivada de la covid-19 que está empezando. «Eso tendrá un impacto en el mercado de la vivienda, especialmente en el de compra», valora.

El catedrático señala que el mercado de la vivienda en propiedad ya estaba tocado desde antes de la llegada del coronavirus, ya que «no había ni construcción ni transacciones», y cree que con el impacto de la covid-19, la estocada «es definitiva». Eso también afectará a la adquisición de segundas residencias por parte de las clases acomodadas, ya que habrá «un miedo generalizado a la hora de gastar» porla propia pandemia y porque Nasarre prevé un incremento de impuestos en las clases medias y altas que provocarían un paro de las inversiones.

Con respecto a los arrendamientos, el director de la cátedra expone que la nueva ley del alquiler del 2019 «ya provocó un incremento de precios y de paro» del mercado. «Es una reforma mal hecha», considera, y recuerda que en el Estado se han encarecido un 10% por término medio en el último año.

Para salir de este callejón sin salida, Nasarre propone dos vías. Por una parte que las administraciones impulsaran masivamente la construcción de viviendas sociales, pero valora que «no tienen recursos». La otra opción pasa para impulsar tenencias alternativas de vivienda, como la propiedad compartida o la propiedad temporal, dos modalidades que están previstas por ley en Cataluña desde el año 2015 pero que, en su opinión, «ni los gobiernos ni los bancos» han promocionado.

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