«Para escribir la novela recorrí los escenarios de la vida de los protagonistas»

—¿Qué historia nos explica su novela?

—Está basada en un hombre que conozco, un músico que actuaba por la zona donde yo nací, Arribes del Duero. Ahora tiene 93 años y, aunque no tiene ni idea de lo que es un sol, un fa o un pentagrama, es un gran artista de la trompeta. Sus padres eran dueños de un circo ambulante, y cuando estalló la Guerra Civil estaban actuando en Málaga. El 7 de febrero de 1937 los barcos de Franco bombardearon la ciudad con tan mala suerte que una de las bombas cayó sobre la carpa y mató a todo el mundo. Él y sus tres hermanitos se libraron porque estaban jugando en otro sitio. Cuando llegaron, sólo encontraron un cráter y muchos cuerpos despedazados. Lo único que cogió fue la trompeta de su padre. El protagonista y sus hermanos sobrevivieron escondidos en las alcantarillas , hasta que los llevaron a casas de acogida y orfanatos de Málaga y Alicante.

—¿Cómo ha llegado a usted esta historia?

—Yo conocí a este músico, y estuve hablando con él. También viajé a Málaga y recorrí toda la costa. En aquella época la gente huía a pie hacia Almería, que era republicana, pero desde el mar podían ver cómo los cañones los apuntaban. No había escapatoria, así que caminaban de noche y dormían de día. También estuve buscando el orfanato donde habrían ido a parar, pero ya no existe.

—Así pues, ¿relata una vida de película?

—Los hechos reales me sirvieron de punto de partida de la historia. Después, imaginé que en el orfanato un trompetista profesional, ya retirado, enseñaba a tocar el instrumento a aquel niño, y que más tarde lo recogía un tío, alcohólico, para que lo ayudara en los trabajos del campo. Y a partir de aquí, imagino el resto de su vida, y también la de los hermanos, que transcurre por escenarios como Jerusalén o Marsella. También he viajado a todos estos sitios para recoger información.

—¿En su novela se habla de la guerra?

—Escribiendo esta historia he descubierto muchas cosas. La primera es la crueldad de la guerra y las bestialidades que se llegaron a hacer, tanto los unos como los otros. Como escritor no me gusta tomar parte, siempre son los personajes los que hablan, y yo sólo establezco las conexiones. De todos modos, me ha costado, porque mucha gente todavía se niega a hablar sobre la guerra.

—Esta es su segunda novela, después de que el año 2014 publicara ‘El perfil de la ilusión’. ¿Qué lo empuja a escribir?

—De pequeño estudié en Burgos y después en Ávila, y siempre que me mandaban redacciones, yo me inventaba cuentos. He escrito desde siempre, y de hecho también tengo un blog donde hago crónicas de mis viajes. Pregunto mucho, tomo muchas notas y después también me documento.

—El viernes presentará su libro en el Teatret del Serrallo. ¿Cómo será este encuentro?

—Hablarán compañeros que han leído la novela y también actuarán algunos músicos: Blas Fernández, que canta y hace poesía, José Montañés, el guitarrista del grupo Verguenza Ajena, y Secundino Fernández, un músico asturiano que toca la gaita. Al acabar también habrá una cata de productos de mi tierra.

—¿a le ronda por la cabeza el argumento de la próxima novela?

—Sí, y en este caso tengo previsto alejarme de la guerra. Pienso que vivimos en una sociedad muy marcada por los estereotipos, y si no cumples con estas reglas, lo pasas mal. Quiero escribir una historia sobre esto, pero dotando a los personajes de bondad e inteligencia, me gusta dar la vuelta a las situaciones. Pienso que la inteligencia y los valores humanos están por encima de todo lo demás, y ahora quiero escribir sobre esto.