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La Confraria de Pescadors de Tarragona cierra por dos positivos de coronavirus

La crisis sanitaria deja amarrada a puerto el grueso de la flota pesquera de la demarcación

Dos barcas de pesca amarradas en el puerto de Cambrils.

La Cofradía de Pescadores de Tarragona cierra por|para dos positivos de coronavirusACN

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La Confraria de Pescadors de Tarragona baja la persiana a partir de este jueves y se pone en cuarentena después de que se hayan confirmado dos casos positivos de coronavirus. Según explica a ACN la secretaria de la entidad, Rosa Maria Sans, toda la flota pesquera del Serrallo ha quedado amarrada a puerto este miércoles y ya hace días que trabaja bajo mínimos. Martes, por ejemplo, sólo salieron a trastear dos de las 45 barcas de arrastre, y tres de artes menores. En Cambrils, la Ràpita y la Ametlla de Mar, el miedo a los contagios y la bajada del precio en la lonja está reduciendo la actividad de forma drástica, y cada vez son más los patrones y armadores que se ven forzados a enviar a los marineros hacia casa.
Según la Confraria de Pescadors de Tarragona, el sector -que diariamente mueve a unas 300 personas a la ciudad- está parado en un 95% y se multiplican los ERTO. Los días que se ha subastado pescado en la lonja los precios han caído «en picado» y han quedado «muchísimas cajas» sin ser compradas. En paralelo, se ha extendido el miedo entre la marinería por la falta de material como mascarillas y la dificultad en mantener la distancia de un metro y medio en las barcas. «Hemos hecho todo lo posible, pero no cumplimos ninguna medida. Hay barcas donde se tienen que mover once personas en seis metros cuadrados durante doce horas», ejemplariza Sans.

La secretaria de la entidad lamenta que el sector viene de un año «muy malo», ya que ha tenido que hacer frente a temporales como el Gloria, que los obligó a quedarse a puerto y llenó el mar -y las redes- de basura y de restos durante varios días. Además, recuerda Sans, el 1 de mayo la flota de arrastre tiene previsto empezar la veda -el paro biológico que hace cada año durante dos meses. «No sé cómo nos lo haremos. Es crítico», advierte.

Menos actividad en Cambrils

En Cambrils (Baix Camp), las cuatro barcas de rodeo han presentado ERTEy, de las trece de arrastre, ya lo han hecho la gran mayoría. Hay cerca de un centenar de personas afectadas. Las siete barcasvan saliendo al mar, si el tiempo acompaña. Son empresarios autónomos que van individualmente a las barcas o de dos en dos -como mucho- y que, si bien a hora de ahora tienen intención de seguir, lo van valorando en función de los precios.

De momento en Cambrils los precios «han aguantado bastante» y los últimos días no han quedado demasiadas cajas sin vender, en parte gracias al acuerdo con una importante empresa de supermercados que compra. Este miércoles han salido dos barcas de arrastre a trastear, con lo cual todavía hay producto garantizado.

Artes menores paradas y flota de arrastre a medio gas en las Terres de l'Ebre

La mitad de flota de arrastre de la Confraria Verge del Carme de Sant Carles de la Ràpita (Montsià) -formada por 41 embarcaciones- no está saliendo a trastear para evitar contagios de coronavirus. Las 47 embarcaciones de artes menores hace días que están amarradas a puerto y muchos pescadores han decidido confinarse. «Los que tienen situaciones personales o de salud complicadas se han quedado en casa», explica el secretario de la Confraria, Joan Balagué.

También el presidente de la Confraria de l'Ametlla de Mar (Baix Ebre), Miquel Brull, reconoce que en las barcas se trabaja con miedo. «Se toman las medidas que se pueden, pero se tiene que trabajar cuerpo en cuerpo y codo con codo», apunta. «Nos encontramos entre la espada y la pared. No podemos hacer más. Es una decisión de cada uno pero la barca que no sale, como cualquier empresa, tiene que asumir unos costes», añade Brull. Casi todas las embarcaciones de arrastre de la Ametlla de Mar han detenido la actividad y junto con las dos de rodeo han presentado ERTE para que se puedan acoger los marineros.

El principal problema es que con la restauración cerrada no encuentran salida para el producto de calidad, que es con lo que consiguen un margen de beneficio más alto. Los precios han caído entre un 25% y un 50%. Este lunes, en la lonja de la Ràpita se vendieron langostinos y cigalas a 15 y 16 euros el kilo, por término medio, cuando se suelen vender entre 25 y 30 euros el kilo, respectivamente. Tampoco el cangrejo azul lo compra nadie. «Que esté muy cerrado es un handicap muy grande para nosotros», remarca Balagué.

El resto de pescado de consumo habitual mantiene los precios porque también se pesca menos, pero con las ventas actuales la actividad sigue sin ser «factible». «Los compradores de lonja|palco también están intentando detener la actividad. Tienen dificultades para vender a sus clientes -porque la mayoría también es restauración-, y a las pescaderías no va tanta gente», explica el secretario de la cofradía.

Los pescadores ebrenses se consideran «un servicio esencial, hasta cierto punto» porque han de lidiar con la competencia de mercancías que llegan de fuera del país y opinan que, si los gobiernos se lo consideran, haría falta que les garantizaran contraprestaciones. Balagué también advierte que, si algún trabajador de lonja se contagia de la covid-19, la cofradía tendrá que detener toda la actividad y la pesca se habría acabado porque el personal no se puede sustituir con facilidad. «No es fácil enseñar cómo se subasta», detalla.

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