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La aventura de viajar siete años sobre dos ruedas

Guadalupe Aráoz acumul·a 2.000 km en patinete eléctrico en su viaje Madrid - Tarifa - Barcelona

Guadalupe Aráoz, en la plaza de los Infants de Tarragona.

La aventura de viajar siete años sobre dos ruedasGerard Martí

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A Guadalupe Aráoz (36 años), la pasión por conocer nuevas culturas le viene de lejos. «Mientras estudiaba a la Universidad, estuve un año sin nevera para poder ahorrar y viajar», explica esta argentina. Nada cambió cuando esta economista empezó a trabajar en empresas de Capital y Riesgo. «Siempre negociaba cobrar menos a cambio de tener un mes de vacaciones para poder viajar», señala.

El 2012 Aráoz decidió dar un paso más. Desplazarse a otros países de manera intermitente no era suficiente. «Me di cuenta de que no era feliz. El psicólogo me dijo que cambiara de forma de vida», relata. En aquel momento, lo vio claro: su vida giraba en torno a los viajes. Un día, trabajando desde casa, encontró la valentía para dejarlo todo (casa y trabajo) y afrontar la aventura de su nueva vida. «Tirarse en la piscina da miedo, pero una vez estás en el aire sólo hace falta caer y nadar.», observa.

Once meses recorriendo China y el sureste asiático dieron paso a un segundo gran viaje recorriendo todos los países del centro y el norte de América durante 1 año y 8 meses. Desde entonces, a Aráoz nada le ha parado. Tampoco el accidente en motocicleta en Liberia donde se rompió las dos manos y que necesitó tres operaciones y ocho meses de recuperación.

Después de visitar 50 países en dos ruedas (primero en moto y después en bici), Aráoz afronta su nuevo reto: recorrer Madrid - Tarifa - Barcelona en patinete eléctrico. La cuenta de Instagram @hastaprontocatalina es testigo de sus viajes, que acumula 2.000 km. El presupuesto siempre es reducido. Algunos de los más del 16.000 seguidores también participan de sus proyectos y le abren las puertas de su casa para dormir. Cuando no pernocta en casas de amigos o a través de la plataforma Couchsurfing, duerme al raso con el saco en la montaña, bajo un árbol o en el patio de atrás de un bar no hace unos días en un pueblo extremeño. Araóz ha parado unos días en Tarragona. «Me gusta mucho, tiene la montaña y el mar muy cerca. Es una ciudad muy tranquila y llena de historia», señala. Entre los países que ha recorrido, se queda con el sur de China, Indonesia, el salvaje Alaska y los parques naturales de los Estados Unidos. En los países musulmanes se siente segura. «En general te cuidan bastante porque tienen esta creencia que la mujer es una cosa preciosa que se tiene que cuidar. Creen que es muy peligroso viajar sola y siempre intentan ayudarme», explica.

Aráoz nunca olvidará las 12 horas en furgoneta con las manos rotas para llegar Monrovia (capital de Liberia), donde había el único hospital adecuado para operarla. Miles de horas en la carretera también transforman. «He ganado mucho en paciencia y al aprender qué es la felicidad y que no puedes ir detrás persiguiéndola. La felicidad es el hoy y aprender a ver el vaso medio lleno y decidir vivirlo», reflexiona. «Ningún elemento externo te dará la felicidad. Es un estado en la mente que lo decides tú. Cuando te das cuenta de eso empiezas a cambiar los hábitos porque la infelicidad también es un hábito», mantiene. Mientras viaja, trabaja como autónoma explicando sus experiencias a través de artículos que publica en EE.UU., México y España. Ha escrito un libro, Africoneando y también trabaja gestionando redes sociales para empresas.

Siete años, aunque no piensa cambiar de estilo de vida, Aráoz sí que desea instalarse en una casa para seguir viajando. Su Buenos Aires, sin embargo, está descartado. «Me saca demasiada energía», dice. Su futura casa podría estar en España. Mientras la encuentre, seguirá con la mochila en la espalda. «Me gusta el movimiento, me hace pensar, questionar-me las cosas y cambiar», afirma.

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