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Un hombre que duerme en la Rambla Vella «atemoriza» a unas comerciantes

Las empresarias denuncian que las increpa a diario y que hace sus necesidades delante del local

El hombre duerme en encima un cartón, al lado de la tienda.

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Las propietarias de un negocio de muebles de la Rambla Vella viven «atemorizadas» por un hombre que vive en la calle, justo delante de su local, ubicado en el número 3 de la calle. «Sólo verlo las piernas me tiemblan», explica Belén Picacuelo, una de las socias de la tienda. Desde junio, una de las personas que duermen en la vía pública entre cartones en la Part Alta, las increpa casi diariamente y hace sus necesidades en la puerta del local, según explican estas empresarias.

«Sabe que es inmune, que no le pueden hacer nada, pero nosotros estamos indefensos», asegura Riera Piñol. El hombre se orina y deja restos fecales y vómitos en la entrada de la tienda. Acompañado de un perro, estas mujeres se sienten intimidadas y desesperadas ante una situación que les genera una tensión permanente. No se atreven a quedarse solas en el negocio y, cuando Picacuelo termina, el marido de Piñol se acerca al negocio a acompañar a su mujer. «Crea inseguridad», justifica.

La policía acostumbra a avisar a Servicios Sociales para que atiendan a las personas de que duermen la calle. No obstante, algunas de ellas rechazan ser ayudados y prefieren dormir en la calle. «Todo el mundo tiene derecho a vivir mejor, pero a nosotros también nos tendrían que respetar», pide esta tendera, que describe una Rambla Vella «degradada» por el cierre de negocios y locales de la zona.

Las llamadas a la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra no han servido para solucionar una situación que arrastran todo el verano. «Nos dicen que se trata de un acto administrativo, no penal, y que no podemos pedir ninguna orden de alejamiento», se lamentan. Un día, casi llegan a las manos para intentar evitar que el hombre no entrara en la tienda. Cada día, estas mujeres desinfectan el cartón y la zona donde duerme el hombre. Esta persona presenta habitualmente síntomas evidentes de embriaguez y compra las bebidas en el supermercado de delante. Una de las trabajadoras explica que ha protagonizado algunos incidentes varias veces gritando a los empleados.

Piñol señala que la Guardia Urbana se limita a desplazarlo a otro sitio cuando tiene lugar un incidente. «Nos dicen que cuantas más llamadas hacemos a la policía, más posibilidades hay que deriven el caso a Servicios Sociales. Sin embargo, mientras tanto, nosotros tenemos que ir aguantando», se queja la empresaria.

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